Opinión
Viernes 29 de Marzo del 2024 03:05 hrs

Pantalla

La Excavación


Si el tema central de la película es la excavación misma en busca del tesoro, la cinta tiene varias subtramas románticas y amorosas que mantiene más viva la historia

La excavación es una de esas películas muy académicas que les salen muy bien a los ingleses. Un filme de época, con actuaciones impecables, una buena historia bien contada, con un diseño de producción y vestuario sin tacha, una cinematografía preciosista muy bien balanceada, todo bien coordinado por un director que combina arte y oficio.

La historia ocurre entre 1938 y 1939, justo antes del estallido de la Segunda Guerra Mundial en la región de Suffolk, Inglaterra, cuando la señora Edith Pretty, viuda y dueña de una gran propiedad en esa zona, contrata los servicios de “un excavador”, una especie de arqueólogo local sin reconocimiento de la academia, para que lleve a cabo una excavación en busca de un “posible tesoro arqueológico” que la propietaria presume existe en sus territorios. Lo que buscan son rastros de civilizaciones antiguas que podrían remontarse a los vikingos o hasta los anglosajones de los siglos VI y VII.

La señora Pretty presume que bajo unos túmulos -pequeños montículos de tierra con que algunos pueblos cubrían una tumba- pueden estar esos vestigios ancestrales. El excavador inicia en solitario su trabajo, luego ayudado por otros dos trabajadores de la propietaria. Es una labor artesanal que deben realizar prácticamente con las manos removiendo tierra mojada para no dañar lo que pudieran encontrar bajo los túmulos.

El excavador Basil Brown es interpretado por Ralph Fiennes (El paciente inglés, la saga de Harry Potter, El gran hotel Budapest, varias del 007) muestra determinación y paciencia, pensando que su trabajo siempre ha sido subestimado por carecer de preparación académica. Su carácter retraído, así como el aristocrático carácter de la señora Pretty conducen a una relación estrictamente laboral y de complicidad que nunca llega a ser una verdadera amistad. El lazo de unión entre ambos se hace a través del pequeño hijo de la señora que sueña con cohetes y el espacio, a la vez que admira al excavador por sus conocimientos de astronomía.

Carey Mulligan (Orgullo y prejuicio, El Gran Gatsby, Drive) interpreta a la evasiva señora Edith Pretty, quien una vez que llegan al primer gran hallazgo de restos de un barco funerario que en principio suponen es vikingo, tiene que involucrar a especialistas de la Universidad de Cambridge y del Museo Británico que quieren hacer a un lado al señor Brown, el excavador. Así inicia una especie de lucha de egos que se lleva a cabo con toda la flema inglesa que caracteriza a todos los personajes hasta que realizan un hallazgo muy importante y estalla la Segunda Guerra Mundial, una época que de manera recurrente aparece en el cine inglés. Pareciera que es aún una asignatura pendiente de los ingleses.

Si el tema central de la película es la excavación misma en busca del tesoro, la cinta tiene varias subtramas románticas y amorosas que mantiene más viva la historia que de otra manera pudiera haber parecido muy tediosa, es un complemento narrativo para mantener el interés del lector de la novela y del público de la película. Estos personajes secundarios también son muy bien interpretados por actores ingleses, desde el mayordomo y la ama de llaves hasta los arqueólogos pedantes y el sobrino de la señora Pretty.

Como ya he mencionado en entregas anteriores, el cine casi siempre me lleva a otros caminos del arte, la ciencia o de la vida diaria. Con La Excavación aprendí algo sobre arqueología y el tesoro de Sutton Hoo encontrado en Suffolk, Inglaterra, piezas que hoy en día se exhiben permanentemente en el Museo Británico de Londres.

En la revista española Arte e Historia, encontré un interesante artículo sobre el tesoro de Sutton Hoo como es conocido el hallazgo histórico y del cual reproduzco algunos fragmentos: “Poco se podía imaginar entonces que la curiosidad de Basil Brown conduciría al descubrimiento del llamado Sutton Hoo, un magnífico barco funerario anglosajón (conjunto de pueblos procedentes de las tierras costeras del mar del Norte que hacia el siglo V invadieron Inglaterra) del siglo VII. Aquel hallazgo se convertiría, además, en el más importante realizado en Inglaterra, ya que proporcionaría los más exquisitos vestigios de una civilización poco conocida”.

“Acabada la guerra, en 1945, se trasladaron los tesoros del Sutton Hoo al Museo Británico. Allí, a los seis años de su hallazgo, empezaron por fin a estudiarse. (...) Dos decenios después, expertos del museo volvieron a investigar aquel enorme cementerio. Cerca del barco funerario dieron con tres enterramientos de cuerpos de la Edad Media; un poco más lejos, con yacimientos neolíticos (de la Edad del Bronce) y abundantes evidencias de un asentamiento prehistórico (de 2000 a. C.)”.

“(...) A finales de los ochenta y principios de los noventa se realizó la mayor y última misión arqueológica. Entre otras acciones, se reconstruyeron los montículos a la altura que tenían cuando se identificaron en 1938. Además, un grupo de expertos dató por vez primera de forma precisa el barco funerario –entre los años 640 y 670–, gracias a las monedas halladas dentro de un cofre conservado en la cámara funeraria”.

“En 2002, el yacimiento pasó a formar parte del National Trust (organismo benéfico independiente que se dedica a la protección del patrimonio del Reino Unido), y se abrió al público. Sin el descubrimiento del Sutton Hoo y los artefactos que custodiaba hubiera quedado relegada al olvido la importancia de Inglaterra desde el tiempo del éxodo de los romanos (a comienzos del siglo V) hasta la invasión vikinga (a finales del VIII). Sutton Hoo no es un mero camposanto, sino una rendija desde la que explorar el pasado de los primeros anglosajones”.

“Entre las piezas encontradas está una espada, la empuñadura es de oro con incrustaciones de granates, el mango consiste en un bloque de hierro cubierto de madera, y el filo es todo de hierro. Un cofre, recipiente de oro decorado con filigranas también de oro y de cristales azules, rojos y blancos. La tapa es la única parte del recipiente hecha de marfil. Un casco, la pieza central de la tumba. 37 monedas de oro y de la dinastía merovingia (gobernante de Francia y parte de Alemania entre los siglos V y VIII), ayudaron a precisar la datación del barco; una hebilla de oro y cuernos como recipientes para beber. También un escudo y un cetro, vara de piedra con cuatro pequeños rostros, posiblemente de Thor, dios vikingo de la guerra, entre otras piezas”.

Sin duda, La Excavación es una buena película que como mencioné, está realizada en un estilo que dominan muy bien los ingleses. Estuvo muy nominada para los premios BAFTA, el equivalente al Oscar en Estados Unidos, al Ariel en México, a los Goya en España o a los César en Francia. La película está disponible en Netflix.






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Fuenteovejuna

Prisas y caprichos siempre llevan por mal camino. Primero fue el Tren Maya y ahora se descarrila Mexicana de Aviación con un pleito multimillonario en USA…

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