Opinión
Viernes 26 de Abril del 2024 15:58 hrs

¡AL HUESO!

Salvar a la teniente Claudia


En la génesis y desenlace del accidente en la Línea 12 se conjugan conductas que avergüenzan a quienes se dicen distintos: corrupción, negligencia, ineptitud, complicidad, encubrimiento, desprecio por los pobres proclamados como su prioridad

“Para un navío sin rumbo, todos los vientos son contrarios”.  Proverbio fenicio. 

Los fracasos eran muchos… y parió la realidad.

Cansa al lector y cansa al que escribe tener como tema repetitivo los desastres de una administración que no da pie con bola y sin embargo el implacable devenir de la ineptitud se obstina en hacernos regresar a ellos.

Imposible soslayar el hecho y la multiplicidad de impactos técnicos y políticos del evitable accidente ocurrido en la siempre emproblemada Línea 12 del Metro de Ciudad de México, en cuya génesis y desenlace se conjugan conductas que avergüenzan a quienes se dicen distintos: corrupción, negligencia, ineptitud, complicidad, encubrimiento, desprecio por los pobres proclamados como su prioridad. 

De partida, el Presidente se atragantó con sus propias palabra al no poder cargar culpas a un pasado que, en este caso, es el suyo y el de los suyos, porque desde hace dos décadas han sido él y su gente quienes han gobernado la Ciudad de México.

Guardó silencio 8 horas y su ánimo político lo demostró un desencajado rostro matinal y su obstinación en sacudirse el tema ante la insistencia de los otras veces sumisos reporteros, revelación de la magnitud del torpedo político en que, mas allá del doloroso saldo en víctimas, se transformó el accidente en el Metro.

Hubo coincidencia en todos los análisis sobre un efecto inmediato: tiró de sus pedestales a los dos cuadros que López Obrador ha venido manejando como perfiles para su propia sucesión. Pero también quedó prístinamente claro como, entre ambos, la Jefa de Gobierno de Ciudad de México esta en el corazón de Palacio.

Ebrard, quien desde la administración de la Capital y en conjunto con Mario Delgado -su Secretario de Finanzas y actual líder de MORENA- gestaron la línea y manejaron los inflados contratos, tuvo que salir por sí mismo a intentar control de daños y barrer responsabilidades.

En cambio, Claudia Sheinbaum contó con el apoyo inmediato de toda la fuerza informativa del gobierno en medios y redes, a tal nivel que La Jornada, desembozado vocero principal de las administraciones federal y de la ciudad, en su edición impresa del día siguiente relegó la tragedia a un pie de foto y tuvo como noticia principal un crecimiento de las remesas y en sus paginas electrónicas preponderó las justificaciones de la dama por sobre el desplome y la indignación de las familias.

Luego en ambos congresos, el Federal y el capitalino, las huestes del Presidente maniobraron para evitar la conformación de comisiones investigadoras multipartidistas.

Aunque definitivamente el Canciller se ha llevado la peor parte del tsunami informativo, la negativa de los diputados les aseguró tranquilidad: el manejo gubernamental del trágico caso no será distinto al de los gobiernos anteriores, con mucha palabrería y encubrimiento, pero sin culpas para las cabezas responsables.

A nivel de piso, sorpresivamente, la situación de Ebrard se fue nivelando cuando las brigadas de promoción del voto en las distintas delegaciones de la Capital comenzaron a percibir un abierto e inesperado rechazo de la población.

Fue el segundo y doble impacto del torpedo, que golpeó en el principal y más seguro granero de votos para MORENA, cuyo cuidado está a cargo precisamente de doña Claudia, quien había logrado minimizar el desgaste que en las últimas semanas en otras zonas del país han resentido el Presidente y su partido, de acuerdo a los propios sondeos oficiales.

Hubo aún un tercer efecto, al comprobar por enésima vez la insensibilidad social, liviandad, ineptitud, irresponsabilidad con que se toman las decisiones presupuestales, sin entrar al más escabroso tema de denuncias de corrupción con bastante asidero.

Como caso presente, desde mala planeación del proyecto original hasta las posteriores reparaciones con sus prolongados paros y el costoso pero deficiente mantenimiento, la Línea 12 ha sido barril financiero sin fondo y con siempre sospechoso manejo financiero.

Algo que se repite en cada proyecto de inversión del grupo en el poder:

-       La Auditoria superior se doblegó a las amenazas del Presidente y aceptó que cancelar Texcoco costó 110 mil millones de pesos y no 331 mil como determinaron sus contadores. El resultado es el mismo, 110 o 331 son un insulto a la inteligencia y a la razón.  Pero el aeropuerto de Santa Lucia costará también más de lo anunciado y el oneroso capricho presidencial terminará tal como se pronosticó, un elefante blanco para uso de la aviación militar, lo que era.

-       Reconoció Petróleos Mexicanos: la absurda refinería de Dos Bocas también tendrá un costo muy superior al presupuestado: por las características del terreno enfrenta mayores problemas de construcción que los previstos, no será terminada en los tiempos comprometidos e igualmente quedará como otro elefante blanco.

Y ni hablar del Tren Maya y el rechazo indígena que lo parará en la selva zapatista…

 






OPINION

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