Opinión
Jueves 25 de Abril del 2024 13:15 hrs

Cavando la Propia Tumba


Si la vida de cualquier mexicano valiera más que nada, entonces nadie estaría buscando al que perdió

No deja de sorprender la capacidad que tenemos los mexicanos para ver a la muerte de frente día a día.

La vida no vale nada es un eufemismo de la realidad que vivimos todos los días en México. La capacidad que tenemos de normalizar la tragedia es tan insultante que para lograr seguir adelante, dependemos de justificarnos, consolarnos con la primera estrofa de una canción popular que es, al mismo tiempo, reflejo de la realidad, y promotora de ella.

Gobiernos y autoridades podrán decir o hacer cualquier cosa, montar cualquier teatro en torno al accidente, otro más, de los mineros atrapados en el pozo. Pueden visitar para supervisar el rescate, lo que quiera que eso quiera decir, tomarse foto con deudos y dolientes, prometer apoyo, no olvido, un memorial. Pueden, inclusive, prometer el encontrar a quienes, el sentido común nos dice, ya no existen, que son tierra otra vez. Promesas que no valen nada, a la vida de esos mineros que no vale nada, no valió nada y no valdrá nada.

Lo mismo que con los cuarenta y tres, que con Debahni, las más de mil víctimas de feminicidio y las 42 mujeres a las que se les ha prendido fuego en el 2022. Igual que los más de cien mil desaparecidos que podemos contar, mas los tantos más que no podemos contar. Tal como lo es con los más de treinta mil asesinados que hemos tenido por año, en los últimos años. La vida no vale nada.

La vida de los cinco mil niños con cáncer que han muerto en los últimos tres años vale lo mismo que los setecientos mil fallecidos en exceso por la pandemia del Covid, nada, no valen nada.

La vida no vale nada para todos los mexicanos que mueren por mal nutrición, los tantos más que mueren por deficiencia y negligencia en los sistemas de salud.

Si la vida de cualquier mexicano valiera más que nada, entonces nadie estaría buscando al que perdió. No habría Familia Pasta de Conchos, ni Madres Buscadoras, ni padres de niños con cáncer, ni Brujas del Mar. No habría quien doliera la pérdida de un ser querido más que no fuera por causa natural.

Si la vida de todos los mexicanos valiera más que nada salir de la casa para ir a trabajar sería buscar un sueño y el mejor futuro para los que le esperan de regreso; las familias de los pozos de Agujita, Coahuila, sabrían que, al final de todas las jornadas, seguro volvería el papá, el hijo y el hermano. Nadie tendría la necesidad de trabajar en una trampa mortal para mal vivir.

En la realidad de las minas de Coahuila la vida no vale nada. No importa si es el estado con mayor formalidad; condición que da seguridad al esfuerzo personal. Tampoco es importante si el nivel promedio de rezago social es muy bajo. Con una sola persona que cave su propia tumba en las galeras de carbón, en todo Coahuila, la vida no vale nada. Si un solo mexicano no regresa a su casa después del día de esfuerzo laboral, en México la vida no vale nada.

Miles de cuerpos y restos de mineros han sido rescatados de las minas de Coahuila. Hoy son testimonio de negligencia y corrupción. Muestras de que, en un estado que presume grandes logros y altos niveles de bienestar, aún existe para quienes la vida de los demás no vale nada.

No hay justificación alguna, no hay razón para que haya un muerto más en las minas de Coahuila. Los deudos se equivocan, la sociedad está mal, no es de recuperar los restos, es de que no haya uno más que recuperar.






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