¡AL HUESO!
Con comentarios
El “¡sin comentario!” de la Presidenta para eludir al menos una protocolaria felicitación a la Premio Nobel María Corina Machado, marcó uno de los peores momentos de la mandataria en 2025. Basta leer el texto del discurso enviado a Oslo por la dirigente venezolana, para comprender las razones de ese ruidoso silencio.
“Un buen gobernante emplea a los hombres honrados, así sean sus enemigos”. Bolívar.
En los comentarios de redes distantes de las granjas aplaudidoras, durante 2025 la Presidenta Claudia Sheinbaum sumó negativos por sus expresiones equívocas, desconocimiento de temas o por el contenido de prepotencia grupal, hasta lograr una crítica rotunda por su ruidoso silencio ante el Premio a María Corina Machado.
El “sin comentario”, cuando se le solicitó su opinión sobre el Premio Nobel de la Paz que adjudicó el Comité Noruego a la dirigente venezolana, representó de hecho más que un comentario ausente, un alineamiento franco de la mandataria con uno de los peores regímenes políticos y causó rechazo en la opinión general.
Basta revisar discurso, leído en Oslo por la hija de María Corina, para reconocer que Sheinbaum al menos eludió el cinismo de felicitar a quien, con su lucha contra la dictadura populista de Venezuela, sostiene objetivos diametralmente opuestos a los suyos.
Por ello, vale rescatar algunos párrafos, para una dolorosa comparación con nuestro acontecer y comprender los riesgos y negativos del camino por los que nos han hecho transitar durante los recientes siete años:
“He venido a contarles una historia, la historia de un pueblo y su larga marcha hacia la libertad. Esa marcha me trae hoy aquí, como una voz entre millones de venezolanos que se han levantado una vez más para reclamar el destino que siempre les ha pertenecido.
“Nuestros antepasados cargaron la libertad sobre sus hombros. Cruzaron un continente entero, desde las orillas del Orinoco hasta las alturas del Potosí, convencidos de que la libertad nunca está completa si no es compartida. Desde el principio creímos en algo tan simple como inmenso: que todos los seres humanos nacen para ser libres. Esa convicción se convirtió en el alma de nuestra nación.
“También fuimos refugio. Abrimos los brazos a migrantes y exiliados de todos los rincones del mundo: españoles que huían de la guerra civil, italianos y portugueses escapando de la pobreza y las dictaduras, judíos que dejaban atrás el Holocausto, chilenos, argentinos y uruguayos que huían de los regímenes militares, cubanos que repudiaban el comunismo y familias enteras de Colombia, Líbano y Siria que buscaban la paz. Les dimos hogar, escuela y seguridad, y todos ellos se hicieron venezolanos.
“Construimos una democracia que se convirtió en la más estable de América Latina, desatando toda la fuerza creadora de la libertad.
“Pero incluso la democracia más fuerte se debilita cuando sus ciudadanos olvidan que la libertad no es algo que debamos esperar, sino algo a lo que debemos dar vida. Es una decisión personal, consciente, cuya práctica cotidiana moldea una ética ciudadana que debe renovarse cada día.
“Cuando comprendimos cuán frágiles se habían vuelto nuestras instituciones, ya era tarde. El cabecilla de un golpe militar contra la democracia fue elegido presidente, y muchos pensaron que el carisma podía sustituir el Estado de derecho.
“Desde 1999, el régimen se dedicó a desmantelar nuestra democracia: violó la Constitución, falsificó nuestra historia, corrompió a las Fuerzas Armadas, purgó a los jueces independientes, censuró a la prensa, manipuló las elecciones,
“Y entonces llegó la ruina: una corrupción obscena, un saqueo histórico. Durante los años del régimen, Venezuela recibió más ingresos petroleros que en todo el siglo anterior. Nos lo arrebataron todo.
“El dinero del petróleo se convirtió en un arma para comprar lealtades en el exterior, mientras el Estado se fusionaba con el crimen organizado y con grupos terroristas internacionales.
“Pero más profundo y corrosivo que la destrucción material fue el método calculado para quebrarnos por dentro. El régimen se propuso dividirnos: por nuestras ideas, por raza, por origen, por la forma de vida. Quisieron que los venezolanos desconfiáramos unos de otros, que nos calláramos, que nos viéramos como enemigos. Nos asfixiaron, nos encarcelaron, nos mataron, nos empujaron al exilio.
“Este premio tiene un significado profundo: le recuerda al mundo que la democracia es esencial para la paz. Y lo más importante, el principal aprendizaje que los venezolanos podemos compartir con el mundo es la lección forjada a través de este largo y difícil camino: si queremos tener democracia, debemos estar dispuestos a luchar por la libertad.
“La libertad se conquista cada día, en la medida en que estemos dispuestos a luchar por ella. Esa es la razón por la cual la causa de Venezuela trasciende nuestras fronteras. Un pueblo que elige ser libre no solo se libera a sí mismo, sino que contribuye con toda la humanidad.
“Solo es posible alcanzar la libertad cuando decidimos no vivir de espaldas a nosotros mismos; cuando afrontamos la verdad, por dura que sea; cuando el amor a lo que realmente importa nos inspira el coraje necesario para perseverar y prevalecer. Solo al alcanzar esa coherencia interior, esa integridad vital, logramos estar a la altura de nuestro destino. Solo entonces llegamos a ser quienes realmente somos y podemos vivir una vida que valga la pena vivir.”
Son palabras que no escapan a nuestra realidad, nos alertan.