Distorsiones
La oferta hecha, el precio de garantía, es un cálculo financiero que hizo alguien ajeno a la realidad de estos mexicanos, con una visión limitada, a partir de reportes, análisis y directrices financieras que poco explican el drama que se vive en el campo.
En una vida anterior, en el siglo pasado, trabajé durante unos meses en una casa de bolsa.
Desde el piso 26 mirando sobre Reforma, en la CDMX, me encargaba de operar los fondos de inversión, abrir la jornada, ejecutar los movimientos y, al cierre, cuadrar las cuentas, colocando los recursos. Los saldos tenían que cuadrar a la perfección: el dinero de los inversionistas y los instrumentos del fondo, si no, el mundo explotaba en llamas.
La sala de operaciones la compartimos ejecutivos de cuenta, analistas y operadores. Los gerentes con oficinas cerradas, los ejecutivos en módulos personales, y analistas y operadores compartíamos grandes mesas llenas de terminales, computadoras y charolas con infinidad de papeles de reportes, boletas, análisis y directrices. Ahí, entre tanto glamur – presumíamos trajes, corbatas y zapatos de marca – aprendí que la distancia entre la realidad “mundana”, satisfactoriamente tangible, y la “banal” del mundo financiero estaba separada por frustración y hartazgo.
El mundo financiero juega un importantísimo rol en la asignación de recursos a donde son más productivos. No es cuestionable que, cuando funciona bien, es un instrumento del mercado sin el que la innovación, la competencia, el bienestar y el desarrollo podrían darse.
Pero también es presa de egos, ambiciones y avaricia infinita. Es el nido en donde los Jeffrey Epstein e incontables personajes admirados por muchos, egos oscuros y deleznables en la realidad, germinan, crecen y se reproducen.
En el mundo financiero internacional crece la preocupación de una burbuja que algunos analistas calculan 17 veces el tamaño de la del dot-com a principios del siglo y cuatro veces la de los derivados que causó la crisis financiera global de 2008. La burbuja de IA está basada en una industria que no ha logrado cumplir con las expectativas y hay quien comienza a dudar. Hoy en día solo entre el 1.5% y el 3.4% de las implementaciones han sido exitosas. Es una burbuja que se parece a un agujero negro: el 90% del crecimiento del PIB de EE. UU. se explica por la inversión de esta industria que genera mucha emoción, muchas iniciativas y muchas alucinaciones.
La preocupación aumenta cuando los recursos para otras realidades comienzan a escasear. A la hora que escribo, las carreteras del occidente del país llevan más de 24 horas cerradas por agricultores buscando aumentar el precio de garantía del maíz blanco, por encima de los $6,050.00 pesos la tonelada ofrecidos. El mercado, por su parte, está pagando $5,540.00 pesos al 24 de octubre. Una baja de 13% del precio pagado a la misma fecha del año pasado, $6,352.00 pesos.
No es difícil entender que, un agricultor que hace su vida de alimentar a buena parte de la población no acepte el precio de garantía ofrecido. Con una cosecha que ha sacado adelante pese a la inflación de los insumos, sin apoyo financiero ni programas de gobierno serios, no ve alternativa.
La oferta hecha, el precio de garantía, es un cálculo financiero que hizo alguien ajeno a la realidad de estos mexicanos, con una visión limitada, a partir de reportes, análisis y directrices financieras que poco explican el drama que se vive en el campo.
Alguien que no alcanza a visualizar que, si acumuláramos la totalidad de las pérdidas de los miles de viajes detenidos, el impacto en productividad de labores no realizadas, materiales y productos echados a perder, el consumo adicional de combustibles, el deterioro en salud de los que han pasado la jornada varados, sin comida ni bebida, y todos los efectos micro, personales que se tienen que afrontar, la decisión financiera de no mover el precio de garantía es, cuando menos, negligente.
Lo dicho, el mundo financiero juega un rol primordial en la asignación de recursos hacia donde más productivos pueden ser. Pero no puede uno dejar de pensar en las enormes distorsiones que el mundo que nos ha tocado vivir nos enseñan.
Personalmente, estoy más cerca de la industria de la IA que de los agricultores del occidente mexicano. Aun así, estoy seguro de que antes me como un buen taco con tortilla de maíz blanco del Bajío que cualquier cosa que me pueda dar Chat GPT.