Opinión
Domingo 28 de Abril del 2024 05:39 hrs

¡AL HUESO!

Poker con dados cargados


Es evidente la escasez de recursos con que navega Xóchitl Gálvez en la campaña, lo que le llevó en la pasada semana casi a suplicar que al menos los líderes de partidos le cedieran parte de los espacios publicitarios que utilizan para promocionarse personalmente.

“Él es honesto, pero está rodeado de gente que no lo es”. Salinas Pliego.

Si un atributo como política se le debe reconocer a Xóchitl Gálvez es su simpatía, esa espontaneidad alegre y aguda que va acompañada por velocidad mental, para responder de bote pronto y con ingenio a agresiones o señalamientos desde el poder.

Una diferencia abismal frente a la candidata oficial: mientras los asistentes abandonan los mítines de Sheinbaum con cara de hastío antes de que terminen, de los de Gálvez se retiran sonrientes, comentando alguno de sus chascarrillos. 

Sin embargo, ese “ángel” -que debería ser cuidadosamente dosificado y controlado- también le crea a la opositora situaciones complicadas, como cuando señaló que Tijuana es una ciudad fea, poco grato calificativo pero imposible de negar para quien la conozca.

Quiso resaltar la capacidad de esa poblada y criminalmente agobiada ciudad fronteriza, para destacar la capacidad de crear valor aún en esas condiciones, con atractivos como la industria vinícola que le permite captar visitantes. Pero tocó fibras sensibles de los pobladores y fue aprovechada precisamente para vulnerar su simpatía.

Otro traspiés fue la idea de copiar el sistema carcelario del salvadoreño Bukele, como solución simplona a la debacle en seguridad pública y criminalidad.

La candidata opositora es una mujer preparada, profesionalmente calificada, fortalecida por el esfuerzo de lucha para pasar de cuna humilde a la creación de empresas exitosas.

En su carrera política, concretada principalmente en la Ciudad de México, han querido encontrar acciones ilegales, tráfico de influencias, deshonestidades y no han pasado de las palabras a las pruebas.

Hay más historia negra en su adversaria, que de acuerdo con los sondeos reales mantiene sobre ella una ventaja real de entre 8 y 13 por ciento, una diferencia más cerrada que la pregonada por las encuestas distribuidas desde el aparato de gobierno, para sembrar la idea de una elección decidida de antemano.

Ese porcentaje marca una diferencia distante de los resultados de los primeros sondeos y que la opositora ha cerrado a pulso, en un trabajo prácticamente personal. 

Lo que le sobra a Sheinbaum le falta a Gálvez: un Presidente que violando abierta y encubiertamente toda normatividad está inmerso en la campaña, con apoyo político y financiero, utilizando todo el poder del gobierno y principalmente los programas sociales como beneficio y amenaza para la captación de votos.

Lo señalamos en la entrega anterior, la candidata oficial “nada de muertito”, cobijada en la siempre inexplicable popularidad de su mentor, evitando cualquier actuación que pueda vulnerar esa cómoda posición.

En cambio, la opositora, con mínimo apoyo institucional, nada a contracorrientes del trabajo electoral del Presidente, de la mayoría del gabinete, de los gobernadores del  bloque encabezado por Morena y principalmente de las huestes del Bienestar, que ejecutan a diario la política de zanahoria y garrote.

Desde el inicio de las precampañas quedó claro que partidos y dirigencias, lejos de acercarse al lema de “fuerza y corazón por México”, son más bien lastre para Xóchitl.

En la confección de las listas de candidatos, lejos de centrarse en seleccionar perfiles sanos, populares, que dieran sustento electoral a su candidata, principalmente en el PRI y PAN los más cuestionados dirigentes se apropiaron para beneficio personal de las opciones más seguras, causando malestar y deserciones en sus filas.

Es evidente la escasez de recursos con que navega Xóchitl Gálvez en la campaña, lo que le llevó en la pasada semana casi a suplicar que al menos los líderes de partidos le cedieran parte de los espacios publicitarios que utilizan para promocionarse personalmente. 

Esa carencia financiera, en cambio, no la padece la adversaria. Ha sido notorio en las últimas semanas el giro en tono de la totalidad de los medios impresos capitalinos -incluso Reforma y descaradamente Milenio, por ejemplo- para marcar énfasis en lo que difunde Sheinbaum, aunque solo sea copia al carbón de lo que matinalmente dice su mentor.

Ninguna ha destacado por la presentación de propuestas de fondo para solución a la suma de crisis que hereda López Obrador. En vez de hacerlo, Xóchitl Gálvez ha gastado tiempo y espacios para abordar esos fracasos, cuando bastaría con la sola mención de las palabras seguridad, salud, educación, desaparecidos, Ayotzinapa, para poner la valoración negativa en la mente de los electores y asentar luego una propuesta de solución viable.

Aun así, frente a la sumisión absoluta que muestra Sheinbaum hacia López Obrador, Xóchitl ha dado chispazos de visión de Estado, como respaldar al Presidente en la defensa de la soberanía de México ante los excesos de políticos estadounidenses.

La oficial, en cambio, no sale de lugares comunes. Lo demostró en Saltillo el pasado sábado al referirse a la crisis de AHMSA, mostrando un patético desconocimiento de un problema generado por López Obrador, que dejó a 50 mil empleos coahuilenses en el aire.

La lucha electoral se ha desarrollado en forma muy desequilibrada, con todo el poder del gobierno en favor de la candidata oficial. Sin embargo, Xóchitl Gálvez, por sus atributos personales y los enojos ciudadanos -como el existente en la Ciudad de México- le han permitido acortar la distancia, pero no lo suficiente.

Mientras Sheinbaum ha caído rápido, causando preocupación en el obradorismo, Xóchitl ha crecido sin lograr capitalizar por completo las pérdidas de su antagonista.






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