Opinión
Jueves 11 de Septiembre del 2025 08:18 hrs

Aranceles a China: ¿buena suerte o mala suerte?


Era pues de esperar, que Trump terminara por exigir que México grave con aranceles a China: es incoherente que nuestro superávit de balanza comercial con USA sirva para consumir productos asiáticos. A manera de ejemplo, no es recíproco que aquí vivamos de la industria automotriz americana mientras conducimos autos chinos.

Es cultura popular la leyenda china de “Buena suerte, mala suerte, ¿quién sabe?”: no podemos juzgar si algo será bueno o malo, futuros eventos lo decidirán.

Al aún incipiente gobierno de Claudia Sheinbaum le viene el cuento como anillo al dedo. Antes de desarrollar, aclaro lo de incipiente: para fines prácticos y para quien sea capaz de leer entre líneas o estar medianamente informado, apenas el pasado primero de septiembre inició la era claudista, una vez puesto el piso para que la primera Presidenta de México gobierne desde una visión propia o compartida, ya no impuesta o acordada.

A casi un año de rendir protesta, todo lo que en principio pareció una avalancha de mala estrella y lastres para la nueva administración, le ha ido haciendo justicia a la fábula china de la suerte.

Desde la herencia en seguridad pública por la táctica de los abrazos, pasando por la elección de Donald Trump para presidir Estados Unidos y todos los volantazos que de eso emanan, transitando primero por la cuestionada legitimidad de una mayoría calificada de la 4T en el congreso que posibilitó una reforma judicial que en el mejor de los casos habremos de someter al cuento chino, y en medio de todo eso, los escándalos de presuntos vínculos de morenistas con el crimen organizado que van desde simpatizantes hasta la Marina, pasando por gobernadores en funciones, ex gobernadores y ex secretarios de estado; y para terminar, la bofetada al pueblo bueno por quienes hicieron de la austeridad un tema republicano y no personal, algo así como “hágase la voluntad del pueblo en los bueyes de mi compadre”.

Vámonos por partes: ante la desgracia de recibir un país convulsionado por la delincuencia organizada cuya influencia abraza mucho más que el tráfico de drogas, y ante las amenazas de Trump (USA) de imponer aranceles a productos mexicanos de no frenar el tráfico de fentanilo y migrantes, a México no le quedó otra opción más que acceder a las exigencias norteamericanas en cuestiones de combate al narco y migración; y así, desde un discurso nacionalista de defender la economía y desde un interés de fondo para contener al crimen organizado, se relajaron las formas para darle gusto a los gringos y de pasada salvar de momento la relación comercial así como apretar tuercas internas en materia de seguridad sin que nadie pudiera chistar por callos pisados ante una exigencia externa sin precedentes…peras con manzanas, es cierto, pero, de dos malos escenarios imposibles de sortear, la Presidenta salió bien librada sin necesidad de comprometer su imagen al estar obligada por las circunstancias. ¿Mala suerte o buena suerte?

Mientras, los candados impuestos por su predecesor y/o la 4T, también dejaron a la Presidenta sin margen de maniobra para el tema de mayoría calificada en el congreso y su finalidad, la reforma judicial. ¿Mala suerte, o buena suerte? El asunto es que, los monreales, adanistas, noroñas y demás personajes, capitalizaron muy bien eso de la separación de poderes para ejercer desde sus curules y escaños esa libertad democrática tan parecida al libertinaje cuando se tuercen números, porcentajes, voluntades y procedimientos. La buena suerte de ellos, de ostentarse dueños de un poder independiente al ejecutivo por mérito propio y la literal ejecución del mismo para confeccionar hasta la constitución a su gusto o al de un movimiento o de un palenquense, parece haber acabado en perfecta sincronía con el verano del bienestar, que destapó nexos, gastos, viajes, desayunos, ropas, casas y demás simbolismos que, sin necesidad de sentencias judiciales, sentencian el futuro político de los exhibidos. Ni Michael Corleone lo hubiera planeado mejor.

Mucho, mucho rollo y no llegamos a los aranceles contra China, pero ya mero. Antes, solo reflexionar a toro pasado: resulta que, a un año de estar en el poder, parece ser que la suerte comienza a estar del lado de la Presidenta; sin contrapesos opositores, con los contrapesos de casa muy debilitados y exhibidos, con la opinión pública e internacional respaldándola, con una cabeza del poder judicial que parece alineado en el ideal aunque todavía incierto en lo práctico, y hasta con el fantasma de Palenque en una variación de Pedro Páramo para con sus hijos, parecería que, por primera vez en el sexenio, Claudia tiene margen de maniobra, pero…

Para darle cierre al cuento de la suerte, tendremos que reconocer la mano de Trump en el destino mexicano. Y aquí es donde, la libertad de maniobra que hoy tiene Sheinbaum, nos pone como país por primera vez en el sexenio en aparente (subrayo aparente) posición de elegir: China o Estados Unidos.

De ahí se desprende nuestro futuro económico. Pasa entonces que, por una gracia de vecindad con Estados Unidos, una vez más la Presidenta queda maniatada, esta vez debido a la suerte geográfica: empezando por Brasil, muchos países latinoamericanos empiezan a fincar sus economías en la nueva composición geopolítica que China pretende liderar desde su política mixta de libre mercado y estado rector. Por otra parte, en USA entienden la necesidad de un bloque económico americano en donde México es clave como mercado, como proveedor y más importante, como barrera de seguridad nacional e ideológica.

Era pues de esperar, que Trump terminara por exigir que México grave con aranceles a China: es incoherente que nuestro superávit de balanza comercial con USA sirva para consumir productos asiáticos. A manera de ejemplo, no es recíproco que aquí vivamos de la industria automotriz americana mientras conducimos autos chinos.

Así que habremos de prepararnos para lo que viene: una escalada mayor en aranceles y barreras a productos asiáticos si queremos seguir exportando productos y mano de obra para USA, con la natural consecuencia de aumento de precios en todo lo que sea made in China… y resulta que de la manita de puerco que Trump nos hace para blindar la industria norteamericana contra Asia, vuelve a surgir una especie de buena suerte para Sheinbaum: más recaudación fiscal derivada por gravar todo lo proveniente de China. Ya la inflación y por lo tanto la pérdida del poder adquisitivo, será un problema que tendrán que explicar los economistas.

Parece mentira pero es verdad: para defender su capitalismo, Norteamérica recurre a medidas arancelarias que por definición van en contra del libre mercado. Hoy parece que para entender el futuro económico, más que leer a Adam Smith y Milton Friedman, habría que recurrir a Nostradamus y al Pulpo Paul. Estoy evaluando si será correcto exigir un reembolso por las colegiaturas que pagó mi padre allá, donde cursé las materias de economía.






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