¡AL HUESO!

Maestro en birlibirloque

Con una oposición de pies de barro, enredada en sus colas, el Presidente tiene campo abierto para desembarazarse de toda responsabilidad en el patente desastre y seguir sembrando ilusiones con su palabrería

 “El populismo ama tanto a los pobres, que los multiplica”. Mariano Grondona.

Doctorado en el arte del artificio verbal -hay que reconocérselo- López Obrador ha logrado extender por más de dos años la abrumadora ilusión que generó en la última campaña, lo que explica la contradicción entre un país puesto al borde del abismo por sus decisiones y un Presidente que sostiene alta aceptación.

Faltaría espacio para enumerar todas las falsedades, distorsiones, mentiras flagrantes y manipulación de cifras con que el actual gobierno federal ha encubierto las verdades y desviado la responsabilidad de sus fracasos.

Podemos enumerar de botepronto las principales, para evitar que la rutina nos lleve a dejar de recordarlas:

-       Canceló el aeropuerto de Texcoco y anunció grandes ahorros. La Auditoría Federal determinó que entre el costo de cancelar y el de construir el multicuestionado de Santa Lucía, se ha gastado casi el doble.

-       Por “ahorro”, posa en vuelos comerciales con algunos de su comitiva, mientras los Boeing de la Fuerza Aérea trasladan al resto y a su equipo de seguridad.

-       Anunció la venta del avión presidencial TP-1, inventaron interesados, contratos en curso, depósitos de garantía… ¡hasta lo rifaron! y el avión sigue en el hangar. Como sabe cualquiera relacionado con la aviación, ha costado más en tierra que volando.

-       Sin ingresos personales, sostuvo el costo de una campaña continua de más de tres lustros. Cuando videos demostraron que su hermano era uno de los recolectores de dineros ilegales, lo justificó como “aportaciones”. Cuando sus hijos hacen ostentación de riqueza, acusa golpes bajos. “No se metan con la familia”, protesta

-       Pregona austeridad y decidió vivir “modestamente” en Palacio Nacional, por cuyos pasillos se pasea como los antiguos virreyes. Una decisión solo comparable con la de Porfirio Díaz, de residir en el Castillo de Chapultepec. Lázaro Cárdenas optó por “ciudadanizar” la residencia oficial y la estableció en Los Pinos.

-       Aseguró que con “abrazos, no balazos” pacificaría el país. Resultado: se han fortalecido los cárteles, cunden las masacres, los asesinatos, los feminicidios. Los índices de delitos y violencia son mayores que en los tres sexenios anteriores. Como se reveló en Baja California, ordenaron ¡por escrito! a la Guardia Nacional no perseguir a los delincuentes, “para cuidar personal y equipo”.

-       Prometió en campaña que las fuerzas armadas regresarían a sus funciones y hoy es tanta su intromisión en la vida pública que solo les falta decir misa los domingos.

-       Aseguró que como Presidente fortalecería la independencia y el respeto entre poderes, pero prohíbe a los legisladores realizar un mínimo cambio a sus iniciativas y pide que enjuicien a los jueces que frenan sus ilegalidades.

-       Junto con “el mejor epidemiólogo del mundo”, restaron toda importancia a la advertencia de pandemia, ante la cual bastaba una estampita religiosa y un billete de dos dólares. Ya cruzamos la frontera de 200 mil muertos, según el recuento oficial, 380 mil según el extraoficial.

-       Eficientemente auxiliado por el canciller Ebrard -bombero y multiusos del sexenio, con ansias políticas indisimuladas- pregonan un festival de cifras que permitirían vacunar a toda Latinoamérica. Lo real, México está en los niveles más bajos del ranking, con apenas 5% de la población inoculada, por una estructura paralela al sistema de salud y con inocultable manejo electoral.

-       Hizo del combate a la corrupción su promesa central de campaña y los informes de la Auditoría Superior de la Federación muestran mayor número de irregularidades que en el sexenio de Peña Nieto, lo que es de por sí sorprendente.

-       En el mismo rubro, dijo que fortalecería los organismos de control. En verdad, les quitó o recortó presupuesto y los fustiga casi a diario desde su púlpito mañanero. Y cerca del 80% de los contratos gubernamentales -incluidos los que maneja el Ejército- son por adjudicación directa, paraíso de la corrupción.

-       El más descaradamente electorero de los presidentes, que toda acción la mide en términos de votos, inventa un “pacto” para una neutralidad electoral que está exigida por la Constitución y hace que los gobernadores, bajo presión, firmen un documento en que no participaron y ni siquiera conocen. Al día siguiente lo viola.

-       Machaconamente repitió -y repite- que su compromiso es reducir el precio de la gasolina. El desmentido está a la vista de todos en las estaciones de servicio.

Y hay más, pero espacio no tanto…

Con una oposición de pies de barro, enredada en sus colas, repitiendo los mismos estilos y vicios del pasado, incapaz de levantar un liderazgo sólido y creíble, el Presidente tiene campo abierto para desembarazarse de toda responsabilidad en el patente desastre y seguir sembrando ilusiones con su palabrería, ante una ciudadanía que no ve opción.