Opinión
Miercoles 02 de Julio del 2025 18:42 hrs

Paralelismos


México y Estados Unidos, siendo tan diferentes, hoy caminan caminos paralelos. Nosotros con el lopezobradorismo y ellos con el trumpismo. Ambos regímenes actuando al margen de la ley hasta imponer su ley, destruyendo instituciones de gobierno y minando la capacidad de servir a la población, eliminando contrapesos y cooptando a los poderes legislativo y judicial

A veces, los paralelismos entre Donald Trump y López Obrador son tan fuertes que asusta.

Las diferencias son evidentes, cada uno en su extremo. Pero, sin duda, los extremos se tocan:

El viernes pasado la Suprema Corte de los Estados Unidos dio una determinación que sorprendió, preocupa y crea una serie de consecuencias y complejidades para muchas autoridades administrativas y judiciales. El fondo de la determinación es, sin embargo, mucho más profundo que lo que se ve en la superficie.

Con una mayoría de 6 a 3 jueces de la Suprema Corte (equivalente a nuestros ministros), se determinó que los jueces federales, no tendrían atribuciones para otorgar un mandato universal para detener los efectos de una orden ejecutiva emitida por el presidente. Con sus diferencias, esto suena como a la limitante de aplicación general que en México se legisló para la Ley de Amparo hacia finales del año pasado.

El tema de fondo no se atendió. La orden ejecutiva en cuestión busca acabar con la ciudadanía estadounidense por derecho de nacimiento cuando los padres no son residentes o ciudadanos legales del país.  

El derecho a la ciudadanía por nacimiento está consagrado en su Constitución, en la decimocuarta enmienda, por lo que el litigio continúa y se prevé que termine por cancelar los efectos de la orden ejecutiva.

La resolución se hace más significativa por esta razón. Las controversias impulsadas en 22 estados de los 50 que forman la federación tienen un sólido soporte legal. Mientras que la orden ejecutiva excede los límites de la propia Constitución como un intento del Presidente para probar hasta donde puede empujar esos límites en el sistema legal norteamericano.

Esta forma de actuar y el constante reto al orden establecido puede traer serias consecuencias sobre el sistema legal, la política y, sobre todo, el orden social norteamericano.

Nada muy diferente a la forma de actuar del régimen de la cuarta transformación y las consecuencias que se están generando.

Con la determinación de la Suprema Corte, el Poder Judicial pierde mucho poder ante el Poder Ejecutivo. De forma similar a lo que estamos viendo en México, la protección de los derechos de individuos y minorías por parte de jueces y tribunales se vuelve más complicada y cara. Las opciones se limitan y se vuelven inaccesibles para minorías y grupos sociales marginales.

En su primer periodo presidencial, Trump tuvo la oportunidad de nominar a tres jueces de forma excepcional, de forma no muy diferente a lo que se vio en nuestro país, con las nominaciones y la forma de imponerlos, la calidad política de la institución cambió, resultando en la complacencia hacia el Poder Ejecutivo.

Políticamente, la resolución, descrita por el propio Presidente en sus redes como “TRIUNFO GIGANTE…”  se suma a otros resultados que, innegablemente, le han salido bien al presidente norteamericano, permitiéndole fortalecer su retórica y entrar en un periodo de acumulación de poder. También podemos ver paralelismos con el régimen de la 4T, con la diferencia de que la no reelección obligó a López Obrador a imponer una incondicional para ejercer el gran poder acumulado.

En ambos casos, la pregunta que muchos nos hacemos es ¿Y dónde está la oposición y los contrapesos ciudadanos?

México y Estados Unidos, siendo tan diferentes, hoy caminan caminos paralelos. Nosotros con el lopezobradorismo y ellos con el trumpismo. Ambos regímenes actuando al margen de la ley hasta imponer su ley, destruyendo instituciones de gobierno y minando la capacidad de servir a la población, eliminando contrapesos y cooptando a los poderes legislativo y judicial. Los dos con oposiciones debilitadas e impotentes, con una sociedad polarizada e incapaz de un dialogo coherente. Ambos gobiernos cercanos a oligopolios, conflictos de interés o, cínicamente, alardeándose de actos que no hace mucho hubieran sido considerados corruptos.  

Aun así, nos achicamos ante el vecino y dejamos que nos vean para abajo.

Hoy en México nos cuesta trabajo no vernos al ombligo. Construimos en torno al excepcionalismo de nuestras raíces y no de nuestra realidad. Nos declaramos soberanos, autónomos y autosuficientes, sin trabajar para lograrlo. Somos los perfectos mártires y víctimas, mientras levantamos el puño para defender lo indefendible y estiramos la mano para que nos den una limosna.

Quizá… solamente quizá, es el momento de levantar la mirada, ver a EE. UU. de frente otra vez, ponernos a trabajar y construir nuestra propia fortaleza.


 






OPINION

Fuenteovejuna

Big Brothers ya está aquí. Cuando la Presidenta dice NO, Doña Realidad dice SI. Con la “ley espía”, sin límites el gobierno puede controlar al ciudadano común…

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