Opinión
Martes 23 de Abril del 2024 04:54 hrs

La Verdadera Discusión


El fondo de la discusión que no es sobre el aborto, es sobre si la interrupción voluntaria del embarazo debe de ser un delito castigable penalmente para la madre

El día de hoy es difícil pensar que las cuatro personas más importantes en mi vida no estarían conmigo, si la suegra, que no conocí, hubiera abortado.

No existe forma en que el tener un contacto tan cercano e íntimo con alguien que fue adoptada a los cuatro días de vida, obteniendo, a través de ello, todas las oportunidades del mundo, no te genere una posición sobre la interrupción de la gestación.

El día de ayer la Suprema Corte de Justicia dio un paso definitorio hacia la despenalización del aborto. Así, una de las discusiones más polarizantes, controversiales e íntimas toma un nuevo giro en nuestro país.

Los grupos más rádicales pro  elección, dirán que los hombres, por género, no tenemos nada que decir al respecto. Creo que se equivocan; mientras la decisión del aborto podrá no ser del hombre, la responsabilidad de evitar, a través del cariño y la solidaridad el sufrimiento de cualquier ser humano, la madre o el embrión, sí debe de ser compartida. Esa responsabilidad nos da derecho a opinar.

De la misma forma la maternidad no debería de ser, para ninguna mujer, un calvario, una cruz impuesta por el pecado original. La maternidad debería de ser, por elección propia, de preferencia en el seno familiar, la expresión social máxima del potencial humano. El origen en donde se gestan las grandes personas, sociedades y naciones.

En mi opinión, la razón más contundente a favor de la despenalización del aborto la dio la Ministro Margarita Ríos Farjat con una frase tan sencilla como profunda: “Nadie se embaraza, en el ejercicio de su autonomía, para después abortar”.

De una forma tan sencilla, tan imponente, la Ministro nos ubica, nos sitúa en el fondo de la discusión que no es sobre el aborto, es sobre  si la interrupción voluntaria del embarazo debe de ser un delito castigable penalmente para la madre.

En esta discusión, la decisión de la Suprema Corte de Justicia es correcta. No hay razón ni justificación por la que, como también lo expuso la Ministro Ríos Farjat; “…estoy en contra de estigmatizar a quienes toman esta decisión que, me parece, si ya de por sí es difícil y dura, por la carga moral y social, pero profundamente individual y espiritual, no debería de serlo más por la fuerza del derecho.”

Efectivamente, el aborto, en ningún momento es una decisión fácil. El embarazo que llevó hacia el, no es, de ninguna forma, un pecado o un delito. Las circunstancias son tan diversas como profundamente íntimas y personales. Nadie puede, ni por un momento, ponerse en los zapatos de quien enfrenta esa decisión más que la propia persona, y nadie tiene derecho a juzgar, menos a sentenciar.

No comulgo con el movimiento Pro elección. La discusión de la despenalización del aborto no es una discusión sobre la libertad de elegir, es una discusión sobre las responsabilidades que la elección conlleva, responsabilidades que no son únicamente de la madre.

Estoy a favor de dar la posibilidad, a todos, de decidir libremente las responsabilidades que desea afrontar; la responsabilidad de acabar con una vida así como la responsabilidad de cargar con la misma.

Estoy a favor de una responsabilidad compartida. Igual de responsable es el hombre que, ante la circunstancia personal que tenga, debe de afrontarla junto con la madre.

Estoy a favor de una sociedad que arrope, en vez de enjuiciar, a quien afronta una responsabilidad que le sobrepase, aplicando el principio cristiano de amar al prójimo como a uno mismo.

Estoy a favor de un estado corresponsable en la educación, en la eliminación de la violencia de genero y en la creación de políticas públicas efectivas, eficientes y medibles que den bienestar a la población, basados en el principio de solidaridad y subsidiaridad.

La discusión que nos lleva no es una de la penalización o legalización del aborto, es una de la creación de un mejor país para las generaciones que vienen, aquel donde la decisión de abortar no haya quien la tenga que tomar.






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