Opinión
Domingo 28 de Abril del 2024 03:30 hrs

Pantalla

Oppenheimer acaparó los Oscar


El personaje central que nos presenta la película es un científico muy brillante, talentoso y con el poder del liderazgo para sacar adelante el proyecto Manhattan dirigiendo a algunas de las mentes más brillantes de la ciencia de esa época, y en paralelo, con el uso de flashforwards, nos presenta la persecución que sufrió Oppenheimer por parte del gobierno estadounidense durante la posguerra

Como se esperaba, la película Oppenheimer acaparó las principales categorías de los premios Oscar el pasado 10 de marzo al llevarse siete estatuillas: Mejor Película, Mejor Director (Christopher Nolan), Mejor Actor (Cillian Murphy interpretando a Oppenheimer), Mejor Actor de Reparto (Robert Downey Jr. como Lewis Strauss), Mejor Edición (Jennifer Lame), Mejor Fotografía (Hoyte Van Hoytema) y Mejor Banda Sonora (Ludwig Göransson).

Aunque mi película favorita en la competencia era American Fiction, Oppenheimer representa muy bien a la poderosa industria del cine norteamericano. Eso es justo lo que reconocen los miembros de la Academia al emitir su voto, premian a los trabajos que mejor representen su cinematografía. Este año reconocieron a una película realizada con un gran presupuesto, encabezada por un director y guionista de renombre, protagonizada por actores y actrices reconocidos; además de que tuvo detrás una gran campaña de marketing en la exhibición, difusión, promoción y hasta en cabildeo con todos los miembros de la Academia. Las estrategias de mercadeo hicieron que Oppenheimer se volviera viral a nivel mundial, y son fundamentales para entender el fenómeno mediático y de taquilla que generó la cinta.

La película tiene como protagonista a uno de los personajes más controvertidos del siglo XX, J. Robert Oppenheimer, reconocido como el “Padre de la Bomba Atómica” que guió a un talentosísimo equipo de científicos en el proyecto Manhattan durante la Segunda Guerra Mundial para crear el primer explosivo atómico que fue lanzado sobre Hiroshima y Nagasaki, en Japón para terminar la guerra, hecho que marcó al mundo con un antes y un después de la bomba. Esta nueva película revalora la aportación de Oppenheimer a la ciencia y su lucha posterior por tratar de evitar la proliferación de armas nucleares.

El personaje central que nos presenta la película es un científico muy brillante, talentoso y con el poder del liderazgo para sacar adelante el proyecto Manhattan dirigiendo a algunas de las mentes más brillantes de la ciencia de esa época, y en paralelo, con el uso de flashforwards, nos presenta la persecución que sufrió Oppenheimer por parte del gobierno estadounidense durante la posguerra en momentos de tensión mundial por la guerra fría entre Estados Unidos y la Unión Soviética, relación que se mantiene igual y ahora agudizada por la invasión rusa a Ucrania.

Independientemente de todas sus cualidades cinematográficas, creo que en el afán de entrar en las profundidades de la mente de Oppenheimer y todos los demonios con los que luchó, la película tiene un guión demasiado largo, complejo y con demasiada información, de manera que resulta difícil entender a cabalidad las diferentes facetas del personaje, y la cinta pone demasiado énfasis en la caída de Oppenheimer después de la Segunda Guerra Mundial cuando fue investigado por el gobierno de Estados Unidos respecto de sus posibles nexos con el comunismo, así como cuando le fueron retiradas sus credenciales de seguridad.

Pero la película nos deja una sensación de un Oppenheimer profundamente angustiado y atribulado en su vida profesional y personal con una muy buena interpretación de Cillian Murphy que está rodeado de un gran reparto en los papeles principales que rodean la vida de Oppenheimer, todos por supuesto guiados por una estricta dirección de Christopher Nolan que fue el gran orquestador de todos los elementos creativos, desde la escritura del guión que adaptó del libro Prometeo americano: El triunfo y la tragedia de J. Robert Oppenheimer escrito por Kai Bird y  Martin J. Sherwin, hasta toda la posproducción y promoción de la cinta. Incluso, su esposa, Emma Thomas, fue la productora de la película.

No pude ver Oppenheimer en una sala de cine y ahora me arrepiento porque la película está hecha para verse en una pantalla gigante, ya que fue filmada usando película de cine (no digital) en formato IMAX, que es el de mayor resolución existente, complementada con filmación, también en película análoga, en formatos de 65 mm y super 35 mm de altísima resolución. La película está diseñada para que en el cine, Oppenheimer sea la mejor experiencia cinematográfica posible con la capacidad de lograr una inmersión total del espectador en lo que ve y escucha, algo que difícilmente se logra en una pantalla de televisión casera. De acuerdo a comentarios del director Christopher Nolan, “Ver Oppenheimer en una sala de cine es como una experiencia cinematográfica en 3D pero sin el uso de lentes especiales”.

Desde mi punto de vista, el guión y la realización de Oppenheimer por parte de Cristopher Nolan es excelente pero creo que el tratamiento que le da al personaje central que en este caso es biográfico, de pronto parece más bien un personaje de ficción similar a los protagonistas de otras películas de Nolan, como las dos de Batman, de Inception (El Origen) o de Interestelar. Sin embargo, hay que recalcar que Oppenheimer existió en carne y hueso, y su trabajo como científico cambió para siempre el mundo.

Lo que sí logra la película, es darle visibilidad -que no tenía en la cultura popular- a esa figura del científico norteamericano J. Robert Oppenheimer que bien puede estar a la altura de Albert Einstein, teórico y considerado el padre de la energía nuclear, una persona ampliamente conocida y reconocida por sus aportaciones a la ciencia. 

Oppenheimer se estrenó en México con muchísimo éxito a mediados del año pasado, y actualmente solo está disponible en renta o compra en algunas plataformas de streaming como Prime Video de Amazon. Claro que también es posible, con suerte, verla en algunas páginas de Internet.






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