Opinión
Jueves 28 de Marzo del 2024 03:54 hrs

Pantalla

Gambito de Dama


Con todo lo necesario para el éxito, como una buena historia, personajes en conflicto, suspenso, y un guión muy bien estructurado, 62 millones de hogares siguieron esta serie en sus primeros 28 días de exhibición

Gambito de Dama es una de las mejores series que se han estrenado en 2020, aunque en realidad se trata de una miniserie de solo siete capítulos -lo cual agradezco como cinéfilo- y una sola temporada que ha tenido gran éxito desde su estreno a finales de octubre. De acuerdo a Netflix, 62 millones de hogares la vieron en los primeros 28 días de exhibición.

La miniserie tiene lo necesario para el éxito, una buena historia, personajes en conflicto, suspenso, un guión muy bien estructurado, una fotografía de mucha calidad técnica y artística, un diseño de producción de primera línea, efectos especiales sorprendentes para la recreación de los los juegos de ajedrez en los años 50s y 60s, vestuario chic, una muy buena banda musical con música original y canciones de la época, una edición elíptica muy atinada, actores compenetrados y convincentes en sus respectivos papeles, y por supuesto, una excelente dirección de Allan Scott. Además de contar con esos ingredientes de alta calidad, Gambito de Dama es entretenida.

La historia es muy simple y la trama es muy compleja y tan intrincada como una buena partida de ajedrez. La película inicia en la década de los 50 del siglo pasado, con el personaje central de Berth Harmon, niña que queda huérfana a los nueve años y es enviada a un orfanatorio en Kentucky. Aún traumada por la orfandad a causa de la muerte violenta de su madre, Beth ensimismada y atribulada, se convierte en adicta a los sedantes que les suministran legalmente a las niñas del orfanato para mantenerlas tranquilas.

En el orfelinato conoce a su compañera Jolene, quien se convierte en su mejor amiga y cómplice quien la recibe con una profecía: “somos muy grandes para que nos adopten”; pero también por azar, la niña conoce al callado conserje Mr. Shaibel, quien juega solo -contra sí mismo- partidas de ajedrez en el lúgubre sótano del orfanatorio. Intrigada por el juego y el tablero, Beth, poseedora de una mente privilegiada, observa a hurtadillas al hombre del ajedrez y después de un tiempo le pide que le enseñe a jugar. Mr. Shaibel, hosco y malhumorado, se niega en un principio, pero al percatarse que Beth ha aprendido los movimientos de cada pieza con solo verlo jugar, decide enseñarle. Sorprendido, descubre que la niña es un prodigio. Para Beth, el ajedrez se convierte en su punto de fuga junto con los tranquilizantes que parecen potencializar su genialidad en el juego.

El problema surge cuando las autoridades prohíben el uso de sedantes en el orfanato y Beth empieza a sufrir el síndrome de la abstinencia. Sin embargo, su juego mejora cada vez más y el ajedrez se convierte en la vida y obsesión de Beth, al tiempo que la vemos crecer de niña a adolescente.

Sin revelar más sobre la trama, comento que Beth en su mente solo ve piezas y partidas de ajedrez, por lo que inicia una meteórica carrera en el mundo de ese juego-ciencia dominado en esos años por el sexo masculino y más aún, por hombres rusos del mundo socialista de la época, por lo que Beth no solo debe luchar por ganar partidas de ajedrez y contra sus adicciones, sino también contra la discriminación de género que sobrelleva en soledad.

Gambito de Dama tiene siete capítulos para enredarnos en la mente de Beth Harmon. Cuando vi el inicio y el primer capítulo, pensé que iba a ser una película de suspenso y terror, pues nos presenta a una niña Beth acorralada, callada, misteriosa, taciturna, apanicada rodeada de personajes que infringen miedo y sospechas. No se sabe si la directora del orfanato y el resto del personal son buenos o malos, si son perversos o diabólicos. La trama avanza en la ambigüedad y en la sombra de la inquietud de la niña que muestra miedo, desconfianza e inquietud a la vez que da señales de ser diferente, inteligente y curiosa. La fotografía de ese primer capítulo es casi monocromática, lo que lo hace aún más sombría. Hacen uso de lentes angulares que provocan un desbalance en cada toma y movimiento, de tal forma que como espectadores tenemos una sensación de desestabilidad.

