En una acción inesperada, Alonso Ancira, basado en una suma en irregularidades jurídicas, demandó la anulación del proceso penal y la extorsión del gobierno que llevaron a la quiebra a AHMSA. Abrió así la posibilidad de resarcir a la empresa 100 millones de dólares que permitirían pagar parte de los derechos laborales de los atribulados ex trabajadores.
La lucha interna en el grupo que acapara el poder muestra desmoronamiento de la cohesión. Es acompañada por hechos que a diario muestran enorme distancia entre las alegorías oficiales y un país en crisis, soberanamente debilitado, empobrecido económica e institucionalmente.
Evidente, es innegable el cambio en la política de seguridad. Sin embargo, hasta ahora hay más ruido que nueces. El crimen diario sigue y la ciudadanía lo padece, porque no se ataca el fondo, la impunidad, que comprende el encubrimiento de los políticos asociados.
Ante la sostenida presión del habitante de la Casa Blanca para obligar a México a aceptar sus intereses, desde Palacio Nacional se alude a la “dignidad Nacional” como escudo. Sin embargo, ¿puede haberla cuando no hay dignidad personal en la mayoría de quienes ostentan el poder, marcados por la corrupción, los abusos y las complicidades.
Con Trump como azote y atrapada por un legado de corrupción que le va estrechando el camino, más un equipo en buena parte impuesto en el cual no confía, la Presidenta asume personalmente los costos de un gobierno que acumula poder y no logra soluciones.