Opinión
Lunes 29 de Abril del 2024 20:45 hrs

¡AL HUESO!

Gato por liebre


Abordar el tema viene al caso porque precisamente la corrupción comprobada en el grupo en el poder es, después de la inseguridad y la debacle en salud, el tercer tópico que muestra al desnudo lo que ha sido el fracaso global de la actual administración.

“Ladrón que roba a bandido, merece ser ascendido”. Gonzalo N. Santos, “El Alazán Tostado”.

“No se metan con los familiares, no se metan con mis hijos”, dijo López Obrador y lo secundaron la candidata oficial con un “con los hijos no” y la casi desaparecida doña Beatriz sumó “rechazo que los familiares sigan siendo daños colaterales”.

En una actitud rayana en la hipocresía, los mismos que tras bambalinas del teatro de la política festejaron alborozados el video que exhibió borracho y prepotente al hijo de Xóchitl Gálvez, salieron en público a jugar con bola ensalivada.

¿Qué es más grave, un junior alcoholizado pleiteando fuera de un centro nocturno o la demostrada y descarada corrupción de los tres vástagos del Presidente, cuyas tranzas han causado costos y riesgos mayores, como el descarrilamiento del Tren Maya?

El “humanismo” que envuelve el fondo de los pronunciamientos realmente busca un pacto de encubrimiento para los descobijados trafiques de los juniors del tabasqueño. 

Las dos damas no pasaron de las sospechosas expresiones sobre el tema, pero López Obrador no se midió y en la homilía del pasado jueves de plano lo uso para confesar y exculpar los delitos de José Ramón, Gonzalo y Andrés, a la vez que arremetió de plano contra la candidata opositora, que semanas atrás pidió a la FGR iniciar una investigación sobre los turbios negocios de los hoy explicablemente millonarios:

“Ah, pero ir a presentar una demanda en contra de mis hijos que porque vendieron balastro en el Tren Maya, casi casi culpando del descarrilamiento del tren a mis hijos porque el balastro que vendieron no es de buena calidad, y por la corrupción. O sea, eso es una gran falsedad, eso es de malos, de malolandia”.

Bien leído, el parrafito del monólogo oficial representa aceptación tácita de que efectivamente estuvieron -o aún están- en el negocio del balastro de mala calidad.

Abordar el tema viene al caso porque precisamente la corrupción comprobada en el grupo en el poder es, después de la inseguridad y la debacle en salud, el tercer tópico que muestra al desnudo lo que ha sido el fracaso global de la actual administración.

Y justamente el lunes anterior, en lo que podría haber sido su primera postura seria en materia de iniciativas programáticas, la candidata oficial mostró el huarache al presentar la propuesta para el combate a la corrupción en su eventual gobierno.

La misma que apenas sombreó en el concierto de lodo que fue el primer debate, cuando Xóchitl Gálvez cayó en el juego inútil de cruzar acusaciones y desperdició la oportunidad de mostrar una estatura como posible futura mandataria. 

Cabe hacer notar que la corrupción no es solo económica, sino también política, y Sheinbaum misma no es ajena a señalamientos, como los dineros que Carlos Ahumada entregó a su entonces esposo Carlos Imaz, o la manipulación en torno a la tragedia de la Línea 12 del metro capitalino, donde terminó por esconder los peritajes que la culpaban.

Se suma que puso a cargo del tema a Javier Corral, el exgobernador panista de Chihuahua que en su mando se demostró un ejemplo de corrupción política y uso faccioso del poder, además de que sus principales colaboradores, encabezados por el secretario de Finanzas, están prófugos precisamente por apropiación de recursos públicos.

Al considerar necesarios mecanismos aparentemente más fuertes, Sheinbaum a no querer queriendo dejó claro que el actual gobierno no solo incumplió, sino que superó la historia de Alí Babá, porque los ladrones son bastante más de 40.

El broche final de la propuesta para ingenuos, presentada a través de Corral, mostró la verdadera intencionalidad, al postular la creación de una Agencia Federal Anticorrupción dependiente directamente del Poder Ejecutivo y soslayar el papel que efectivamente cumplen instancias autónomas así como organismos civiles independientes que investigan, revelan y denuncian la corrupción de los funcionarios.

O sea, otro instrumento discrecional sujeto a la voluntad del mandante, para ser utilizado como arma política o muro de encubrimiento, del que se beneficiarían no solo los hijos y parientes del actual Presidente, los hermanos Pío y Martín, la prima Felipa y otros un poco más lejanos, sino también ya incontables funcionarios y/o miembros del grupo político.

Cabe recordar, en somero recuento, algunos casos tan o más graves que los de los juniors:

-Segalmex, un robo de recursos públicos por más de 15 mil millones de pesos, en que el principal involucrado, Ignacio Ovalle, viejo tiburón de la política, fue exculpado por López Obrador con la infantil excusa de que “fue engañado” por sus subordinados.

-Manuel Bartlett Díaz, protagonistas de los más oscuros episodios de la política mexicana en las últimas décadas, con una fortuna multimillonaria que no pasa la prueba del ácido y que en Coahuila ha dejado su huella a través de la multiplicada corrupción en el carbón, que ha costado vidas y dineros públicos, en parte derivados a las campañas electorales.

-Rocío Nahle, reincidente sexenal en la adjudicación ilegal de contratos, hoy candidata al gobierno de Veracruz y cuya nebulosidad en el manejo de los inflados recursos destinados a la hasta ahora fracasada refinería de Dos Bocas ve la luz en la adquisición de por lo menos dos residencias de extremo lujo en Boca del Río.

-La suma de extorsiones de Julio Scherer desde la Consejería Jurídica -el caso AHMSA entre ellas- denunciadas desde las filas mismas del morenismo.

-El huachicoleo de combustibles y los negocios de Mario Delgado, líder de Morena, a través del control mafioso del sistema aduanero.

Para refrescar la memoria y por orden alfabético, algunos protagonistas de corrupción denunciada en su momento: Adán Augusto López, Alejandro Esquer, Alejandro Gertz, Américo Villarreal, Cuauhtémoc Blanco, Delfina Gómez, Dolores Padierna, Eréndira Sandoval, Félix Salgado Macedonio, Florencia Serranía, Gabriel García, Gabriela Guevara, Jaime Bonilla, Jesús Ramírez Cuevas, Napoleón Gómez Urrutia, Octavio Romero, Pedro Haces, René Bejarano, Ricardo Peralta, Ricardo Sheffield, Santiago Nieto, Yeidckol Polevnsky, Zoé Robledo…

Y la pregunta de fondo: ¿Se atrevería la hoy candidata a investigar los multimillonarios recursos entregados a las fuerzas armadas, manejados en su tradicional oscuridad?






OPINION

Fuenteovejuna

¿Y el futuro apá? Lopez Obrador destruyó culpando al pasado y las candidatas se anclan en lo mismo, lanzándose lodo frente a un país que reclama soluciones.

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