Opinión
Jueves 09 de Mayo del 2024 06:29 hrs

Alternativa

Defendamos a la Corte


Debemos defender a la Corte, la necesitamos fuerte, autónoma, digna, profesional y enfocada en su misión y facultades. Es el último dique que nos queda ante un gobierno autoritario que ha desmantelado a las instituciones y a todo tipo de contrapesos.

Grave resulta que la sociedad permanezca ajena a las protestas del personal judicial por la desaparición de 13 fideicomisos que la noche del martes aprobaron Morena y sus aliados en la Cámara de Diputados.

Más aún, que haya quienes incluso se muestren de acuerdo con la medida, bajo el argumento de que se le acabarán los privilegios a una elite de funcionarios, es del todo preocupante pues implica que permeó en la sociedad la narrativa que con aviesas intenciones se construyó desde la Presidencia de la República.

El gobierno de López Obrador generó la polémica respecto a los fideicomisos  en su ruta para desprestigiar a la Corte y debilitar al único de los contrapesos que aún tiene vigencia en este país.

La cuarta transformación mantiene su estrategia de debilitar y destruir a las instituciones, no caigamos en su juego. Al contrario, hoy defender a la Corte tendría que ser una prioridad nacional, y la sociedad civil salir a manifestarse como lo hizo en meses anteriores cuando menos en dos ocasiones en defensa del INE.

El asedio gubernamental al Poder Judicial lleva meses, ha sido mediático, presupuestal y hasta policiaco, pues incluso se han abierto carpetas de investigación en la Fiscalía de la República contra jueces y magistrados.

López Obrador prepara el terreno para una reforma en la que pretende que jueces, magistrados y ministros sean electos por la ciudadanía, lo cual sería el mayor desatino en que se puede incurrir.

A inicios del siglo anterior, el constitucionalista Emilio Rabasa decía sobre la posibilidad de nombrar ministros a través del voto popular: “La teoría la reprueba, porque la elección popular no es para hacer buenos nombramientos, sino para llevar a los poderes públicos funcionarios que representen la voluntad de las mayorías, y los magistrados no pueden, sin prostituir la justicia, ser representantes de nadie, ni expresar ni seguir voluntad ajena ni propia”.

Con todo y lo sólido y avanzado que puede ser nuestro sistema electoral actual, una realidad es que no se han logrado construir reglas ni mecanismos de blindaje para evitar la compra de votos. Imaginémonos quién tendría no solo el mayor interés sino también la posibilidad de manipular la elección de los funcionarios judiciales, y en qué resultaría eso.

Debemos defender a la Corte, la necesitamos fuerte, autónoma, digna, profesional y enfocada en su misión y facultades. Es el último dique que nos queda ante un gobierno autoritario que ha desmantelado a las instituciones y a todo tipo de contrapesos.

Y si en algún momento se ha de debatir sobre la justificación o no de los fideicomisos, sobre lo justo o no de los salarios y prestaciones de los funcionarios judiciales, ponderemos también la trascendencia de la función que están desempeñando. Por ejemplo entre los hoy tan empoderados militares, los rangos salariales de los mandos varían según la región a la que estén asignados, a mayor riesgo más les pagan, ¿por qué en el caso del Poder Judicial no aceptamos que tengan un buen sueldo funcionarios a los que no solo se les exige confiabilidad, sino también especialización?.

En cuanto a que tengan la posibilidad de una mejor pensión, o de un servicio médico complementario para aquello que el ISSSTE no atiende, quizá antes de pretender jalarlos al mismo pozo en que estamos todo, primero haya que exigir del gobierno federal un manejo honesto y eficiente de las instituciones de seguridad social, para que den a todos un servicio de calidad y excelencia y no sea necesario para nadie buscar otras opciones.

No equivoquemos el debate ni nos quedemos con los argumentos falaces de la cuarta transformación. Hay que plantarle cara al autoritario y defender a las instituciones.






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