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Martes 03 de Junio del 2025 01:59 hrs

El ‘Efecto Isla de Calor’ Dispara Riesgos y Amenaza la Prosperidad Urbana

El ‘Efecto Isla de Calor’ Dispara Riesgos y Amenaza la Prosperidad Urbana

Académica del BID y Harvard advierte sobre el creciente fenómeno de las 'islas de calor urbano' en América Latina y el Caribe, que eleva temperaturas, interrumpe la economía y pone en riesgo la salud pública. Saltillo, como ciudad en desarrollo, debe tomar precauciones para mitigar este impacto y proteger a sus habitantes

Las ciudades de América Latina y el Caribe (ALC), motor del desarrollo regional y hogar de casi el ochenta por ciento de la población, enfrentan una amenaza silenciosa pero creciente: el "Efecto Isla de Calor Urbano" (UHI, por sus siglas en inglés). Este fenómeno, que provoca temperaturas significativamente más altas en las zonas urbanas que en sus alrededores, se ha convertido en un problema endémico y altamente disruptivo, con serias implicaciones para el bienestar y la prosperidad regional.

Según un estudio liderado por Nora Libertun de Duren, experta en vivienda y desarrollo urbano del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y la Harvard Extension School, el UHI ocurre porque las carreteras, edificios y otras infraestructuras construidas absorben, retienen y reemiten calor en mayor medida que el entorno natural. Además, la concentración de edificios altos reduce la ventilación, atrapando el calor, y las actividades humanas que generan calor contribuyen a agravar el problema.

En ocho de las ciudades más grandes de América Latina y el Caribe, el UHI provoca temperaturas entre 3°C y 8°C más altas en las zonas urbanas que en las circundantes. Las proyecciones son aún más preocupantes: en el peor de los escenarios, las ciudades más grandes de América del Sur experimentarán entre cinco y doce veces más días de calor extremo para 2050, con temperaturas que solo bajarán menos de veinte días al año y que podrían extenderse hasta seis meses anualmente.

Los impactos de este calor extremo son multifacéticos y severos. Interrumpe la actividad económica, aumenta los riesgos para la salud al favorecer la propagación de patógenos transmitidos por alimentos, agua, insectos u otros animales. Estos efectos son particularmente dañinos para la población más vulnerable, como los ancianos y los niños, así como para los residentes que viven en viviendas de baja calidad, sin aislamiento o sistemas de ventilación adecuados.

Ante este panorama, se vuelve crucial que ciudades como Saltillo, en constante crecimiento y con un clima ya de por sí cálido, tomen medidas preventivas. El texto de Nora Libertun de Duren enfatiza la necesidad de comprender las herramientas que ofrece el BID para reducir el efecto isla de calor. Esto incluye la implementación de infraestructura verde, el fomento de espacios verdes y la revisión de los materiales de construcción para mitigar la absorción de calor, con el fin de proteger la salud y la calidad de vida de sus habitantes y asegurar un desarrollo urbano más resiliente y sostenible.

¿Qué se puede hacer para reducir el efecto Isla de Calor Urbano y prevenir los incendios urbanos?

Hacer las ciudades más verdes. Los parques urbanos pueden reducir sustancialmente la temperatura ambiente y mitigar el efecto de Isla de Calor Urbano proporcionando sombra y facilitando la transpiración de las plantas. Se estima que un parque urbano de 2.500 metros cuadrados en la Ciudad de México, diseñado óptimamente, puede reducir la temperatura en hasta 5,3°C.

Asimismo, se pueden incorporar árboles y zonas de sombra en carriles para bicicletas y avenidas. Los techos verdes también pueden proporcionar un alivio crucial para quienes no tienen acceso a refrigeración y pueden reducir el consumo de energía en los hogares que sí la tienen. Durante el programa piloto Favela Green Roof en Río de Janeiro, Brasil, las viviendas con techos verdes registraron temperaturas hasta 20°C más bajas en su interior durante los picos de calor en comparación con aquellas con techos tradicionales.

Actualizar los códigos urbanos. Los códigos de construcción pueden fomentar el uso de ciertos materiales, diseños de enfriamiento pasivo y métricas de aislamiento para regular la temperatura dentro de los edificios. Para ser efectivos, estos códigos deben adaptarse a los niveles de riesgo específicos de cada localidad e incluir un proceso simplificado para actualizarse conforme surjan nuevas tecnologías y necesidades.

Informar y emitir advertencias. Las ciudades pueden utilizar estrategias de información y comunicación para mejorar la respuesta ante emergencias. Los sistemas de alerta temprana permiten evacuaciones rápidas y ordenadas, además de ayudar a los hogares y autoridades a prepararse para desastres. Una advertencia con 24 horas de anticipación sobre una ola de calor puede reducir significativamente los daños y evitar pérdidas materiales.

Coordinar y unir esfuerzos. Una mejor coordinación metropolitana puede contribuir a reducir eficazmente los riesgos de calor e incendios. Por ejemplo, la gestión forestal necesaria para reducir el riesgo de incendios puede depender de una jurisdicción diferente o de una institución gubernamental central en lugar de la autoridad de planificación urbana local. Organizaciones del sector privado, grupos comunitarios y otros actores locales pueden colaborar, compartir buenas prácticas, monitorear avances y coordinar acciones para mejorar la gestión de riesgos a nivel regional.







OPINION

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