Opinión
Viernes 26 de Abril del 2024 01:05 hrs

Pantala

Felipe Cazals en el Olimpo del cine mexicano con Canoa


Canoa es una de las mejores y más importantes películas en toda la historia del cine mexicano

El director mexicano de cine Felipe Cazals falleció el pasado 16 de octubre a los 84 años de edad. Dejó un legado cinematográfico importante dentro de la cinematografía nacional, entre sus obras como director se encuentra Canoa, una de las mejores y más importantes películas en toda la historia del cine mexicano. Si Cazals solo hubiera dirigido Canoa, con esa película estaría en el Olimpo del cine mexicano.

La película Canoa se estrenó comercialmente en marzo de 1976, hace ya 45 años. Sin embargo, si mi memoria no me falla, yo tuve la oportunidad de verla un poco antes, semanas o meses tal vez,  en un coloquio de comunicación organizado por la Universidad Regiomontana en Monterrey, pudo haber sido a inicios de ese 1976 o bien a finales de 1975. Y no solo eso, sino que se trató de una exhibición especial, supongo en alguna copia en 16 mm, que contó con la presencia del director Felipe Cazals.

Hice los arreglos necesarios para asistir, pues en ese tiempo estudiaba Ingeniería en el Tec de Monterrey, y tuve que compaginar mis horarios para no perder la oportunidad de ver ese estreno como una primicia que luego sería la carta fuerte del cine mexicano en la V Muestra Internacional de Cine de 1976 que en Monterrey tenía como sede el extinto Cine Elizondo, memorable sala con decoración china ubicada sobre la calle Zaragoza, a una cuadra de la antigua plaza del mismo nombre.

Aunque Felipe Cazals ya tenía en su haber al menos cuatro largometrajes y algunos documentales, digamos que no era el rock star del cine nacional y estaba empezando a hacer una prometedora carrera que Canoa lo catapultó al estrellato, así es que asistimos pocos al coloquio, y debe confesar que la película me impactó por su temática violenta, pero también también con la estructura de la cinta realizada como un falso documental que narra la historia de unos jóvenes trabajadores de la Universidad de Puebla que van de excursión a escalar la montaña de La Malinche, y antes de intentar hacerlo, llegan al pueblo de San Miguel Canoa.

Los hechos, basados en  una historia real sucedida en el año turbulento de 1968, a menos de un mes de la masacre de Tlatelolco perpetrada por el ejército mexicano y ordenada por los más visibles responsables, Gustavo Díaz Ordaz, Presidente de la República, y Luis Echeverría Álvarez, Secretario de Gobernación.Dados los acontecimientos del movimiento estudiantil, en ese tiempo ser estudiante o parecerlo era un delito grave que preocupaba a las “buenas conciencias” de la sociedad.

Los inocentes trabajadores, ajenos a los movimientos estudiantiles, fueron confundidos y acusados de “comunistas” adjetivo muy mal empleado y peor visto por gran parte de la población que veía en esos comunistas un enorme riesgo para el país y para los mexicanos.

Para mala suerte de los jóvenes en pueblo de San Miguel Canoa estaba controlado por el cura local que manipula a la población y los lleva a cometer actos de violencia insospechada, matando a algunos salvajemente y quedando vivos cuatro sobrevivientes con la llegada del ejército para ponerlos a salvo.

Yo permanecí en silencio durante la proyección y la sesión de preguntas y respuestas con el director Felipe Cazals al concluir la cinta. Lo único que recuerdo es que alguien del público le reclamó, dados los recientes acontecimientos  de Tlatelolco, porque aparecía el ejército como el gran salvador de los trabajadores que sobrevivieron. La respuesta simple y certera de Cazals fue “porque así sucedió, el ejército llegó a tiempo para salvar a los jóvenes que aún estaban con vida”. El cura huyó del pueblo, seguramente protegido por las autoridades.

Cazals tenía razón, así sucedió y así estaba en el guión original que escribió Tomás Pérez Turrent, pero en esos tiempos parecía sospechoso por varias razones. Una, el presidente era Luis Echeverría Álvarez hacia quien apuntaba y apunta la responsabilidad de la masacre de Tlatelolco, y dos, porque Canoa estaba producida por el estado a través del Banco Cinematográfico que dirigía Rodolfo Echeverría, hermano del presidente, que tenía carrera como actor  bajo el nombre de Rodolfo Landa.

