Opinión
Viernes 29 de Marzo del 2024 04:34 hrs

Traditor Est


La verdadera discusión es el tipo de estado que se intenta construir. El modelo que intenta implementar López Obrador y su movimiento se refleja en aquel de las décadas sesentas, setentas y ochentas del siglo pasado

Ante el grito de #TraidorALaPatria, el oficialismo hace politiquería sin admitir que la verdadera discusión que se está llevando a cabo, el fondo del asunto, no lo entienden. Aquellos, pocos, que lo entienden prefieren cerrar los ojos con la mano levantada, antes que perder las canonjías que la llegada al poder de Morena y López Obrador les concedieron.

No basta con saber que “…la parte proteccionista de las cosas limita y hace que no se desarrolle…” No basta con saber que “la aprobación en fast track significa que no se va a admitir… ningún cambio” de los propuestos, en las reservas presentadas, para votar a favor en la comisión y, consecuentemente, en el pleno.

Los que entienden los riesgos y vicios de las propuestas que vemos al presidente aventar, como si fueran tortillas al comal, seguramente no entienden que la verdadera discusión es el tipo de estado que se intenta construir.

No hay forma de desligar la intervención del gobierno en la economía con la forma de actuar antes sus ciudadanos. La historia mundial nos enseña una clara relación entre el autoritarismo y el intervencionismo económico del gobierno que crea medios de producción, legisla monopolios estatales y regula la acción privada. Un estado desaparece entidades reguladoras autónomas regidas por leyes y reglamentos, para sustituirlas por entidades centralizadas con capacidad de acción discrecional.

México no es la excepción. En la época posrevolucionaria del siglo XX, los años de gobierno del PRI fueron caracterizados como un sistema autoritario, suave.  Sin embargo, los años de la llamada Guerra Sucia, a lo largo de las presidencias de Gustavo Diaz Ordaz (1964 – 1970), Luis Echeverría Álvarez (1970 – 1976) y José López Portillo (1976 – 1982) fueron de un autoritarismo duro, en el que la solución de los conflictos sociales se caracterizó por una utilización oscura y discrecional del ejército y fuerzas del orden contra los opositores.

Esos mismos años fueron los que el gobierno tuvo un crecimiento extraordinario de participación en los medios de producción y la rectoría economía. Entre los años de 1960 y 1982 el gobierno, centralizó por completo las decisiones económicas al tiempo que pasó de tener 272 paraestatales a 1155. En estos años no privó racionalidad económica en la creación, adquisición y rescate de empresas; existían en todos los sectores, de todos los tamaños y tipos. Todas compartían un mismo objetivo político al favorecer a un grupo, apoyar a un gremio o ser promesa de campaña.

Naturalmente la falta de planeación económica y el derroche de recursos productivos llevó a la quiebra del sistema hacia el final de la década de los setentas y las recurrentes crisis económicas de los ochentas y noventas.

El desenlace fue la crisis institucional que llevó a que México se deshiciera de más de 900 paraestatales quedando 280 para 1990 y apenas 202 para 2019, al comienzo de este sexenio. De estas, 16 son empresas productivas englobadas bajo Pemex y la CFE, 53 centros de investigación del Conacyt, del sector salud y descentralizados. Y el resto organismos y empresas con participación publica que cumplen objetivos sociales, ambientales y de gobierno claramente justificados.

Al mismo tiempo que el gobierno dejó atrás el sueño de tener la rectoría económica, también se vio forzado a la apertura democrática, la alternancia, la promoción de los derechos humanos, la creación y fortalecimiento de contrapesos institucionales y la promoción de una sociedad libre y equitativa.

El modelo que se implementó a partir de ese momento puede no ser perfecto; la construcción de un país moderno, donde prive el estado de derecho, la equidad y la oportunidad de desarrollo individual toma siglos.

No hay que ser ningún erudito, ni tener un gran entendimiento de las cosas, para ver que el modelo que intenta implementar López Obrador y su movimiento se refleja en aquel de las décadas sesentas, setentas y ochentas del siglo pasado; en los últimos diez días se han dado más que suficientes ejemplos de ello.

Lo que no es perdonable es que aun conociendo los riesgos y vicios de lo que el Presidente les avienta, los legisladores levanten la mano dando su beneplácito sin, siquiera, cambiar una sola coma. Eso es #TraiciónALaPatria.






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Fuenteovejuna

Prisas y caprichos siempre llevan por mal camino. Primero fue el Tren Maya y ahora se descarrila Mexicana de Aviación con un pleito multimillonario en USA…

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