Opinión
Miercoles 24 de Abril del 2024 09:02 hrs

La Señora de las Tlayudas


El nuevo aeropuerto nos deja evidencia de la forma en que se han involucrado las fuerzas armadas en la vida civil, del uso de los símbolos populares como sostén de política pública, de los usos y costumbres de la clase política mexicana, del voluntarismo como método de acción

La noticia de la semana es, indudablemente, la inauguración del Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles y, aun así, muy poco sabemos sobre el tema. 

Sabemos que el AIFA y su predecesor, el NAIM, nos afectó a todos los mexicanos; marcó un punto de no retorno en México. Fue el golpe en la mesa que nos indicó que las decisiones se tomarían políticamente; supuestamente separando el poder político del económico. Más bien, supeditándolo.

Nos enseñó la maestra de historia que los errores no son de las personas, son de la historia. Que las decisiones, atribuidas a un personaje, eran, en realidad, consecuencia de factores que le dejaban esa opción como la única posible dadas las circunstancias que lo rodeaban.  Las decisiones son consecuencia de causas que, por casualidad histórica inexplicable, nos dirigen a ellas. A un observador mundano, no hacen lógica.  Solo logran sentido con el paso del tiempo y la distancia, el análisis de la información histórica que se revela y que permitían ver, como evidente, la serie de eventos fortuitos y decisiones inexplicables.

El AIFA será testimonio, con el paso del tiempo de la lógica, tras las decisiones, aciertos o errores, que el actual gobierno está tomando. El nuevo aeropuerto nos deja evidencia de la forma en que se han involucrado las fuerzas armadas en la vida civil, del uso de los símbolos populares como sostén de política pública, de los usos y costumbres de la clase política mexicana, del voluntarismo como método de acción. En fin, de muchas de las cosas por las que el actual gobierno nos parece, por decirlo de una forma respetuosa, rústico a muchos mexicanos.

En un justo uso del beneficio de la duda, comparto que, recientemente, un analista político y social, confesó que, desde su punto de vista, de no haber ganado la presidencia López Obrador, un estallido social en México era predecible. Según su tesis, la polarización no fue sembrada por el presidente; estaba oculta, reprimida, lista para estallar en conflicto social a la más mínima provocación. Fruto del descontento de quien no logra salir de la miseria y la violencia. A quién la modernidad prometida por la revolución institucional, y la democracia y apertura económica, no ha hecho justicia.

Así es como lo que más significado toma, de magna inauguración, fue el video de la señora vendiendo sus tlayudas.

La señora no tiene cabida ante la obra emblemática de un gobierno nacional, observada en todo México y muchos otros lugares del mundo. El video que la descubre da pie a burlas y memes en redes. Su sencillez y humildad contrasta con la decisión de gastar cientos de miles de millones de pesos en la cancelación de un aeropuerto de talla internacional y la construcción de su versión disminuida.

Pero sus palabras, apenas audibles en el video, traen un profundo significado: el razonamiento de su derecho al trabajo en ese lugar, frente a la incredulidad de la Guardia Nacional que le pedía que saliera, sin atreverse a ejercer legítima fuerza pública. Mientras una larga fila de clase medieros se deleitaban con la comida tradicional de aquellos que no pueden pagar un boleto de avión y que viven toda su vida en un reducido espacio físico, económico y social.

La historia nos dirá si las decisiones que se han tomado en los últimos tres años han sido correctas; si comparamos el daño y destrucción de la Cuarta Transformación con la posibilidad de un estallido social como el que se vivió un siglo atrás, parecería que nos ha salido barato.

Mucho menos barato es la falta de oportunidades, tan evidentemente representada por la señora de las tlayudas, que seguramente ya no las encontrará más en el AIFA, que, de haber nacido en un México de equidad de oportunidades y estado de derecho, sería exitosa empresaria dueña de una cadena de comida tradicional mexicana.

Lo más caro de todo, para nuestra amada nación, es si con el paso del tiempo y el juicio de la historia, la destrucción de López Obrador no le acercó, ni tantito, más oportunidades a la señora de las tlayudas y a su descendencia.

 

 

 






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