Opinión
Viernes 19 de Abril del 2024 19:02 hrs

¡AL HUESO!

Malos augurios


Los programas de apoyo cojean de una falla populista fundamental: tienen motivación electorera y no van acompañados por acciones que lleven a un crecimiento económico para otorgarles soporte financiero

“Si el enemigo se está equivocando, no se lo hagas saber”. Napoleón Bonaparte.

Una antigua y difundida máxima señala que si continúas haciendo lo mismo y de igual manera, no puedes esperar resultados distintos.

Bajo esa óptica y de acuerdo con la experiencia de los primeros tres años del actual gobierno federal, a pesar de los buenos propósitos generales no es precisamente un cambio de rumbo y un alto al declive del país lo que seguramente nos deparará el entrante 2022.

En salud, preocupación primaria actual, lo ha dejado nuevamente en claro el subsecretario López Gatell: no habrá cambio en la irresponsable metodología para enfrentar la pandemia y cuando países con menos recursos vacunan niños desde los seis años y preparan cuarta dosis, aquí se considera innecesario inmunizar a los menores de 15.

Se suma la obstinación en mantener “semáforos verdes”, pese a la más dura advertencia de descontrol: el creciente y ocultado número de contagios con la mutación del virus.

Asimismo, la nueva responsabilidad del Ejército, transportar medicamentos, apenas resultará un “curita” ante la obstinación de no reponer el sistema de abasto anterior. Con defectos, era perfeccionable, pero funcionaba infinitamente mejor que el caos actual.

En seguridad, el patético resultado de la política de “abrazos no balazos” se mide en cifras de muertes cada día más violentas y deplorables, las que superan en número a los criticados sexenios anteriores y han llevado a la población a la resignación y/o a una temible indiferencia como cobijo psicológico.

La militarización policial, a través de la farsa de la Guardia Nacional “civil”, en términos reales no ha dado resultados y sin embargo precisamente en estos días se presiona a gobernadores y alcaldes para que entreguen a Ejército o Marina el control en seguridad.

En economía y finanzas el panorama no se vislumbra menos negativo, ante un empresariado fustigado con insistencia en palabras, cambio de normas y hasta violaciones legales, por lo cual han pospuesto proyectos y realizan las inversiones mínimas necesarias para apenas mantener sus negocios en marcha.

El resultado ha sido una recuperación del PIB menor a lo perdido en los primeros tres años, y una economía enfrentada, además, a un desborde inflacionario que golpea fuerte precisamente a las familias de menores ingresos, esas que dice López Obrador son su prioridad.

Con el país en una situación de estanflación, los ingresos hacendarios se ven reducidos y el gasto público es centrado casi exclusivamente en los tres criticados e inviables proyectos obstinados por el Presidente, así como en el intento de resurrección de PEMEX y la CFE, además de la carga de sus programas de “bienestar”.

Con justificación social indiscutible en algunos casos y en otros censurables -como sucede en el caso de incentivar la improductividad en los jóvenes-, en su conjunto los programas de apoyo cojean de una falla populista fundamental: tienen motivación electorera y no van acompañados por acciones que lleven a un crecimiento económico para otorgarles soporte financiero.

En las cifras sin otros datos, el único factor de ingresos favorables es la rápida reactivación económica de Estados Unidos, cuyo efecto en producción aquí ha sido mínimo, pero se ha traducido en un incremento en las remesas de los trabajadores mexicanos legales e ilegales en ese país, lo que visto con ojos duros representa prácticamente una figura de mendicidad trasfronteriza.

Sobre la corrupción económica y política no es necesario ahondar: allí están los videos y la larga lista de imputados por la sociedad, siempre protegidos desde Palacio a través de una fiscalía y jueces genuflexos ante los intereses presidenciales.

Tampoco en lo político se puede esperar mucho, dado que la sostenida e invariable conducta belicosa y sectaria de López Obrador le impide asumir realmente la responsabilidad de Presidente de todos los mexicanos y ha llevado a una profunda polarización de la sociedad.

No son mejores otros aspectos torales de nuestra actual realidad y, en todos ellos, factor central en el deterioro de la calidad país se encuentra en el estilo político del Presidente y fundamentalmente en su terquedad, que le impide escuchar y menos aún rectificar.

Adelantó los tiempos de la sucesión e indiscutiblemente se inclina por la gris figura de la jefe de gobierno de Ciudad de México, quien en su visión le garantiza en mayor medida la prolongación a control remoto de su mandato. Resultado: llevó la confrontación política a las propias filas del movimiento -que no partido- con el cual llegó al poder.

En cualquier caso, es posible predecir que quien llegue en 2024 a la primera magistratura, cercano o lejano a él, a fuerzas de la realidad tendrá que tomar un camino muy alejado de las políticas que han llevado al país a la triste situación actual. Por lo tanto, es posible predecir que camina hacia el fracaso cualquier intento de Maximato.






OPINION

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