Opinión
Miercoles 19 de Noviembre del 2025 07:13 hrs

No Olvidar


Ya pendiente de un hilo, la narrativa de la Presidenta se cae. Cada vez más víctimas de la violencia se ven desesperadas y no encuentran, en el gobierno, empatía. A ellos se les suman las víctimas de la desatención y la ejecución equívoca de la política.

Dígase lo que se diga, la marcha del pasado sábado 15 de noviembre marca un quiebre en el deterioro del control del espacio público y la narrativa que el oficialismo ha mantenido desde el 2018. 

Desde años atrás, los contrapesos y las oposiciones han estado ahí y se han hecho todo por dejarse ver. Pero no han tenido impacto social suficiente para activar a la población.

Hacia las elecciones intermedias del 2021, la sociedad civil organizada parecía avanzar. El esfuerzo de algunos actores sociales generó esperanza y el objetivo de evitar la mayoría calificada en las cámaras legislativas se logró.

En el pecado estuvo la penitencia. La coalición de organizaciones sociales que formó Si X México, pronto reconoció que necesita de los partidos políticos para poder aspirar a algo. PAN, PRI y PRD terminaron secuestrando la iniciativa bajo la coalición de partidos de Va X México. Acapararon las candidaturas desplazando a la sociedad civil a los márgenes del “movimiento”.

A la vista de la historia, es claro que no podría haber sido de otra forma. Ya entonces eran innegables los incentivos perversos que se construyeron durante la transición democrática para concentrar el poder en las cúpulas partidistas.

Si bien, las reformas de la transición procuraron el fortalecimiento de partidos e instituciones políticas diversas, habilitando las tres décadas de alternancia en poderes ejecutivos y la pluralidad en los poderes legislativos, a nivel federal y local. También hizo casi imposible la creación de nuevos partidos y la participación política grupos y movimientos sociales a través de candidatos ciudadanos que los representaran. Al mismo Carlos Manzo le tomó dos intentos el lograr acceder a la presidencia municipal que le llevó a la muerte.

En el momento en que Si X México se transformó en Va X México y las cúpulas partidistas tomaron precedencia sobre las organizaciones sociales, el destino estuvo escrito.  La esperanza de la sociedad murió.

Esfuerzos posteriores de reactivar a la sociedad civil organizada a través de la Marea Rosa y Unidos quedaron condenados. El oficialismo no tuvo problema en contenerlos, deslegitimarlos y cerrar, aún más, los espacios a la ciudadanía.

Así llegó la oposición partidista y social a las elecciones del 2024: sostenida por una coalición desgastada y descoordinada, una sociedad civil perdida, y una ciudadanía desencantada, sin rumbo, si motivación y sin esperanza.

Pero no todo es para siempre, la coalición oficialista perdió a su enemigo cuando acaparó todo el poder. Las ambiciones y XXXX dieron paso a desencuentros y traiciones hacia el interior. Por las grietas de la unidad desquebrajada comenzó a surgir el cochinero en el que se fundó el triunfo.

Los meses de verano; julio, agosto y septiembre, expusieron a la clase política morenista y sus desarreglos.

Los bandazos de Trump y la guadaña que sostiene sobre la economía, el territorio y la clase gobernante han cobrado su cuota.

La negligencia del Poder Judicial, la fragilidad del estado de derecho y la herencia autoritaria del régimen, han tomado rienda suelta.

La incapacidad de los gobernantes impuestos por la vía electoral exhibe la falta de legitimidad con la que llegaron y el desgobierno que reina en sus administraciones.

Octubre ya fue difícil para la Presidenta. Pero fue al comienzo de noviembre cuando un catalizador devuelve a la ciudadanía la esperanza que le robaron en 2021.

Carlos Manzo y su trágica muerte anunciada, logran impulsar un movimiento que poco importa si llenó el zócalo o si fue convocado por los conservadores, sus millones de pesos e incontables bots.

Ya pendiente de un hilo, la narrativa de la Presidenta se cae. Cada vez más víctimas de la violencia se ven desesperadas y no encuentran, en el gobierno, empatía. A ellos se les suman las víctimas de la desatención y la ejecución equívoca de la política.

Especial mención tienen los grupos anarquistas como el Bloque Negro. Apéndices de movimientos trasnacionales que creen en la nula legitimidad de gobiernos, independientemente de su orientación ideológica. Ayer le sirvieron a AMLO tanto como hoy le sirven quienes quieren provocar a la administración.

El 15 de noviembre se recordará como el día en que la 4T perdió la calle, se encontró con su oposición y destapó la mentira de que no reprime ni violenta. Lo vimos todos, le dio la vuelta al mundo y todos recordaremos. No se olvidará.

 


 






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