Opinión
Domingo 11 de Mayo del 2025 03:58 hrs

¡AL HUESO!

El terrorismo es terrorismo


Ante ella, López Obrador volvió a demostrar el porqué de su casi aislamiento territorial, en que ha soslayado o rehuido la necesaria presencia internacional: desde su mentalidad pueblerina vive anclado en el pasado, en sus filias y fobias personales, y no entiende el mundo de hoy, sus conflictos y sus oportunidades

“Hay causas por las que vale la pena morir, pero ninguna por la que valga la pena matar”.

Albert Camus.

Con 170 mil asesinados sobre su conciencia, resultado de su política de “abrazos no balazos”, el pasado martes el Presidente López Obrador justificó su absurda “neutralidad” frente al conflicto desatado por Hamas en el Medio Oriente, con una frase que la realidad mexicana derrumba por sí misma: “Nosotros somos pacifistas”.

Quiso responder así a la embajadora de Israel en México, Einat Kranz Neiger, quien había cuestionado la tibieza del mandatario mexicano, que incluso desautorizó en los hechos la condena inicial al terrorismo realizada por la canciller Alicia Bárcena.

Ya encarrerado, sumó un rosario de dichos que el escenario nacional y las contradicciones de su política hacia el mundo desnudan sin mayor análisis: “no queremos que pierda la vida ningún ser humano, de ninguna nacionalidad”, “queremos que se garantice el principal de los derechos humanos, que es el derecho a la vida”, “nuestra política exterior se alimenta de principios”.

Difícil es entender la grave crisis regional iniciada ese sábado y con desenlace imprevisible. Ante ella, López Obrador volvió a demostrar el porqué de su casi aislamiento territorial, en que ha soslayado o rehuido la necesaria presencia internacional: desde su mentalidad pueblerina vive anclado en el pasado, en sus filias y fobias personales, y no entiende el mundo de hoy, sus conflictos y sus oportunidades.   

En sus cinco años de gobierno, México, que pese a sus debilidades internas mantenía un alto prestigio en la diplomacia mundial, con respetadas presencias como Isidro Fabela, el Nobel García Robles, Rosario Green, Bernardo Sepúlveda y muchos otros, se desdibujó por los dichos y las acciones del Presidente, que han llevado hasta la burla.

Volviendo al tema del Medio Oriente, el error fundamental en la posición de López Obrador, que no solo la embajadora de Israel ha señalado, es confundir a Hamás con el pueblo palestino y otorgarle de facto la representación de sus justas reivindicaciones, con lo cual terminó en una aceptación del terrorismo como acción política válida.

No es así. Hamás ni siquiera representa a la mayoría de los habitantes de la franja de Gaza y somete a la población por la fuerza. Es una organización fundamentalista y terrorista, que de facto asumió el poder en esa zona, en desconocimiento del gobierno de la Autoridad Nacional Palestina encabezado por Mahmud Abás, Presidente electo.

Sucesor del líder histórico Yasser Arafat, Abás ha mantenido la línea política de la Organización para la Liberación de Palestina, representada por el partido mayoritario Fatah, que tras décadas de seguir el camino de los enfrentamientos armados con el Estado de Israel, terminó por acatar la decisión de la ONU de 1948 y reconocer su existencia, para a su vez iniciar la senda diplomática que llevara a constituir un Estado palestino.

Ese paso histórico, encaminado a resolver un conflicto con más de dos mil años de duración y distintas intensidades, y en que a través de siglos han metido manos  diferentes potencias, llevó en 1994 a la Academía Sueca a otorgar el Premio Nobel de la Paz tanto a Arafat como a los líderes judíos Shimon Peres e Isaac Rabin.

Es imposible resumir en un par de cuartillas un problema de esa magnitud, con todas sus aristas y repercusiones en la geopolítica mundial, pero hoy todo está en el suelo -incluido el virtual acuerdo de relaciones Tel Aviv-Riad-de ello no se puede culpar solo a Hamás, porque también han aportado lo suyo, y bastante, los extremistas del otro lado, la ortodoxia ultraderechista judía que actualmente es gobierno. 

Esa rivalidad de extremos, sin racionalidad sobre los efectos de sus acciones -el terrorismo de una parte y de otra la apropiación de territorios y el retardo de los pasos comprometidos con la ANP para crear el Estado Palestino-, ha tenido y tiene hoy como víctimas centrales a poblaciones inermes y en su inmensa mayoría ajenas al conflicto.

Lo eran, ajenas y ajenos en su casi totalidadlos menores, mujeres, ancianos, todos civiles, masacrados en los kibutz tomados por asalto, como los más de 250 jóvenes masacrados por los milicianos de Hamás cuando asistían al concierto de música por la paz “Tribe of Nova”, hechos terroristas injustificables, que por sí solos impiden a una mente lúcida considerarlos una justa acción reivindicatoria de derechos. 

Fue solo una muestra más de la inhumanidad y la barbarie a la que nos han venido acostumbrando en su irracionalidad los fundamentalistas musulmanes y lo que genera la insensatez de los extremistas religiosos judíos, radicales ambos que terminan por coincidir en el sufrimiento que causan a las poblaciones.

Al planear la embestida, los extremistas de Hamás sabían el nivel de furia que alcanzaría la reacción de Israel, cuyo costo recae hoy en muerte y sufrimiento de los gazatíes.

La represalia de una nación profundamente herida, acción que no ha sido selectiva sino generalizada, es igualmente criticable, pero obedece a que los extremistas se mimetizan entre la población y la usan como escudo.

El propio y aborrecible premier Benjamín Netanyahu resumió en una frase llena de razón la justificación judía para esas acciones: “Si Hamás deja las armas, desaparece la guerra; si Israel deja las armas, desaparece Israel”.

La sorpresiva embestida de los militantes de Hamás, que significó el derrumbe de la fama de los servicios de inteligencia judía y seguramente un poco más tarde hará caer el gobierno radical de Netanyahu, inicialmente generó miles de muertes de ambos lados, militares, civiles y de los propios terroristas. 

Hoy la respuesta tiene precisamente al pueblo palestino de la franja como víctima prolongada, enfrentados al riesgo de la muerte por bombardeos incesantes, sin energía eléctrica, sin agua ni abasto de bienes fundamentales, sin recursos médicos y sin sustento al no poder regresar a sus trabajos en territorio judío.

Eso, visto en presente y futuro por los remanentes de la antigua y profesional diplomacia mexicana, se reflejó precisamente en la primera y correcta posición asumida por la Cancillería, que condenó los injustificables actos terroristas y crímenes de lesa humanidad cometidos por Hamás, pero a la vez sostuvo el apoyo a los justos derechos nacionales del pueblo palestino y en eso términos abogó por la necesidad de detener la sangre y dar paso a la negociación con su legítima representatividad, no con los terroristas.

Fue la posición digna que en su mediocridad López Obrador desautorizó y contradijo.






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Fuenteovejuna

“Con un hijo ausente, cada diez de mayo representa para nosotras un dolor mucho peor al que enfrentamos cada día, año con año”. Inés, madre buscadora.

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