Opinión
Martes 23 de Abril del 2024 18:48 hrs

¡AL HUESO!

Un Legado Injusto


La vocación disruptiva del Presidente, presente en toda su carrera política y que en el ejercicio del gobierno ha frenado un desarrollo nacional defectuoso pero corregible, se ha transformado así y en los hechos, en acción destructora sin rumbo

“Los políticos son iguales en todo el mundo. Prometen construir un puente incluso allí donde no hay un río”. Nikita Kruschev

 

Termina un tercer año de guerra civil silenciosa, en que la sinrazón de quien domina la fuerza del gobierno nos está llevando a un Estado desinstitucionalizado y una sociedad en polarización extrema, resultado de un proceso desintegrador que vulnera incluso el sentido mismo de Nación.

Uno tras otro ha ido demoliendo pilares o anulando la personalidad de organismos forjados por luchas y exigencia de la sociedad, con resultado de un retroceso democrático que nos ha sumido en una indesmentible y socialmente costosa autocracia.

Llegó al anhelado control del poder montado sobre el hartazgo de una mayoría ciudadana ante los errores y excesos del pasado. A ojos visto, arribó sin un proyecto coherente y sustentado, reemplazado por un voluntarismo sin más base que sus rencores y sin más rumbo que su matinal estado de ánimo.

Un poder cuyos límites ha ido minando consistentemente, en un proceso de destrucción institucional que, a la altura de tres años, centra la preocupación analítica en la herencia hacia un complejo y conflictivo futuro.

La flexible comunidad mexicana, anonadada por la insatisfacción, ofreció campo abierto a la esperanza de un cambio que no ha pasado de la autocreencia personal, mientras en la realidad se concreta un retroceso general. 

No será tarea corta ni sencilla recuperar el prestigio y la confianza social para recuperar o reconstruir instituciones hoy cooptadas, anuladas o desaparecidas, las que sin embargo son fundamentales en la definición de un estado moderno.

Lo que inició con la Comisión Nacional de Derechos Humanos, convertida hoy en un nido de incapacidades, rencores, venganzas y sumisión, pasó por secar o desaparecer una serie de organismos autónomos de equilibrio de poder, se prolonga en estos días al área económica con el Banco de México y el Instituto Nacional de Geografía e Informática, para seguir seguramente con el Instituto Nacional Electoral.

Sin instituciones de contrapeso y/o control, con un congreso intelectualmente castrado y sometido al capricho de la voluntad individual, es un poder judicial no libre de vicios y deformaciones el que se ha constituido en la última y dudosa esperanza de límite.

La vocación disruptiva del Presidente, presente en toda su carrera política y que en el ejercicio del gobierno ha frenado un desarrollo nacional defectuoso pero corregible, se ha transformado así y en los hechos, en acción destructora sin rumbo.

Y ese se encamina a ser el legado que la historia no perdonará a López Obrador, el debilitamiento interno y externo de México, resultado de su animadversión a la inteligencia y la opinión ajena, en conjunción con su incapacidad para concertar, convencer, negociar y en definitiva construir.

Confiemos en que el 2022 nos lleve a un despertar de la razón democrática de la sociedad mexicana y que su expresión nos reencamine a la construcción de un mejor futuro, con la mirada puesta en el pasado y en el presente solo para no repetir errores.






OPINION

Fuenteovejuna

Otra óptica: Para la candidata oficial, lo grave no fue que enmascarados armados la interceptaron en Chiapas, sino que reporteros lo constataran y difundieran…

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