Mexico
Viernes 25 de Julio del 2025 21:32 hrs

Dependen más las sociedades rurales del trabajo asalariado


Menos jóvenes se dedican a la actividad agrícola; aumenta la incorporación de ultraprocesados en su dieta.

Ciudad de México.- La seguridad alimentaria de los hogares del campo mexicano sigue teniendo como sustento relevante el autoconsumo, aun así, cada vez menos jóvenes se dedican a la actividad agrícola y va en aumento la incorporación de productos ultraprocesados en su dieta, destacó el investigador del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades de la UNAM, Felipe Contreras Molotla.

Son notables los cambios que se registran en el campo en las zonas rurales de México, tanto en las ocupaciones como en los modelos alimentarios y en la conformación poblacional y social.

Vemos que se presenta en el sistema de empleo y autoempleo en hombres y también en la población femenina. Aunque el autoconsumo sigue siendo relevante para la seguridad alimentaria de los hogares en el campo.

El integrante del Programa de Producción de Bienes y Servicios Básicos de ese centro de investigación detalló que, con base en información de los sistemas nacionales de clasificación de ocupaciones, identificó las modificaciones más significativas, sobre todo a partir de la década de 1990.

Recordó que la firma del entonces Tratado de Libre Comercio de América del Norte desincentivó la producción. En términos reales, comparando los años 90 y las épocas recientes, el ingreso es distinto, y no alcanza para cubrir las mismas necesidades.

El experto refirió que en el país más de 26 millones de personas (es decir, 21 de cada 100) conforman la población en localidades menores de dos mil 500 habitantes, según información del Censo de Población y Vivienda 2020. En el territorio nacional se contabilizan 185 mil 243 poblaciones rurales.

En ellas la tasa de fecundidad es mayor, pero también el proceso migratorio es intenso. Al respecto, mencionó que recientemente en la sierra norte de Oaxaca, donde realizó trabajo de campo, observó que, por ejemplo, hay territorios que se están quedando sin jóvenes porque se van a estudiar o trabajar a otros sitios.

Debido a ello, las personas mayores consideran que los pueblos corren el riesgo de perder las tradiciones que habían conservado por siglos, lo cual conlleva un reto cultural.

Contreras Molotla apuntó que entre localidades y regiones (sur, centro, norte) se presenta heterogeneidad: algunas están dispersas y cuentan con menos infraestructura. Otras tienen más acceso a servicios y están conectadas a mercados laborales locales o regionales.

“La gran agroindustria se encuentra en el noroeste y occidente del país, mientras que el sur sigue siendo predominantemente campesino”, con dinámicas diferentes, precisó.

En los sistemas y muestras censales, abundó, existe un conjunto importante de varones que todavía se dedican a las actividades agrícolas por cuenta propia, pero los jóvenes no se insertan en ellas porque consideran que es bastante trabajo por una baja remuneración.

Además, en la población campesina las familias que están por debajo de la línea de pobreza, a pesar de tener a varios integrantes laborando no logran salir de esa condición.

No obstante, aclaró el especialista, poseer tierra y mantenerla productiva tiene una ventaja en la seguridad alimentaria porque cuentan con comida sin depender del mercado.

En el caso de las mujeres jóvenes que participan en el ámbito laboral, solamente 30 por ciento tiene acceso a servicio médico, visibilizando la precariedad e informalidad. Ellas tienen un nicho específico en la agroindustria, es decir, la selección y empaque de productos; son asalariadas, incluso reciben algunas prestaciones sociales.

“La población femenina que tiene un trabajo remunerado adquiere un estatus distinto en el hogar y en la comunidad: podría ser un principio de ventaja”, acotó.

La educación media superior resulta significativa. Hay mujeres que no quieren permanecer en los espacios rurales, por las actividades que ahí realizan, o por la situación de violencia; esos estudios les permiten migrar y continuar su formación académica, como ocurre en localidades de Sinaloa, por ejemplo.

A diferencia de lo que sucedía, las sociedades rurales dependen cada vez más del trabajo asalariado, pero que en numerosos casos no incluye seguridad social, servicios médicos o vacaciones. “Hablamos claramente de una precarización de esas actividades ocupacionales”.

Contreras Molotla ha documentado que en el medio rural se presenta un descenso en el consumo de la dieta tradicional, conformada por maíz y frijol, leche –recomendada para la población infantil– y carne de res y cerdo debido a su alto costo; esa proteína de origen animal es sustituida por huevos y carne de aves, en el caso de tenerlas en el traspatio.

Otros alimentos frescos, como frutas y verduras también se han encarecido y, por ello, son sustituidos por alimentos ultraprocesados de menor costo.

El especialista alertó que hay lugares donde existe un déficit con respecto al consumo de kilocalorías recomendado, de dos mil 600 para los adultos, en promedio. “Existe una alimentación deficitaria en la cuarta parte de la población rural, que no alcanza a cubrir los niveles mínimos”. En especial la nutrición infantil es un problema.







OPINION

Fuenteovejuna

El INEGI midió la distancia entre la publicidad por logros en el combate a la delincuencia y la realidad ciudadana: un 68% vive con miedo. Coahuila se salva.

www.infonor.com.mx