Opinión
Jueves 28 de Marzo del 2024 04:53 hrs

Felicidades Saltillo, y que los que Siguen Sean Mejores


De los 445 años de vida que tiene Saltillo, solo he tenido el placer de conocerla por lo últimos veintitrés. Con eso ha sido suficiente para amarla y sentirme orgulloso de decir que hoy, aquí, tengo mi hogar.

Como muchos otros saltillenses que nacieron lejos de aquí, tuve la suerte de que esta ciudad me adoptara; no solo a mí, también a mi esposa, con quien le dimos, a esta ciudad, varios orgullosos saltillenses, oriundos, más.

Aquí me he desarrollado profesionalmente y he logrado construir una vida digna, llena de bendiciones y de satisfacciones. Esta ciudad ha sido generosa y benéfica para los míos también. Con naturalidad, esta ciudad adopta a cuanto mexicano y extranjero, de buena fe, llega. A los que deciden establecerse aquí les abre las puertas y les muestra infinidad de oportunidades; a los que solo van de paso los cobija dándoles un lugar para descansar, en lo que retoman su caminar.

Junto con Arteaga y Ramos, en Saltillo construimos una comunidad de gente buena, trabajadora y socialmente comprometida. Una región en donde más de un millón de personas se levanta a trabajar con los primeros rayos del sol. Un pueblo que no le tiene miedo al esfuerzo, porque sabe que será recompensado, y que no duda en compartir lo que con su trabajo ha ganado, porque sabe que, la risa de un amigo y la sonrisa del niño son la razón del esfuerzo.

Esta gente, la de la región Sureste de Coahuila, es de la que las empresas más productivas, a nivel internacional, no se logran saciar. Es la gente inteligente y educada, jaladora y entrona que los ejecutivos de cualquier otro lugar vienen a desear.

Una ciudad limpia y segura, donde se puede caminar a cualquier hora del día y la noche. Aquí se asientan los poderes del gran estado de Coahuila; Gobiernos que, sin dejar de cargar vicios y estigmas, propios  de la función pública en nuestro país, no dejan de ser cercanos a la gente. Gobernantes que saben que, los saltillenses, no somos gente agachada, que no bajamos los ojos y aplaudimos solo porque sí.

Maravillosa ciudad, que tanto ha dado a tantos, cumple 445 años. Ciudad que fue niña por cuatro siglos. Que entró a la adolescencia y se estiró; desarrollándose y creciendo rápidamente los últimos cuarenta años. Saltillo, ahora, nos demanda nuestra atención y nuestra ayuda para que llegue a ser una adulto joven, tan maravillosa, como lo ha sido hasta hoy.

Cuando se crece y se madura, el desarrollo no es parejo, siempre quedan áreas de oportunidad. Pequeñas deficiencias en el fondo que, de no atenderlas, crecen hasta volverse inmanejables, precursoras del caos.

Para esta amable ciudad el orden urbano y la movilidad son prioridad. Las dos están íntimamente relacionadas, cuando una muestra su deficiencia la otra enseña su debilidad. Ya parecen ir caminando hacia atrás y se hace más evidente la falta de atención que demandan.

Consultas, foros, talleres y estudios. Estrategias, promesas, palabras y palabras; no se tiene, ni de lejos, un sistema de movilidad urbana y conurbada eficiente; estructurado, diverso, funcional y seguro. El sistema, dominado por tres tipos de transporte, sin una estructura funcional, desplazan a otros tipos de transporte que hoy, son la base de la sustentabilidad. Bicicleta, tren rápido, Metrobús y otras opciones que han probado funcionar no tienen lugar donde domina el automóvil propio, que circula con nulos requisitos de sustentabilidad ambiental y seguridad, el transporte industrial, con sus grandes costos a empresas y sociedad, y el transporte público concesionado que es malo, sucio y da un servicio de baja calidad.

En cuanto al orden urbano, el reto es todavía mayor; un Centro Histórico descuidado y sucio, asentamientos irregulares, escurrimientos bloqueados, fraccionamientos que no cumplen ordenamientos, construcciones irregulares, permisos fraudulentos, solo el principio de la lista. Falta de imaginación o falta de voluntad.

Aun así, Saltillo, ciudad que sigue enamorando.

¡Felices 445!

Y que los que sigan sean todavía mejores.






OPINION

Fuenteovejuna

El Tren Maya se descarriló igual que el gobierno. Siempre víctima, aduce sabotaje y, claro, encubre la tranza del balastro vendido por los socios de sus hijos…

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