Trump ha sorprendido al mundo y a sus propios connacionales desafiando a la legalidad y la ética en el poder, polarizando a una sociedad, ya de por sí, propensa a la división
Es necesario un cambio de narrativa. Este nuevo México no va a durar para siempre, por lo que, lo importante es, no lo que se acabó, sino lo que viene: lo que va a sustituir a lo que es hoy. Cuando se agote lo que el domingo se inauguró.
Votar por votar, sin saber por lo que se vota, sin que existan condiciones de equidad para los contendientes, sin que haya garantías de que el voto vale y cuenta por igual es, si no, el final de la democracia.
Ni a Ximena ni a Pepe (ni a los otros 66 que murieron el lunes) los mataron por ser ellos, no. Los ejecutaron por la misma razón por la que Noroña usa un recinto oficial, con los símbolos de la patria, para hacerse justicia por su propia mano. Porque en el régimen de la 4T no hay límites ni reglas, es el régimen de la selva y nos gobiernan animales.
La tragedia nacional duele poco mientras que no llega a uno. La inercia nos permitió un sexenio de despilfarro económico y político, de dogma y populismo, de desorden e irresponsable discrecionalidad. La herencia maldita de la Cuarta Transformación, en un entorno cada vez más convulso, va acercando la tragedia a todos, cada vez más cerca los caídos, cada vez más familiares los muertos.