Opinión
Domingo 11 de Mayo del 2025 03:53 hrs

¡AL HUESO!

Hora del recambio


Cierra un gobierno que se va con signo positivo y viene el cambio que no será únicamente de sexenio. Por su juventud, Manolo Jiménez tendrá el delicado papel de eslabón en el arribo de una nueva generación de cuadros gubernamentales.

“El poder no cambia a las personas, solo revela lo que realmente son”. José Mújica. 

Sin desconocer sus singularidades, condenar sus errores y fracasos, e identificar sus falencias, Coahuila ha tenido gobernadores con un desempeño aceptable en comparación con la media nacional.

El mejor indicador para apoyar esa aseveración es el desarrollo económico del Estado, con un índice de crecimiento constante -principalmente en lo industrial- muy superior también a la media nacional.

Cuando estamos a días del término del sexenio, es dable reconocer en el gobierno de Miguel Riquelme, especialmente, el tono mesurado de la conducción política, sin estridencias y sin conflictos, una de las razones centrales para que su partido no haya sido empujado al abismo por la avalancha morenista.

No le fue fácil, ciertamente, la interacción en la mayor parte del mandato con un gobierno federal caracterizado por el sectarismo, la agresividad y la falta de racionalidad en sus decisiones, que se tradujeron en un continuo menoscabo de los ya escasos recursos financieros propios. 

Sobraron los obstáculos y los enfrentó sin caer en la provocación y lo contestario, marcando en momentos decisivos las diferencias con fuerza y prudencia.  

Si bien como es natural sobrarán análisis más profundos y pormenorizados de los resultados de su gestión, es dable reconocerle en lo central haber sostenido la dinámica de desarrollo económico, Incluso ante situaciones de crisis extrema, como la pandemia de Covid.

Coahuila fue el primero en recibir al virus, con duro impacto, pero fue también una entidad que reaccionó con rapidez y eficiencia para enfrentarlo.

Soporte para la captación continua de inversión fue la atención prioritaria a la seguridad pública, que aún con los inocultables excesos y viejas prácticas de los agentes, principalmente estatales, mantuvieron un territorio aceptablemente seguro, liberado del dominio que impunemente ejerció aquí y en otros estados aún ejerce la narcodelincuencia. 

Cierra un gobierno que se va con signo positivo y viene el cambio que no será únicamente de sexenio. Por su juventud, Manolo Jiménez tendrá el delicado papel de eslabón en el arribo de una nueva generación de cuadros gubernamentales.

A diferencia de lo frustrante que han resultado mandatarios “baby”, como el pueril e irresponsable Samuel García en Nuevo León o el payasesco Ricardo Gallardo en San Luis Potosí, el saltillense llega precedido por una buena gestión al frente del municipio capitalino y abre expectativas de racionalidad. 

Cabeza de lo que será un gobierno multipartidista, resuelve en estos días la integración del equipo, en que además de las necesarias cuotas, deberá combinar la experiencia de viejos políticos con el ímpetu de jóvenes que habrán de aterrizar en las lodosas realidades de los problemas políticos y sociales.  

Es esperable que, con la buena experiencia en materia policial en Saltillo, la política de seguridad pública registre necesarias correcciones sin cambios sustanciales.

De sus desplazamientos en la etapa poselectoral se deduce que mantendrá y buscará acrecentar la captación de inversiones como dinámica de desarrollo.

En ese campo será desafiante lograr un mayor equilibrio en su distribución territorial, conjugando las necesidades regionales con problemáticas ya presentes, como la escases de mano de obra y una presión excesiva sobre la disponibilidad de agua en el sudeste del Estado.

Preocupación especial le debe merecer el caso de la Carbonífera, zona largamente deprimida, sin perspectivas, que ha recibido el mayor impacto negativo por los desatinos en el actual gobierno federal, con la paralización de Altos Hornos y el ahondamiento de la corrupción y la explotación humana en la minería del carbón.

En una zona de alta marginación y precariedad, generadora de migración en todos los niveles sociales, con limitaciones para un alterno desarrollo agrícola y ganadero, sin suficiente infraestructura en servicios (salud, educación etc) y una mano de obra enfocada al pesado trabajo minero, no ha sido fácil definir un nuevo perfil económico y todos los gobiernos que le antecedieron han soslayado la tarea.

Ante el cambio, hay en el Estado un ánimo de palpable confianza y esperanza, aunque no serán fáciles y probarán su temple, ciertamente, los primeros diez meses de relación con un gobierno federal saliente y desbocado, con un Presidente empeñado en imponer a matacaballos y a cualquier costo sus caprichos. 

 






OPINION

Fuenteovejuna

“Con un hijo ausente, cada diez de mayo representa para nosotras un dolor mucho peor al que enfrentamos cada día, año con año”. Inés, madre buscadora.

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