Opinión
Martes 02 de Diciembre del 2025 03:43 hrs

¡AL HUESO!

La verdad ahorcada


Ocultamiento, engaño o falsedad flagrante, en estos recientes siete años la práctica gubernamental de ocultar, eludir o revestir las verdades se han acentuado, primero con el agregado del cinismo de López Obrador para mentir en forma descarada y hoy con una Presidenta que al igual que su equipo van aprendiendo.

“La mentira es la lengua oficial del gobierno; los demás son dialectos”. Anónimo.

Los hay unos más y otros menos, pero ningún gobierno es completamente transparente en su actuar y cada uno tiene sus métodos para revestir tanto los sucesos que le son negativos como para exaltar al extremo los positivos. Pocos han alcanzado el nivel de manipulación de la realidad que implantó y dejó como herencia López Obrador. 

En la medida que se develan uno tras otro los escándalos de corrupción durante el pasado sexenio -algunos prolongados hasta el presente, como Segalmex y el denominado huachicol-, se hacen más evidentes las 170 mil mentiras que profirió en su circo diario. 

Mintió, tergiversó y desvió temas con una desfachatez y un cinismo que le permitieron hacer creer a buena parte de la población que decía verdades, en un rango desde su supuesta vida con 200 pesos en la bolsa, hasta el falso combate a la corrupción, que sus hijos y familias han sido los primeros en desmentir con hechos.

Artífice de ese modelo de manipulación informativa, que viola repetidamente el derecho a una información gubernamental veraz, ha sido Jesús Ramírez Cuevas, su encargado de propaganda y hoy coordinador de asesores de Claudia Sheinbaum, bajo cuyo alero mantiene iguales prácticas y el mismo equipo de preguntadores pagados y granjas de bots.

Es necesario reconocer que si bien va aprendiendo, la Presidenta no alcanza aún el cinismo de su mentor y en momentos demuestra candidez discursiva o falta de habilidad para eludir temas, por lo cual el método no está dando buenos resultados y no ha logrado alcanzar la misma falsa credibilidad. En cambio, ha acrecentado su intolerancia.

Quedó demostrado, particularmente, con el contrabando de combustibles en que apareció implicada la Marina, momento donde la sucesión de hechos -como los asesinatos en serie de implicados, civiles y uniformados-, le fue dificultando tender una cortina de humo para limitar el daño y encubrir a las cabezas. Terminó iracunda regañando a los reporteros.

Algo de éxito tuvo luego con su decisión de cancelar 180 mil millones de pesos de impuestos eludidos por aseguradoras -más del doble de lo reclamado a Salinas Pliego-, lo que encubrió como “acuerdo con el SAT”. O en la entrega de más horarios de vuelos a empresas estadounidenses, reversión por presión de Trump del plan heredado de López Obrador para llevar operaciones al Chaifa, que ella encubrió como “un reordenamiento”.

De circo resultó en la semana pasada la comedia para reemplazar Alejandro Gertz, quien tuvo la osadía de mostrar gramos de independencia frente a las imposiciones de Sheinbaum, y poner en la Fiscalía General a la demostradamente obediente Ernestina Godoy, que sin duda extremará el uso político de la dependencia. 

Usan hoy las mismas justificaciones, elusiones, medias verdades y francas mentiras del antecesor, que en un extremo abanderó “¿quién es quién en las mentiras?” para generar un ambiente hostil a la información, destinado a desalentar la crítica hacia el gobierno.

El método goebbeliano fue abordado en uno de sus pasados análisis por nuestro paisano Federico Berrueto, “No es nuevo el cinismo”, en el cual indica que la continuación de esas prácticas ha dado paso a la acentuación del engaño como ejercicio político: 

Cuando la verdad humilla al poder, éste se viste de cinismo, pulsión de todo régimen político; hasta en la democracia ocurre el desfiguro… El cinismo es forma de venganza. Así es cuando la realidad incomoda y exhibe… nada mejor que el cinismo compartido”.

Con menos descaro, la Presidenta trata de eludir la franca mentira, pero ya resultó víctima de la información de “dados cargados” que le entregan antes de la presentación matinal y, por desconocer los temas, termina opinando sobre lo que no debe, se contradice, hace afirmaciones falsas o instruye ilegalidades a sus colaboradores.

En una visita a Coahuila, demostró como en materia legal no sabe ni se asesora. En referencia a la tragedia que su padrino originó con AHMSA, quiso adornarse afirmando que había conminado a la juez del caso para dar prioridad de pago a los trabajadores. No solo no hay, sino que es indebido y alerta sobre como está actuando frente al que denomina “nuevo” Poder Judicial. Además, esa prioridad es un mandato de ley.

Más que a la mentira flagrante, ella, sus funcionarios y los mandatarios de su grupo recurren al “ablandamiento” del idioma para minimizar la gravedad de los hechos.

Cuando ocupaba la jefatura de gobierno, se recuerda el “deslizamiento hacia el piso” para caracterizar el desplome de la línea 12 del Metro, que originó 27 muertes y más de una centena de heridos. También el reciente “percance vial” para encubrir el choque y descarrilamiento del “Tren Falla”. 

O la aclaración de que no hay escasez de gasolina, sino “solo un pequeño retraso en la distribución”. También el “no digas municipios afectados”, instrucción al secretario de Salud sobre la tragedia en varios estados por las anormales lluvias, esas que según Rocíos Nahle fueron un “ligero desbordamiento”. Y la “leve contracción” cuando el PIB esperado para este año lo fijó el Banco de México en un 0.3%. 

Así, este par de sexenios nos ha mostrado que si la vida no vale nada, como nos ha hecho cantar José Alfredo, la verdad hoy vale menos que eso.






OPINION

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Al parecer “La Chingada” ha acentuado su insania. Presenta un libro sobre su desgobierno titulado “Grandeza” y amenaza regresar “para defender la democracia”…

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