Conforme pasa cada capítulo, la fotografía, la ambientación, el vestuario y el colorido van cambiando de acuerdo a la historia y al estado de ánimo de los protagonistas, aunque uno de los recursos para aportarnos información sobre el pasado de Beth es el uso constante de flashbacks con la misma monocromía que nos entrega datos sobre la infancia de la niña. De hecho, la serie inicia en un punto medio de la historia, en 1967, antes de una partida de ajedrez en París e inmediatamente se regresa al pasado para iniciar propiamente la historia de Beth a los nueve años.

Lo que más me sorprendió de la serie Gambito de Dama es que a pesar de que se trata de la vida de una niña-joven y el mundo del ajedrez a nivel de grandes maestros, al final de la serie nos percatamos que no aprendimos mucho sobre ajedrez ni tampoco sabemos gran cosa sobre Beth, la protagonista; sin embargo, el peso de la historia está centrada en Anya Taylor-Joy, la actriz que caracteriza a Beth de joven, así como en el ajedrez y la grandes estrategias de apertura, de defensa y de cierre. Se habla de la defensa siciliana, de gambito de dama y de los grandes maestros como Capablanca y Alekhine, y aunque no entendemos mucho sobre el juego, cada partida que juega Beth nos mantiene interesados como si supiéramos jugar ajedrez, como si fuéramos grandes maestros. Cada juego está filmado de forma diferente, hay múltiples ángulos del tablero de 64 casillas y 32 piezas. Muchas partidas las vemos en físico y otras tantas en la mente de Beth que juega ella sola viendo las piezas y el tablero en el techo de su habitación.

Me sorprendió el diseño de producción, es decir, el diseño de todos los sets donde se desarrolla la serie, desde el apagado orfanato hasta la glamurosa Las Vegas y el gris decorado de la Rusia comunista, pero más sorprendido quedé cuando me enteré de que prácticamente toda la serie fue filmada en Berlín y una parte menor en Ontario, Canadá.

Gambito de Dama está basada en la novela del mismo nombre y escrita por Walter Tevis en 1983, historia que finalmente se convirtió en una miniserie después de muchos años de haber tratado de convertirla en película con proyectos de diferentes directores y productores. La creación de la serie estuvo a cargo de Scott Frank y Allan Scott, mientras que el guión está firmado por Scott Frank, quien también dirigió los siete capítulos de la serie. La fotografía excelente estuvo a cargo de Steven Meizler, el vestuario que pasa de la austeridad del orfanatorio al glamour de París, Las Vegas o Moscú está de maravilla, cuenta con más de 700 efectos visuales especiales realizados por la empresa Chicken Bone FX, y como un toque para redondear la serie, se tiene una música compuesta por Carlos Rafael Rivera omnipresente a lo largo de la serie, además de incluir algunos temas de los años sesenta como Venus, gran éxito del grupo holandés Shocking Blue.

La intensidad del ajedrez me trajo dos recuerdos personales, uno de los años setenta cuando todos nos pusimos a jugar ajedrez pues el juego se convirtió en un gran espectáculo mundial con las partidas entre el norteamercano Bobby Fisher y el ruso Boris Spasky que simbolizaban la estúpida guerra fría en que estuvo inmerso el mundo entero; mientras que el otro flashazo en mi mente es una escena de la película Jaque a la locura (1960) basada en Novela de ajedrez de Stefan Sweig, en la que recuerdo perfectamente la locura del actor alemán Curd Jürgens que interpretaba a un atormentado jugador de ajedrez víctima del nazismo, al mismo nivel que Berth Harmon en Gambito de Dama.






OPINION

Fuenteovejuna

El Tren Maya se descarriló igual que el gobierno. Siempre víctima, aduce sabotaje y, claro, encubre la tranza del balastro vendido por los socios de sus hijos…

www.infonor.com.mx