Con muy esporádicas apariciones públicas desde que entregó el poder, las más recientes -y con ellas sus declaraciones- han generado enojo en la cúpula del poder, porque han sido dardos certeros para mostrar y cuestionar la destrucción de la democracia en México.
La oferta hecha, el precio de garantía, es un cálculo financiero que hizo alguien ajeno a la realidad de estos mexicanos, con una visión limitada, a partir de reportes, análisis y directrices financieras que poco explican el drama que se vive en el campo.
El odio, como herramienta de confrontación política iguala a los populistas autoritarios de cualquier signo, que usan la democracia para llegar al poder y se cobijan en sus defectos para destruirla. No hay en ellos intento alguno de formular políticas conciliadoras y dejan en sus países una dura tarea de reconstrucción.
La oposición, enfrenta el problema de que no reconoce que la cancha donde pueden jugar es otra. El relanzamiento del PAN, el nuevo, pugilato y contestón PRIAlito y el tímido MC, del que no se escucha ni interesa, parecen estar más interesados en aferrarse a lo que queda, que en reconocer las nuevas condiciones y hacer frente a Morena.
Agua, lodo y sangre desenmascararon durante la pasada semana las mentiras e incapacidades del gobierno federal, con millones desamparados ante lluvias inusuales previstas; un crimen que mostró la inseguridad en CDMX y la putrefacción en la justicia local; y nuevas revelaciones sobre el nivel de corrupción de López Obrador y su familia.