Opinión
Martes 23 de Abril del 2024 08:03 hrs

¡AL HUESO!

Cuando despertó, la corrupción bailaba


Dos de los resultados globales son la pérdida de unidad nacional y el abismal deterioro de la imagen exterior del país, colocado en todos los índices en los peores niveles

“El pueblo no necesita que su gobierno se queje y culpe al antecesor. Fue elegido para dar soluciones; para quejarse está el pueblo”. Eva Perón.

 

En estos días de su tercer año en el poder, los fracasos que acumula la actual administración federal se encuentran en prácticamente todas las áreas: economía, seguridad, salud, educación, legalidad, migración, gobernabilidad.

Dos de los resultados globales son la pérdida de unidad nacional y el abismal deterioro de la imagen exterior del país, colocado en todos los índices en los peores niveles.  

Al margen de sus obras-capricho, hasta las iniciativas plausibles han sido manchadas por el “estilo personal de dilapidar”: una manipulación político-electoral que termina por anular el sentido social y las encamina al fracaso futuro.

Ejemplo al canto, la aparentemente justa decisión de apoyar a los jóvenes sin trabajo ni estudio, los “ninis”, con el objetivo aparente de acabar el semillero del narcotráfico e impulsarlos a la capacitación para integrarlos a la economía.

Fue realmente concebida como medida para captar el voto juvenil y se ha traducido en una fuerte carga financiera para el erario, es otro foco de corrupción, no ha restado cuadros a la delincuencia y lejos de generar responsabilidad económica ha fomentado la improductividad.

Ante todos los fiascos en que se han traducido las promesas con que ilusionó a un tercio del electorado -y con las que aún hoy logra credibilidad personal de más de la mitad de la población-, su posición es negar la realidad y cobijarse en los mágicos otros datos que las cifras duras desmienten a diario.

Cada cuestionamiento soportado con hechos o cifras reales lo sortea con el capote de su pausada verborrea, reparte culpas hacia el pasado o inventa conjuras, salvo en el tema de la corrupción propia, donde pierde el control.

Cuando le demuestran que en la deshonestidad los suyos son más que iguales e incluso peores, pierde la mesura y la diaria diatriba sube hasta el nivel del insulto

Así sucedió con la proyección de los videos de su secretario privado a la cabeza de una “operación carrusel”, con el fin de encubrir el uso fraudulento de fondos destinados para apoyo a damnificados, desviados a financiamiento de su campaña electoral.

Los desproporcionados calificativos endilgados a Carlos Loret de Mola solo demostraron que el torpedo pegó en la Santa Bárbara de la falsa imagen que ha construido como político inmaculado, probo y recto.

Más allá de las encuestas, estudios de opinión explican que esa dicotomía entre un gobierno fracasado y un presidente de alta popularidad se explica en buena parte en la imagen de hombre austero, casi religioso, que alardea de una honradez incuestionable.

Ha logrado sortear manchas a su plumaje por la ya muy larga y creciente lista negra de los cuadros de su entorno señalados en algún grado de deshonestidades económicas o nepóticas, a los que ha purificado con el verbo de su defensa:

Los hermanos Pio, Martín y José Ramón; la esposa de éste, Concepción Falcón; el hijo José Ramón López Beltrán; la prima Felipa Obrador; Manuel Bartlett; Eréndira Sandoval y su esposo John Ackerman; Julio Scherer; Delfina Gómez; Zoe Robledo; Gabriela Guevara; Octavio Romero; Napito Gómez Urrutia; Carlos Lomelí; Yeidckol Polensky; Armando Guadiana; Gabriel García; Rocío Nahle; Jorge Arganis; Jesús Ramírez Cuevas; Félix Salgado Macedonio; Jaime Bonilla…

Se alteró, sin embargo, cuando los videos demostraron como real una siempre negada ilegal e inmoral operación de financiamiento de su campaña electoral, encabezada por Alejandro Esquer, su secretario particular, y Denis Vastom, hoy encargada de finanzas de la Presidencia de la República.

Esta vez los otros datos, ahora sí reales y reflejados por los sondeos que realiza su equipo de comunicación, muestran que en la opinión pública crece la percepción de que este gobierno está igualmente tocado por la hidra de la corrupción.

Por la forma de concentrar el poder y la absoluta centralidad personal en la toma de decisiones que ha demostrado al gobernar, solo algunos muy ingenuos creen aún que López Obrador no conocía, por ejemplo, la entrega de bolsas de dinero ilegal a sus hermanos para financiar “el movimiento”.

Persiste, no obstante, una disposición mayoritaria a tolerarlo, porque aún pesan las expectativas generadas por el caudal de promesas da transformación y de mejor futuro que prodigó en campaña.

Sin embargo, el Presidente sabe que el incumplimiento de las promesas y la suma de fracasos están minando su principal capital político, esa imagen personal de impoluto ajena a la realidad, y de allí sus cada vez más radicales reacciones ante la verdad de un gobierno fracasado y sin rumbo.






OPINION

Fuenteovejuna

Otra óptica: Para la candidata oficial, lo grave no fue que enmascarados armados la interceptaron en Chiapas, sino que reporteros lo constataran y difundieran…

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