Opinión
Miercoles 18 de Junio del 2025 11:20 hrs

El Avión y el Desaire


¿Cómo exigir cumplimiento a acuerdos comerciales cuando no respetamos nuestra propia constitución, la división de poderes y el estado de derecho? ¿Cómo solicitar colaboración constructiva cuando nos seguimos escudando agravios ancestrales y el México profundo, irracional, pero profundo?

El desaire de Trump fue sorpresivo, aun cuando no sorprendió.  

El pretexto lo tuvo; cuatro días de conflicto entre Israel e Irán y la “oportunidad” de empujar un acuerdo antinuclear en la garganta de los ayatolas le dio la justificación perfecta.

El tema de Medio Oriente lo tiene, cuando menos, distraído; lo ha expuesto como fanfarrón y Netanyahu se le sale de control, a riesgo de que escale el conflicto causando problemas mayores.  

No hay razón para pensar que veremos a Trump ondear victorioso la bandera de alto al fuego, confirmando su poder negociador con un acuerdo para limitar las intenciones de obtener una bomba nuclear por parte de Irán.

Por lo que la abrupta salida de la cumbre parece, más bien, un caso especial de política exterior TACO; le “sacó” a la andanada de reuniones personales con líderes mundiales del grupo e invitados, a un día completo de ser atosigado por sus pares y a tener que justificar sus posiciones aislacionistas.

Nick Wadhmas, líder de Bloomberg en Seguridad Nacional y Diplomacia, un experimentado corresponsal en estos temas nos comenta durante el podcast Big Take del martes por la tarde, sobre las razones por las que el presidente norteamericano dejó la reunión, más allá de la atención requerida al Medio Oriente. El podcast lo puede usted escuchar en el siguiente enlace https://omny.fm/shows/the-big-take/why-trump-ditched-the-g-7-before-it-was-over

Trump, sin recato, le hizo el desaire a líderes que viajaron grandes distancias para verlo:  Volodimir Zelensky, desde Ucrania, en busca de renovado apoyo para su defensa contra Rusia, o Narendra Modi, que cruzó media Tierra – literalmente – para empujar el ansiado acuerdo comercial.  O, inclusive, Claudia Sheinbaum, nuestra flamante presidenta que, sin asistir de tan lejos, le tomó un tiempo similar a si hubiera viajado desde la India por pura necedad.

Necedad que, por cierto, arranca una risita al experimentado corresponsal de Bloomberg cuando lo menciona. No se puede saber lo que pasó por su cabeza, seguramente fue incredulidad: cuando uno revisa la trayectoria del reportero, quien ha cubierto por décadas guerras y tragedias, cumbres y conflictos, se ha entrevistado con los líderes más poderosos y los más humildes y ha visto de todo, no ha de poder creer lo ridículo del teatro, la tragicomedia sin sentido de líderes populistas de la izquierda latinoamericana.

Las horas en la sala de espera, las conexiones de vuelos, el transporte terrestre hacia los confines de Canadá y el espectáculo de una austeridad malentendida, que cuesta más que la opulencia, queda como anécdota de las pocas opciones que México tiene para plantar pie frente a un “bulí” como Trump.

No tendríamos por qué dudar de las buenas intenciones de Mark Carney, el primer ministro de nuestro otro socio comercial regional, Canadá, al invitarnos a México a participar en la cumbre. La invitación a líderes de naciones y organismos multinacionales, no miembros, a las cumbres es costumbre cotidiana.  

Por su parte, Mark Carney, el primer desairado, ha venido a oxigenar la relación trilateral que, sin dejar de ser compleja, se percibe más equilibrada que en las últimas horas de su antecesor.

Esta fue, sin duda, una oportunidad única para reforzar la alianza comercial regional antes de que comiencen las negociaciones formales del T-MEC. Agarrarse a Trump en la primera oportunidad; un no brainer.

No así la aceptación para Claudia que enfrenta varios dilemas y complejidades.

Mientras para muchos mexicanos la asistencia a la cumbre de la Presidenta, dignamente representando a la nación, construyendo relaciones personales y de entendimiento y colaboración, es motivo de orgullo, para las bases cuatro teístas, es motivo de repudio, subyugación e intervencionismo.

Repudio, subyugación e intervencionismo autoimpuesto, por cierto. ¿Cómo exigir cumplimiento a acuerdos comerciales cuando no respetamos nuestra propia constitución, la división de poderes y el estado de derecho? ¿Cómo solicitar colaboración constructiva cuando nos seguimos escudando agravios ancestrales y el México profundo, irracional, pero profundo?

¿Qué difícil decisión? Las salas de espera, el correr para alcanzar la conexión, el bajarse en Calgary, pasar al tocador en lo que espera la maleta, para arreglarse el pelo, quitarse el almohadazo, estirar el saco y lavarse los dientes, antes de la primera reunión. Tiene razón, así no se antoja viajar.


 






OPINION

Fuenteovejuna

Israel desatado e Irán enrabiado. Los judíos lo callan, pero tienen poder nuclear y lo consideran elemento disuasivo. Imaginemos a los ayatolas con esas armas…

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