Opinión
Jueves 25 de Abril del 2024 00:50 hrs

El Trumpazo


En México la democracia es más joven, inmadura y frágil que en Estados Unidos. Los contrapesos constitucionales que son el Poder Legislativo y el Poder Judicial, son fácilmente secuestrables y moldeables a conveniencia del ejecutivo en turno

Hace una semana tuvimos la oportunidad de ver, en vivo a través de los medios electrónicos, algo que creímos que no nos iba a tocar ver en la vida. Para muchos, aparte de incredulidad y, por que no decirlo, cierta hilaridad, nos dio una sensación similar a la de aquella mañana de septiembre del 2001 cuando vimos, en vivo, al segundo avión estrellarse en la torre sur del WTC de Nueva York; sabíamos que el mundo cambiaba frente de nuestros ojos.

Si cualquier turba hubiera invadido la sede del Senado o la Cámara de Diputados en México, seguramente no sería noticia, no sería la primera vez que alguien se atrinchera ahí. Pareciera, más bien, algo normal, inclusive, seguramente los mismos legisladores de un grupo particular que se atrincheran para impedir el desarrollo “normal” de sus propias labores.

El caso del Capitolio es diferente. No soy malinchista, al contrario, si de algo me precio es de ser un incondicional creyente en México y los mexicanos. Pero hay que reconocer que, guardadas las proporciones en cuanto a pérdidas humanas y materiales, el tomar la sede del Congreso norteamericano, tiene una simbología en cuanto a democracia, similar al atentado al símbolo de la globalización y el comercio internacional.

Tan es así que muchos mandatarios alrededor del mundo mandaron, inmediatamente, sus condolencias por lo sucedido al presidente electo, al mismo tiempo que las consecuencias jurídicas para los agresores no se han hecho esperar. La especulación sobre el futuro del presidente saliente invade los medios tradicionales, periódicos, noticiarios y mesas de análisis. En las redes sociales circulan todo tipo de teorías de conspiración en reportajes de medios de dudosa calidad: Que si en realidad Trump está combatiendo a la red de millonarios pedófilos, que si quieren controlar a la humanidad a través del internet y las redes sociales, que si es una pelea por los códigos nucleares y Trump está evitando que caigan en malas manos.

Desde mi punto de vista, mas que conspiración, veo en lo sucedido una grave fuente de preocupación por lo que pueda suceder en México, hacia, y, en el 2024.

En este bello país la democracia es más joven, inmadura y frágil que en Estados Unidos. Nuestras instituciones democráticas, entiéndase los contrapesos constitucionales que son el Poder Legislativo y el Poder Judicial, son fácilmente secuestrables y moldeables a conveniencia del ejecutivo en turno.

Por otro lado, los parecidos entre Trump y López Obrador son evidentes; el populismo irresponsable, el manejo irreal de la agenda, los retos y problemas nacionales, la creación de enemigos públicos y la división social que esto genera, el ataque desde el poder a los medios de comunicación y a la libertad de expresión, y sobre todo, la retórica, ya sea que se la crean en realidad o no, de ser los verdaderos representantes de la población, encabezando una refundación nacional, en torno a un porvenir de grandeza nacional que solo es factible en sus sueños.

En este escenario no puedo más que pensar en el futuro que nos espera. Creo que Morena no va a mantener el control de la Cámara de Diputados en las elecciones del 6 de Junio, a menos que haga trampa. La popularidad del presidente y su partido pueden ser altas, la evidencia histórica nos dice que, aun con esa ventaja, el gobierno perderá la mayoría. A esto hay que sumarle el deplorable desempeño en la administración pública, resultados inexistentes y profunda desatención a la sociedad organizada.

Hacia el 2024, con una presidencia acotada, el radicalismo tendrá tres años de incubación en las oficinas del Gobierno Federal y el partido oficial. Veremos todo tipo de espectáculos políticos dentro del propio movimiento amlista. En ese supuesto escenario surgen algunas preguntas inquietantes; ¿Querrá López Obrador arrebatar lo que no pueda ganar en las urnas, al igual que lo intentó en 2006 y como su amigo Donald? ¿Las instituciones democráticas mexicanas resistirán el embate y lograrán corregir el rumbo? Y, en caso de que no ¿La ciudadanía tendrá el valor de parársele enfrente y restablecer el rumbo democrático?

¿Qué pasa si, perdiendo la presidencia Morena, Andrés Manuel da un Trumpazo?






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