Opinión
Jueves 25 de Abril del 2024 07:27 hrs

Moralmente Desfondados


Las consecuencias de la soberbia y solamente buscar el poder no se han hecho esperar. Los dos pilares en los que el Presidente sustentó la renovación moral que encabezaría su gobierno se han hecho polvo

López Obrador llegó a la Presidencia con todo el poder político y un halo de moralidad que le hubiera permitido generar un cambio profundo en el estado mexicano, comenzando por un cambio de fondo en la forma de hacer política.

Cuando el Presidente afirmó que la oposición estaba moralmente derrotada no se imaginaba que, dos años después, la calidad moral de su gobierno se vería tanto o más comprometida que la de los peores gobiernos anteriores. Los hechos demostrarían, no solamente que Morena y el gobierno de la 4T es tan amoral como los gobiernos del PRI y PAN, sino que los pilares sobre los que finca su lucha contra la corrupción serían tan frágiles que se desmoronarían hacia la mitad del sexenio.

Al asumirse como paladín de la lucha contra la corrupción el Presidente olvidó su condición de servidor público, se creyó una deidad, capaz de transformar la vida pública con el solo poder de su voz y la repetición constante cada mañana. En esa condición se dio el lujo de desdeñar, cooptar y eliminar los instrumentos ciudadanos, impulsados por el pueblo mexicano, para lograr un país más equitativo y libre, donde el abuso del poder y el uso ilegítimo del dinero no representaran una palanca para el éxito, fueran expuestos y sancionados jurídica y socialmente.

El Sistema Nacional Anticorrupción, y los consecuentes sistemas estatales, no fueron una concesión de ninguna administración. Fueron, más bien, una exigencia de la ciudadanía para crear un marco que coordinara esfuerzos entre la ciudadanía y diferentes entidades de gobierno para transparentar la administración pública, eliminar posiciones que fueran susceptibles a actos de corrupción y los incentivos para ello.

El SNA no sustituye la acción de las entidades de gobierno que tienen a su cargo la investigación y castigo de actos de corrupción, al contrario, se soporta en ellas, coordinando esfuerzos, ciudadanizando las iniciativas y marcando directrices en cuanto a cargos y encargos especialmente susceptibles al abuso.

En el combate a la corrupción no es el SNA quién se colgaría la medalla, son las instituciones a las que coordina quienes darían el resultado al implementar política pública, investigar con eficacia e impartir justicia pronta y expedita ante actos de corrupción. Es en el propio diseño supra institucional del SNA donde tiene su mayor debilidad; no es evidente para el pueblo que el sistema de resultados.

Desde su auto declarada superioridad moral, el Presidente, desdeñó la participación ciudadana y la coordinación interinstitucional para soportar las acciones en solo un par de pilares; entidades de gobierno que actuarían por encargo: la Fiscalía General de la República, a través de su Fiscalía Anticorrupción  y la Unidad de Inteligencia Financiera de la Secretaría de Hacienda.

Sin una planificación ni conciencia real del reto que se enfrenta se dejó sin coordinación efectiva y fuera de la lucha al Poder Judicial de la Federación, al Poder Legislativo a través de la Auditoria Superior de la Federación, al Instituto Nacional de Acceso a la Información, a la propia Secretaría de la Función Pública y a los ciudadanos representados por el Comité de Participación Ciudadana.

Las consecuencias de la soberbia y solamente buscar el poder no se han hecho esperar.

Alejandro Gertz Manero se ha encargado de dinamitar la confianza en la Fiscalía Independiente que le tocó inaugurar. Sus excesos y el uso discrecional, con motivos ilegítimos, de su poder no deja duda de que representa la peor corrupción a la que los mexicanos nos hemos enfrentado.

Santiago Nieto de la UIF difícilmente se puede clasificar como un funcionario corrupto. Aunque, al tratar de ocultar el dispendio personal en un gobierno que sataniza tener más de dos pares de zapatos, expone la hipocresía con la que la 4T se conduce; farol de la calle, oscuridad de la casa, el abuso se da de muy diversas formas.

Los dos pilares en los que el Presidente sustentó la renovación moral que encabezaría su gobierno se han hecho polvo. Mientras la oposición no termina de superar la derrota moral que los aqueja, el presidente y su Morena están moralmente desfondados. El cambio profundo, hacia el país que los mexicanos buscamos, esta otra vez en las manos del ciudadano.

 

 

 

 






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