¡AL HUESO!
Peor que iguales
Con el mismo tono y forma como Gertz Manero desde la Fiscalía federal y en su momento Julio Scherer desde la Consejería Jurídica utilizaron la justicia para beneficiarse en asuntos personales, la fiscal capitalina lo hizo aparentemente solo con objetivos políticos para favorecer a la entonces jefa de gobierno
“O en la Fiscalía de la capital no les alcanzó para comprar Pegasus o lo tienen pero no saben usarlo”. Humor popular.
Mientras López Obrador resiente el aceleramiento de la natural pérdida de atención y poder por la campaña adelantada de Claudia Sheinbaum, la candidata sufrió el primer jalón de rienda de su padrino y a la vez está inmersa en un escándalo de espionaje.
Curso inexorable del poder, en la medida que se acerca el término irreversible de un mandato asume mayor rigor y libertad la revisión de su transcurso y comienzan a aparecer cadáveres en los closets y basuritas debajo de las alfombras.
Son los factores que, en menor o mayor medida, condicionan el recuerdo que se conservará de un mandatario e inciden en lo que esperan proyectar como legado al futuro, porque ninguno se libra de la ansiedad de trascender y marcar rumbo, pero no se libran de derivaciones sorpresivas de la política.
En nuestra realidad nacional, un caso cercano rotundo ha sido el de Carlos Salinas de Gortari, cuyo proyecto transexenal de continuidad naufragó principalmente por la rebelión zapatista en Chiapas y el posterior asesinato de Luis Donaldo Colosio.
Por ello, dada la personalidad ególatra y mesiánica de López Obrador, confeso de querer ser un grande de la historia nacional y marcar un nuevo rumbo de país ajustado a su utopía personal (Dios nos libre decían los abuelos), los últimos 10 meses de su gestión serán de mar agitado y podrán repetidamente en zozobra a su propia candidata.
Buscará imponer en mayor medida un sello personal que ha sido caos permanente, pero no impedirá que en el desgaste natural afloren los conflictos y se revele nueva pudredumbre de su sexenio, más allá de los escándalos de los sobres amarillos y los denunciados robos millonarios en Segalmex y en el organismo liquidador de incautaciones.
Con magia oral, López Obrador había logrado evitar que escándalos y malos resultados impactaran sus niveles de apoyo, hasta que llegó el huracán Otis y su pésima actuación antes, durante y después reveló puntualmente sus incapacidades y su insensibilidad.
El fenómeno natural lo sorprendió distraído de su responsabilidad como gobernante, por estar metido de lleno en el tema electoral y principalmente en el conflicto interno que entre sus bases generó el apoyo de Sheinbaum a García Harfuch.
Cuando aún no comienzan las campañas para la elección de 2024, el uso de su “dedito” para descarrillar al policía de larga cola y calmar al morenismo radical, generó un primer desencuentro abierto con su elegida, a la que finalmente le impuso su voluntad.
La forma marrullera de nominar a Brugada golpeó directamente la imagen de doña Claudia, que además está en medio de otra polémica por su insistencia en impulsar la reelección de la fiscal capitalina Ernestina Godoy.
Con el mismo tono y forma como Gertz Manero desde la Fiscalía federal y en su momento Julio Scherer desde la Consejería Jurídica utilizaron la justicia para beneficiarse en asuntos personales, la fiscal capitalina lo hizo aparentemente solo con objetivos políticos para favorecer a la entonces jefa de gobierno.
Ernestina Godoy carga numerosos señalamientos de manipulación judicial, con fabricación de delitos o desvirtuación de hechos, pero resultó demoledora la información publicada por The New York Times sobre intervenciones telefónicas desde la fiscalía.
Bajo el rigor metodológico del matutino estadounidense, la investigación comprobó con documentos oficiales la generación de falsos procesos para recabar información sensible y privada de personeros de interés político para su jefa.
En el marco de supuestas investigaciones por casos de secuestro, la Fiscalía requirió a Telcel proporcionar los datos de celulares de la senadora Lily Téllez; del alcalde panista Santiago Taboada, actual precandidato de ese partido a la jefatura de gobierno; y Alessandra Rojo, exlegisladora y opositora de Sheinbaum.
Los oídos del gobierno capitalino siguieron además a funcionarios del Poder Judicial como Dolores Igareda y Ricardo Amezcua, e incluso a los morenistas Horacio Duarte, director de Aduanas en un momento, e Higinio Martínez, que fue precandidato al Estado de México y dificultó la designación de la actual gobernadora, Delfina Gómez.
Por otras vías, espiaron también al líder senatorial Ricardo Monreal, como a integrantes del grupo de Marcelo Ebrard, periodistas y defensores de derechos.
La rutinaria reacción ha sido negar los hechos, aunque el espionaje fue denunciado por Taboada ante un juez que tiene las pruebas documentales y Telcel reconoció públicamente haber recibido y cumplido las solicitudes oficiales cursadas por la fiscalía.
La imposición de Brugada por López Obrador, como el espionaje desde la Fiscalía de CDMX, muestran nula diferencia entre los anteriores políticos que acusados de corruptos y estos pregonan limpieza, pero en su proyección futura son signos ominosos, en especial al revelar que la “dulce” exjefa de gobierno y hoy candidata nos es ajena a las sordideces políticas de los morenistas.