Sospechoso o no, Canoa es una gran película. La vi de nuevo en la muestra internacional de cine de ese 1976, ya en una buena sala de cine -el  Elizondo mencionado- y en una proyección de 35 mm. La verdad la aprecié aún más. Décadas después compré el DVD y hace alrededor de cinco años la volví a ver y para mi sorpresa la película ha soportado extraordinariamente el paso del tiempo, y si me hubieran dicho que era una película nueva, lo hubiera creído porque no había perdido nada de su calidad. Ahora sé que hay una copia restaurada y no estoy seguro si el DVD que tengo es la versión original o vi la copia restaurada que se exhibió en el Festival de Berlín más de 40 años después y donde Felipe Cazals se llevó el Premio Especial del Jurado en 1976.

Además del buen guión original de Pérez Turrent, el reparto es excelente y encabezado por Enrique Lucero como el temido cura y Salvador Sánchez como un narrador a cuadro, recurso muy efectivo para la narrativa de la cinta. Además, la fotografía de Alex Philips Jr. es impecable e impactante.

En YouTube y en Facebook hay una excelente entrevista de cerca de una hora que le hizo Alfonso Cuarón a Felipe Cazals en 2016 con motivo del 40 aniversario del estreno de Canoa, donde Cuarón hace las preguntas indicadas para que Cazals de respuestas precisas sobre cada etapa de la preparación y producción de la película. Para los que gusten del cine, es una muy instructiva entrevista, pero sí es necesario haber visto Canoa para poder entender mejor esas preguntas y respuestas, donde Cuarón deja clara su admiración por la película y en general del trabajo de Cazals que forma parte de una generación de directores de ruptura en los años setenta del siglo XX, realizadores como Jorge Fons y Paul Leduc, entre otros.

A manera anecdótica personal, creo que Felipe Cazals es el director de cine que más veces he visto en persona y en distintas circunstancias. Después de esa primera vez que lo vi en el coloquio de comunicación de la Universidad Regiomontana en 1976, pocos años después mi primo Armando Javier Guerra Guerra me pidió que lo acompañara a un cocktail en los Estudios Churubusco (creo que era en la productora Marco Polo) de la Ciudad de México y que justamente lo había invitado Felipe Cazals. Allí me presentó al director que entonces estaba en los cuernos de la luna, y recuerdo muy bien la ocasión porque mi primo me presentó también a Gabriel García Márquez con quien crucé algunas breves palabras de cortesía. Encuentro inolvidable, por cierto.

Al paso del tiempo, en 2014 coincidí en Monterrey con una exhibición especial de Digna: Hasta el último aliento, documental (¿falso?) de Cazals sobre Digna Ochoa interpretada por Vanessa Bauche. Fue una exhibición con un proyector portátil de 35 mm y de doble banda, algo inusual pues en una banda está la imagen y en la otra el sonido, y además la proyección se realizó en el Teatro Calderón ubicado por la avenida Juárez de la capital regiomontana con la presencia de la actriz y del director.

La presentación de Digna fue exitosa con un Cazals ya más maduro y sin la soberbia de su juventud. El espacio teatral de teatro yo conocía bien porque allí había ensayado en los años 70 del siglo XX por varias semanas la obra de teatro del absurdo Rinoceronte, escrita por el francés Eugene Ionesco y en la cual tuve un pequeño papel en el montaje que realizó mi buen amigo Arturo Ruiz Esparza. La obra se estrenó en el Teatro del Seguro Social de Monterrey sobre la avenida Constitución y posteriormente en Monclova. Recuerdo el buen sabor de ese breve paso por la actuación. Finalmente, volví a una conferencia de Felipe Cazals en un festival de Coahuila para completar los cuatro encuentros con el realizador recién fallecido, director de cine que con Canoa entró al Olimpo del cine mexicano. Si tienen oportunidad, vean la película, vale la pena. También la entrevista de Cuarón con Cazals vale bien la pena.






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