Historias Electorales V. Voto a favor de México

Cada vez que se tope con el chairo incorregible, con las interminables discusiones circulares, prepare su voz profunda y con elocuente convencimiento ponga orden en la discusión dejando caer la bomba que Catón nos compartió: Un voto por Morena es un voto contra México

Catón, el reconocido editorialista, historiador y cronista de la ciudad de Saltillo, escribió esta semana; “Un voto por Morena es un voto contra México… No es la primera vez que empleo aquella frase. En 1997 escribí cotidianamente en este mismo espacio: “Un voto por el PRI es un voto contra México”

La genialidad de un escritor se demuestra al encontrar, dentro de la sencillez de unas cuantas palabras, todo lo que hay por decir. La frase que escribió en sus columnas de 1997 y que repite el día de hoy, resume el gran reto que tenemos como sociedad y captura, a la vez, las frustraciones, vergüenzas, enojos y miedos que tenemos, cada uno, en lo personal.

Por eso, hay que traerla en mente y repetirla cada vez que, con el tsunami de información, opiniones, memes y discusiones que estamos enfrentando, sienta la necesidad de recordar la razón de todo este embrollo.

Cada vez que, en un grupo, alguien quiera defender a Morena, no entre en discusiones interminables, no pierda su tiempo. Si para estas alturas no se ha convencido del poder destructivo de la 4T, es que tiene su propia agenda y ya lo compraron con un hueso, un contrato, un “programa social”, un empleo o alguna dádiva que no va a reconocer.

Cada vez que, en un grupo, comience una discusión sobre la última ocurrencia de López Obrador y, aunque todos estén de acuerdo, le dan vueltas y vueltas al mismo tema hasta marear, no se desgaste en diálogos fatuos, mejor gaste su energía en alguno de esos millones de personas a quienes la política no le interesa. Ellos son, sobre los que Morena va repartiendo dinero a manos abiertas y sin control.

Cada vez que, en un grupo, su buen amigo no alcance a ver más allá de sus narices y, cuando todos coinciden en la acción grupal que se tiene que tomar, él solo ve la piedra en su zapato y no la montaña que, entre todos, hay que superar, no se desespere, no haga el intento de obligarlo a la visión de comunidad.

Cada vez que se tope, en un grupo social, con el derroche de emoción que desgasta para dejarnos igual, recuerde la frase de Catón, repítala en la mente y, ahora sí, sin soltarla, salga a encaminar los destinos del país.

La genialidad de la frase es que contiene, en su sencillez, fuertes elementos de persuasión:

Atiende a los sentimientos; hasta el peor mexicano ama a su nación. Votar contra ella, ir contra México, más que un llamado a reflexión es un fuerte llamado al sentimiento de traición nacionalista que golpea en lo más profundo del corazón.

Contrasta posiciones; la condicionante de que, uno a favor, resulta en el otro en contra no da opción a especulación. Aquí no hay tonalidades de gris ni asegunes, es solo blanco o negro tienes que decidir.

Define al enemigo; en esta elección no se elige a AMLO, es una elección donde Morena es quién participa. Qué mas da los niveles de aprobación del emperador de Palacio Nacional cuando él no aparece en la boleta. Son la otra torda de bárbaros los que ahí van a estar.

Es corta y fácil de recordar; por sensata economía, me ahorro mayor explicación.

Por eso, cada vez que se tope con el chairo incorregible, con las interminables discusiones circulares, con el ansioso ensimismado o con alguno de estos ejercicios que lo dejan a uno agotado, prepare su voz profunda y con elocuente convencimiento ponga orden en la discusión dejando caer la bomba que Catón nos compartió.

Pero, sobre todo, úsela frente a frente, llévesela a su trabajo, compártala en su casa y con sus amigos y, si tiene oportunidad, visite una colonia al otro lado de la ciudad, váyase a un parque, a un museo, o a un restaurante. Salgase de su zona de confort, de su circulo de social, y en cada oportunidad, no deje de decirla con profunda voz de elocuente convicción…

Un voto por Morena es un voto contra México.

(A Catón, a quién yo sí reconozco, pero él, a mi, seguramente no; mis disculpas por apropiarme de su frase, mi más sincero respeto por usted).