El Punto de Quiebre
Sin aceptarlo y conciliar pierde batallas y solo se dedica a apagar crisis que brotan por todos lados; la realidad de que no hubo un plan, no hay trabajo ni avance en la construcción de un México justo, ni pacífico, ni libre
Estamos a días de transitar por la penúltima estación hacia las elecciones presidenciales del 2024. Las encuestas de preferencias cantan victoria para la cuadrilla oficialista en 4 de 6 estados. Nada está escrito aunque, en esta estación, parece que poco va a cambiar.
De darse el resultado que las encuestas prevén, Morena pasaría a gobernar 20 estados y los partidos de la alianza opositora se quedarían solamente con ocho, y Movimiento Ciudadano, con 2. En esta aduana no hay un cambio radical del balance de poder. Es cierto que el oficialismo se fortalece en lo territorial, pero no desaparece, como le gustaría, al acérrimo adversario de derecha conservadora neoliberal. En los hechos, los gobernadores de Morena son meros operadores políticos mientras que los de oposición son, pues, cabeza de gobierno soberano.
En la batalla nadie saldrá ileso; para el PAN perder Tamaulipas es tan doloroso como que Morena no logre convencer a Durango. Con Hidalgo y Oaxaca a Morena, el PRI se queda en los huesos, más con el recuerdo de pasadas glorias que con la sorpresa de no poderlas mantener. Quintana Roo nos anuncia el final del PRD.
El resultado que sea, aun cuando dé sorpresas, no esta desligado del maremoto de 2018, son, más bien, las últimas oleadas. El 2018 México votó por un cambio con demasiada esperanza, y sin recato alguno; le dio todo el poder y legitimidad a alguien que supo manejar la retórica, el discurso, no la realidad. El punto de quiebre viene en la segunda mitad del 2022.
Cuando López Obrador llegó al poder entendió el regalo que le habían dado y lo creyó inacabable, tanto que lo asentó en el Plan Nacional de Desarrollo presentado a la Cámara de Diputados un año después de las votaciones en que arrasó: “En julio de 2018 el pueblo mexicano expresó de manera contundente en las urnas su anhelo de construir un México justo, pacífico, libre, solidario, democrático, próspero y feliz. Tal es el mandato para el sexenio 2018-2024 y durante los próximos seis años la Presidencia de la República y el gobierno federal en su conjunto trabajarán sin descanso para articular los esfuerzos sociales para lograr ese objetivo.”
Para la fecha en que estas palabras fueron publicadas en el Diario Oficial de la Federación, el pecado ya se había consumado, la intención estaba corrompida por la falta de capacidad y el exceso de soberbia al creer que el poder recibido era inagotable superior. Al paso del tiempo la realidad se ha impuesto a un gobierno que mucho quiso hacer negándola; que, por dogma o ideología, combate enemigos de humo, siendo ciego a la traición y el dispendio desde su corazón.
Las elecciones que se avecinan tienen, todavía, la cargada original de la esperanza de cambio. Esperanza que, más allá de lo electoral, el mismo gobierno perdió y ha claudicado a gobernar. Sin aceptarlo y conciliar pierde batallas y solo se dedica a apagar crisis que brotan por todos lados; la realidad de que no hubo un plan, no hay trabajo ni avance en la construcción de un México justo, ni pacífico, ni libre. Ha desaparecido la solidaridad y está en riesgo la democracia, la nación es menos próspera y más infeliz. El punto de quiebre se vislumbra.
Para la aduana final, la elección del Estado de México y Coahuila el próximo año. el humor ya es diferente: la marejada del 2018 ya se agotó. No por esto la batalla será menos intensa, al contrario.
En la joya de la corona electoral el riesgo es que la alianza opositora se rompa. Es solo ante esta situación que en México el oficialismo tiene esperanza. Por eso lo intentarán con todas las armas disponibles; si creemos que ya hemos visto abusos e ilegalidades este año, preparémonos para verlo mucho peor el que sigue.
Por su parte Coahuila es la piedra clave en el arco de la frontera norte, la que une las columnas de Morena en las costas, así como las brazas de las que el PRI puede resucitar. Una tentación insuperable para el Presidente y una oportunidad para el Gobernador y Mejora Coahuila, ahora, a nadie dejar atrás.