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Domingo 05 de Mayo del 2024 02:45 hrs

Durante un eclipse de Sol el comportamiento de los animales cambia

Durante un eclipse de Sol el comportamiento de los animales cambia

Aunque se sabe que la conducta de la fauna se altera cuando la Luna oculta al Sol, aún falta investigar sobre el tema, explica Ron Fernández.

Ciudad de México.- El 29 de julio de 1878, fecha del llamado “primer gran eclipse de los Estados Unidos”, Thomas Alva Edison visitó una granja en el pequeño poblado de Rawlins, en Wyoming, para probar su más reciente invento, el tasímetro, un aparato diseñado para medir la temperatura de la corona solar.

La máquina, puesta en marcha justo cuando la Luna ocultaba al Sol, fue un fracaso jamás patentado, pero ese día Edison sí hizo una aportación a la ciencia —no la que él esperaba— al describir cómo, en el momento en que oscurecía, los pollos que picoteaban en el corral hicieron un alto súbito, regresaron al gallinero, se arrellanaron en sus perchas y echaron a dormir.

Poco sabemos del comportamiento de la fauna durante los eclipses solares por ser eventos que duran apenas un par de minutos y no se repiten en el mismo sitio sino hasta siglos después (375 años en promedio, según la NASA). “Ello nos impide replicar la experiencia en condiciones semejantes, con los mismos animales o en el mismo lugar”, expone Ron Fernández, neuroetólogo y posdoctorante de la Facultad de Ciencias (FC) de la UNAM.

De lo que sí estamos ciertos es de que su conducta cambia y eso es algo que debemos estudiar a fondo, añade. Y es que cada que ocurre uno de estos fenómenos la gente suele dar cuenta de los comportamientos más inusuales, como que las luciérnagas refulgen a mediodía, los perros ladran sin concierto, los búhos ululan, los grillos cantan sin ser de noche o, como algunos paseantes poco afortunados han notado, los mosquitos se levantan de entre la hierba y pican con frenesí, por poner pocos ejemplos.

Esto pasa porque los organismos han evolucionado para adaptarse al eterno vaivén entre el día y la noche y han desarrollado una suerte de reloj interno que, cual metrónomo, marca sus ritmos biológicos en periodos de 24 horas.

“A esto se le llama ciclo circadiano y tiende a mantenerse inalterable; sin embargo, si pasa algo extraordinario como el cambio abrupto de luz a oscuridad que viene aparejado con los eclipses, veremos que algunas criaturas nocturnas se activarán, otras de hábitos diurnos se aletargarán y especies que usan al Sol como brújula se desorientarán y perderán rumbo”.

A Ron Fernández le llama la atención que, mientras los relatos anecdóticos sobre el comportamiento animal durante los eclipses abundan, los estudios científicos son escasos y, aunque si bien hay algunos que arrojan datos sorprendentes como el realizado en las selvas de Veracruz, donde se constata cómo las arañas Metepeira incrassata en cuanto se ennegrece el cielo deshacen lo que habían tejido minutos antes tan sólo para volverlo a tejer en cuanto el Sol regresa, “las publicaciones existentes resultan insuficientes como para responder a las muchas interrogantes que, todo el tiempo, nos estamos planteando los biólogos”.

A decir de Anthony Aveni, académico de la Universidad de Colgate y uno de los padres de la arqueoastronomía, pocos eventos celestes generan tanta literatura como los eclipses: “Tan sólo dos minutos de oscuridad dieron pie a una centena de artículos en el New York Times en enero de 1925”, recuerda.

El profesor Aveni comenta que “siendo un astrónomo, no puedo imaginar la dedicación y fuerza de voluntad que implica centrar tu atención en un animal durante un eclipse total, en vez de hacerlo en el Sol”.







OPINION

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