Posición Opositora

Coahuila será escenario de una batalla cruenta, más por el significado que el triunfo le trae al inquilino de Palacio Nacional – a él, que tanto le gustan los símbolos – que por el peso electoral y territorial que significa

Seis meses antes de que comience el proceso electoral en Coahuila, con el comienzo del año, hubo una sacudida en la política local. A tres meses de distancia los contendientes se consolidan y las fuerzas se aglutinan en torno a ellos.

Con la visita del Subsecretario de Seguridad Pública federal, de licencia temporal para promover la revocación de mandato, las definiciones no pudieron esperar más y los grupos se aglutinaron, los indecisos se decantaron y, los que quisieron navegar sin tomar posición, se destaparon.

La primera actividad reportada del funcionario en la entidad fue reunión con el propio gobernador. No hay por que dudar que se trató el tema de la seguridad pública en la entidad, como fue anunciado. Aunque tampoco habría por que creer que no se trataron temas de mucha mayor intensidad política.

El subsecretario no solo es el más probable contendiente de Morena para la gubernatura del estado, sino que, por una vieja amistad, producto de haber compartido la lucha política común en sus inicios, también es el más probable embajador del poder central ante el gobernador de Coahuila.

Lo que sea que se haya platicado, cualquiera que haya sido el mensaje o la negociación, no surtió frutos. El Gobernador no tuvo empacho en hacer lo que ningún otro de oposición se había atrevido y se subió a la discusión en contra de la revocación de mandato. Esto le permitió, no solo marcar posición ante la opinión publica local, sino que atrajo los reflectores nacionales que, por la marea de información que se produce día a día, no duraron más que unas cuantas muy bien logradas horas.

Si el Presidente fuera otro, podríamos pensar que hay algún acuerdo bajo la mesa y que la posición del Gobernador solo fue para guardar cara. Con López Obrador, la posibilidad de que las declaraciones en su contra sean solo fachada es impensable; el ego del presidente no permite ningún tipo de disenso público, o en ámbito privado, de seguidores u opositores.

Ninguna señal hay de acuerdo o entendimiento entre mandatarios como sí la hay en otras entidades, donde el presidente y gobernadores de oposición pavimentan el suelo donde pisan con elogios y flores. En Coahuila, lo que se ve es lo contrario, episodios como la celebración del día del Ejército, con la rudeza mostrada por el Presidente, al no ceder micrófono al anfitrión, y el evidente desencanto que mostraban sus caras.

El camino hacia la elección de junio del 2023 se mira largo y sinuoso. Aun con la fortaleza amasada por el Gobernador en la esfera local, que en todo momento expresa apoyo a su delfín, las condiciones del partido que lo abandera a nivel nacional son extremadamente complejas. Los obstáculos que sortear, para llegar con fortaleza y unidad, a la elección del próximo año serán desafiantes y vendrán de donde menos se espera.  

Coahuila será escenario de una batalla cruenta, más por el significado que el triunfo le trae al inquilino de Palacio Nacional – a él, que tanto le gustan los símbolos – que por el peso electoral y territorial que significa.

Para los que creemos que la Cuarta Transformación es la destrucción de la Nación y la cancelación de un futuro próspero para la población, para los que ponemos por delante la ética y la razón a la búsqueda indiscriminada del poder, es un aliento el ver que se sostiene posición opositora ante el contrincante que parece llegar con toda la fuerza de la federación.

A riesgo de pecar de optimista, me parece que también hay señales de que la firmeza se extiende más allá de las fronteras del estado: habiendo solicitado los diputados del PRI posponer la discusión de la reforma eléctrica hasta pasadas las elecciones de este año, su comienzo en estos días empujada por la fracción oficialista, nos deja ver que no hay acuerdo entre Morena y el PRI y que la alianza opositora no se ha roto.