Opinión
Sábado 27 de Abril del 2024 08:59 hrs

Pantalla

Providencia y destino en Vidas pasadas


Vidas pasadas logra contar acertadamente esa historia de in-yeon coreano para acercarnos a una pareja en el siglo XXI que tal vez estaba conectada en otras vidas y que seguramente lo estará también en el futuro, un concepto que parecería más dentro de la tradición oriental que la nuestra en occidente, pero que para propósitos de una historia romántica es muy atractivo el concepto

Vidas pasadas está nominada al Oscar 2024 en la categoría de Mejor Película junto a las grandes producciones de Hollywood como Oppenheimer, Barbie, Maestro, Asesinos de la luna de las flores y Pobres Criaturas, junto a otras menos espectaculares como Los que se quedan, American Fiction, Zona de interés y Anatomía de una caída. En total son diez películas que compiten por el premio más importante.

Con esa lista de películas nominadas, parecería que los miembros de la Academia de Cine intentan quedar bien con todos los públicos y cinéfilos, pues están desde las grandes producciones y éxitos de taquilla como Oppenheimer y Barbie, hasta películas de menor presupuesto y que se podrían calificar de “independientes” como es el caso de Vidas pasadas. 

Entre los directores de esas cintas nominadas hay consagrados como Martin Scorsese (Asesinos de la luna de las flores), realizadores de culto como Christopher Nolan (Oppenheimer), debutantes como Celine Song (Vidas pasadas) y directoras con trayectorias cortas como Justine Triet (Anatomía de una caída). 

Tal vez la película más “independiente” de las nominadas sea Vidas pasadas escrita y dirigida por Celine Song que hace su debut como directora de cine con esta historia de amor y amistad sobre dos niños coreanos -Nora y Hae Sung- que se separan cuando tenían 12 años porque Nora y sus padres emigran de Corea del Sur a Canadá. Doce años después se ponen en contacto de nuevo y no es sino hasta luego de otros doce años cuando Hae Sung viaja a Nueva York para reencontrarse con Nora.

Si bien Vidas pasadas no es una historia romántica en sí misma, destaca por un sentimiento de amor nostálgico por parte de los dos protagonistas. Primero es él quien trata de hacer contacto con ella a través de la cuenta de redes sociales del padre de Nora -un conocido director de cine-, quien ha hecho su vida primero en Canadá junto a sus padres y luego a lado de Arthur, su esposo norteamericano, en Nueva York. La dificultad para localizarla es que ella cambió su nombre original en coreano por otro más occidental como Nora.

El primer contacto después de doce años lo establecen a través de una pantalla de computadora y cuando Nora se da cuenta de que está sintiendo “algo más” por su amigo de la infancia-adolescencia, decide detener las conversaciones; sin embargo, ese lazo forjado en la infancia permanece vivo y otros doce años después, Hae Sung decide viajar a Nueva York para encontrarse en persona con Nora.

De ese reencuentro surgen sentimientos encontrados sobre el amor y el destino, y afloran más preguntas que respuestas como cuando Hae Sung le pregunta a Nora: “¿Y si no te hubieras ido de Seúl? ¿Te habría buscado igualmente? ¿Habríamos salido? ¿Habríamos roto? ¿Nos habríamos casado? ¿tendríamos niños?”... y todo queda en “Qué hubiera pasado si…”.

La historia de Vidas pasadas tiene un toque autobiográfico de la directora Celine Song, pues ella misma a los doce años junto a sus padres emigró de Corea del Sur a Canadá y luego se casó con un norteamericano. Celine es dramaturga al igual que el personaje de Nora. Celine tuvo un novio en su infancia que encontró más de veinte años después.

En entrevistas, la directora ha dicho que “La película es significativamente más romántica que el encuentro, porque es una película romántica. Pero entre mi novio de la infancia y yo, no fue romántico. Fue platónico. Fue realmente platónico... porque quería que fuera una película romántica, hay una especie de idealización”. 

Para hacer la trama más interesante utiliza el término coreano de in-yeon que dice la directora significa "están conectados entre sí en vidas anteriores a ésta y también que estarán conectados en las vidas después de ésta. Y en cada vida, significará algo un poco diferente".

En la película, Nora se lo explica de una manera peculiar a su esposo: “Cuando dos desconocidos se cruzan por la calle y su ropa se roza sin querer es porque se han formado 8000 capas de in-yeon”.

Vidas pasadas logra contar acertadamente esa historia de in-yeon coreano para acercarnos a una pareja en el siglo XXI que tal vez estaba conectada en otras vidas y que seguramente lo estará también en el futuro, un concepto que parecería más dentro de la tradición oriental que la nuestra en occidente, pero que para propósitos de una historia romántica es muy atractivo el concepto.

La dirección de la cinta es bastante acertada y viene a dar un respiro con respecto al cine dominante en salas y plataformas que ha ido acostumbrado el gusto del público a películas con un un ritmo vertiginoso, mucho efectos visuales, sonido ensordecedor y con una edición super acelerada y más en películas de acción donde toma tras toma van pasando frente a nuestra vista a máxima velocidad con tomas que en pantalla duran apenas uno, dos o tres segundos, y en ocasiones ni siquiera llegan a un segundo. 

Esa velocidad a la que pasan las imágenes provoca una cierta adicción del público a ver (y exigir) mucha información en poco tiempo, contenido audiovisual que nuestro cerebro procesa rápidamente pero que impide pensar y reflexionar sobre lo que está realmente sucediendo en la pantalla. Es como la adrenalina que altera nuestro sentidos y que sirve para mantener la vista y la atención en las pantallas. Y eso no es nada nuevo, pues ya hace más de 100 años, el cine ruso experimentó con una edición rápida como lo hizo Sergei Eisenstein, uno de los realizadores más importantes y revolucionarios del cine mundial que tiene como su obra emblemática a la película muda Acorazado Potemkin realizada en 1925, es decir, hace casi 100 años.

En Vidas pasadas, la realizadora Celine Song optó por una dirección más pausada, con tomas más largas y encuadres “distintos”  para acercarse o alejarse de los personajes, manteniendo una presencia de la cámara con una cadencia más lenta que permite al espectador ver y escuchar bien lo que está sucediendo en la escena. Hace un llamado a la atención plena y a la reflexión en favor de la historia. Sin duda, un buen trabajo de realización.

Actualmente en México, la película Vidas pasadas solo está disponible para verse en salas de cine, pero seguramente muy pronto estará en alguna plataforma de streaming. Por ejemplo, en Estados Unidos ya está disponible en Amazon.






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