Opinión
Jueves 28 de Marzo del 2024 05:37 hrs

Maquinaria Electoral, ¿O No?


El incentivo de trabajar para ser electo es, como lo hemos creado, alcanzar una posición que permita extraer rentas de la sociedad en beneficio personal y de un compacto grupo cercano

Quienes hemos tenido la oportunidad de participar en alguna posición política viniendo de la iniciativa privada, nos damos cuenta de lo perverso del sistema político electoral que hemos construido en México.

A partir de la transición democrática y, me atrevería a decir, con los cimientos de nuestras historia desde la época colonial, pasando por la Independencia, la Revolución y la era del partido único,  construimos una maquinaría que trabaja para las elecciones. Toda la vida social se enfoca a la competencia electoral dificultando el curso correcto de las políticas públicas, estorbando a la iniciativa privada y el desarrollo de lo que  no es parte de la política electoral y quienes hacen su vida en otros ámbitos.

Este año, ante las elecciones más grandes de la historia, la locomotora electoral ya va a todo vapor. En realidad, nunca paró. El perverso sistema político electoral en el que vivimos ha sido afinado y lubricado por el presidente, constantemente, desde 2018.

Como él mismo dijo;  gobernar es muy fácil, no tiene mayor ciencia. En estos tres años nos ha demostrado que ni siquiera hay que hacerlo bien; no hay que fomentar el estado de derecho ni mejorar la economía, mucho menos cuidar la salud, la seguridad, la educación y otras cosas menos tangibles que deseamos los mexicanos. Lo importante es ganar las elecciones, afianzarse en el poder e imprimir la voluntad propia.

Todo político que se precie -  el presidente ha alcanzado el pináculo - sabe que en México no es lo mismo trabajar para las elecciones que ser electo para trabajar. Muchas personas sueñan con ser estadistas y transformar México, o, por lo menos, su comunidad. Pero los incentivos equivocados que, como sociedad, hemos construido pronto se descubren al entrar a la administración pública; ganar una elección o, en ocasiones, solo participar, le permite a uno hacerse de un pequeño pedazo del bien público para usufructo propio, por los años que dure el cargo.

El incentivo de trabajar para ser electo no es, como debe de ser, el ser electo para trabajar en favor de un país mejor. El incentivo de trabajar para ser electo es, como lo hemos creado, alcanzar una posición que permita extraer rentas de la sociedad en beneficio personal y de un compacto grupo cercano.  

La política pública es, sin duda, la parte más importante del desarrollo de cualquier nación. A través de los procesos políticos una sociedad debe de organizarse para fomentar el estado de derecho, la economía y su propio bienestar. Del éxito o fracaso de la política pública es de donde un país se desarrolla, supera los retos que el entorno le presenta y aprovecha las oportunidades que se le dan.

El error se da cuando entendemos por política pública solamente política electoral, o partidista, que, para el caso, es lo mismo. Durante la transición democrática no entendimos que el objetivo de la apertura, la alternancia y la creación de instituciones ciudadanas e independientes era regular la política pública para que, a través de ella se persiga el desarrollo nacional. Como sociedad creímos que por si mismo, un cambio de régimen, lograría lo que es tarea de todos.

Esa idea nos la quieren volver a vender, por eso tanto ruido y encono, señalando las diferencias y desechando las coincidencias. Los mexicanos tenemos la obligación de seguir otros ejemplos, aquí mismo, donde el contraste no podría ser mayor.

En la Cámara Nacional de la Industria de Transformación, esta semana, el actual presidente es electo por un año más. No trabajo para su elección, fue electo para trabajar en representación de la industria de México, y las personas que colaboran en ella, con el liderazgo y altura de miras en beneficio de la nación.

En 1997, durante la transición democrática la afiliación a las Cámaras Industriales dejo de ser obligatoria. La iniciativa privada entendió, al contrario de los partidos políticos, su verdadero rol en el desarrollo de México: buscar en la competencia e inclusión, las coincidencias que den la fortaleza para el desarrollo y el bienestar.

 






OPINION

Fuenteovejuna

El Tren Maya se descarriló igual que el gobierno. Siempre víctima, aduce sabotaje y, claro, encubre la tranza del balastro vendido por los socios de sus hijos…

www.infonor.com.mx