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Domingo 05 de Mayo del 2024 05:27 hrs

Continuarán eventos de intenso calor en el país

Continuarán eventos de intenso calor en el país Foto: Cortesía

Investigadores de la IBERO explican las implicaciones del fenómeno El Niño y llaman a tomar acciones desde la individualidad.

Ciudad de México.- Luego de siete años, este 2023 el mundo vuelve a vivir un ciclo más del fenómeno meteorológico conocido como El Niño, y la Organización Meteorológica Mundial (OMM) prevé que “aumentará considerablemente la probabilidad de que se batan récords de temperatura y que se desencadene un calor más extremo en muchas partes del mundo y en el océano”.

El ciclo denominado Oscilación Meridional de el Niño (ENOS), no ocurre cada año, sino que es irregular y se produce cada de dos a siete años, y se compone por dos fenómenos que se alternan: el Niño y la Niña. Se origina cuando las aguas de la superficie del Pacífico Ecuatorial se vuelven más calientes de lo normal; sus efectos pueden ocasionar inundaciones, sequías y hasta incendios forestales, así como deslizamientos y afectaciones en las cosechas. 

De acuerdo a los investigadores del Centro Transdisciplinar Universitario para la Sustentabilidad (Centrus) de la IBERO Ciudad de México,  José Alberto Lara Pulido y Juan Manuel Núñez Hernández, en México, por ejemplo, la más reciente ola de calor de junio pasado, con temperaturas que llegaron a hasta 49° Celsius en algunas entidades del país, tuvo que ver con El Niño,  así lo explicó  Lara Pulido, también Director del Centrus.

"Su aparición causó falta de viento  y cuando no hay viento, las masas de temperatura, el calor, se queda ahí,  cuando hay viento, es como un ventilador que disipa el calor y reduce las temperaturas. Particularmente en México, las altas temperaturas provocaron un domo de calor, que se produce cuando las altas presiones atmosféricas empujan el aire caliente hacia abajo, evitando que suba  atrapándolo en una región concreta". 

Además, la falta de viento afecta otro fenómeno complejo: cada año, principalmente en verano, nubes de polvo proveniente del Desierto del Sahara en África son arrastradas hasta América del Sur, donde sus nutrientes fertilizan la selva del Amazonas en Brasil.

 De acuerdo con la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA, por sus siglas en inglés), cada año, más de 100 millones de toneladas de polvo sahariano llegan a América.

En su camino sobre el Océano Atlántico, la arena que cae sobre el mar forma una capa que impide que salga tanto calor del océano. Este año, la presencia de El Niño retrasó estas masas de viento hasta finales de junio, "no ha había nubes de polvo, la arena no había cubierto el mar y éste liberó mucho calor, lo cual hizo que las temperaturas aumentaran". Finalmente, el viento corrió y el 23 de junio terminó esa ola de calor. 

Sin embargo, la probabilidad de que se registren más eventos de calor en el país es alta. 

Cobra relevancia considerar que el pasado 3 de julio fue el día más caluroso jamás registrado a nivel mundial, según datos de los Centros Nacionales de Pronóstico Ambiental de Estados Unidos. 

La temperatura global promedio alcanzó los 17.01 grados Celsius, superando el récord de agosto de 2016 de 16.92 grados. 

Lo que va a suceder en los próximos meses con El Niño, es un caldo de cultivo para más huracanes "y huracanes gigantes", advierte José Alberto Lara, esto debido a que el ambiente se está calentando mucho y las corrientes de aire frío y caliente se van a mezclar y a provocar tormentas que evolucionarán a huracanes. 

Ante ello explicó que si las olas de calor de este año tienen que ver con el fenómeno de El Niño, se puede pensar que en los próximos años, cuando no haya Niño, no tendrían que ser cada uno más cálido que el anterior, aunque el promedio en general vaya subiendo. 

Si la tendencia continúa como se ha presentado en los últimos diez años, podemos esperar que la temperatura promedio del planeta tienda a elevarse, pero no es algo que vaya a suceder de manera lineal, sino con unos años más frescos que otros, dependiendo de diversos factores, entre ellos El Niño. 

Refrescar el ambiente de manera natural 

No obstante, hay que recordar que, como apunta el investigador Juan Manuel Núñez Hernández, ondas de calor como la vivida en junio normalmente suceden entre abril y mayo en estas regiones. “Que sucedan en junio, casi julio, nos habla de que no sólo ocurren con mayor intensidad, sino además de manera mucho más amplia”. 

Este experto estudia el tema de las islas de calor, que consisten básicamente en entornos urbanos cuyos materiales guardan calor durante el día y lo liberan durante la noche. “Las ciudades son el reflejo de la actividad humana en la Tierra. No hay una obra más grande del impacto de la actividad humana que las ciudades”, nos dice. 

En el caso particular de la isla de calor, agrega que, si no hacemos nada, el efecto todavía puede ser peor. Y la respuesta no está en refrescar el ambiente de manera artificial, “que cada quien vaya y se compre su aire acondicionado no ayuda porque ello implica mayor demanda de energía y por lo tanto mayor emisión de gases de efecto invernadero, que están directamente involucrados con la participación humana en el cambio climático". 

Lo primero que se puede hacer es sensibilizar sobre estos temas y entender que todos formamos parte del problema.

 A nivel personal o familiar, se pueden tomar medidas como quitar o cambiar los focos incandescentes por focos de luz más fría, usar impermeabilizantes de colores claros, y llenar de vegetación nuestros espacios habitables. 

A nivel de colectividad y acciones de gobierno, procurar que en los espacios públicos vegetación arbórea, sobre todo árboles grandes que den sombra, que absorban mucho calor, que tengan las hojas muy grandes. También, que la ciudad se llene de espacios azules, de cuerpos de agua, de fuentes que funcionen. 

Además, usar pavimentos que no absorban tanta radiación solar y que sean permeables para que se mantengan húmedos. Y a futuro, gestionar de mejor manera el crecimiento de las ciudades. 







OPINION

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