Opinión
Viernes 26 de Abril del 2024 04:27 hrs

¡Al Hueso!

El Espejo Azteca de Trump


El asalto al Capitolio en Estados Unidos fue para nosotros una nueva lección sobre los deplorables resultados a que pueden llevar la polarización, la avaricia de poder y un egocentrismo, fenómenos que también por aquí padecemos en este sexenio mesiánico

“Los líderes ya no guían, sino que se dejan llevar por las emociones que ellos mismos desatan y que luego son incapaces de administrar”. Fernando Vallespín.

¡Vaya semana política!

De comienzo, el terremoto institucional generado por la egolatría extrema de Donald Trump, quien con su palabrería irresponsable incineró en un día la imagen de pulcritud con que Estados Unidos se amparaba para usar su “democracia” como garrote en el mundo.

No precisamente muy inteligente, George Bush Jr. esta vez apuntó con certeza una sentencia que recorrió el orbe: “Hemos dado la imagen de una república bananera”.

Lo central es que Joseph Biden y Kamala Harris tendrán una muy compleja tarea para retomar la gobernabilidad y recomponer un escenario interno que la administración de Trump les dejará totalmente polarizado.

Y una de las tareas principales seguramente será la de analizar -y en su caso reformar- un sistema electoral muy poco democrático, que sin embargo sobrevivió más de dos siglos con base en una confiabilidad ciudadana que Trump y los suyos destruyeron.

Para nosotros, una nueva lección sobre los deplorables resultados a que pueden llevar la polarización, la avaricia de poder y un egocentrismo, fenómenos que también por aquí padecemos en este sexenio mesiánico.

Para prueba al canto, el anuncio subrepticio hecho por el Presidente precisamente cuando la ciudadanía analítica del país se preocupaba de los sucesos en Washington.

En un paso más de lo que desde fuera de México se visualiza y advierte como una preocupante y creciente conducta dictatorial, desde la homilía matinal se adelantó la voluntad de acabar con los organismos autónomos “porque son muy caros”.

Mañosamente, lo centró en un ejemplo con algunas aristas de lógica, como el caso del Instituto Federal de Telecomunicaciones, convertido en un enorme ente burocrático que asumió tareas anteriormente desarrolladas por la Secretaría de Comunicaciones, pero que además se autoerigió como presuntuoso garante del derecho a la información, a través del manejo caprichoso de concesiones del espectro con discutibles criterios.

Nada garantiza que de regreso a la SCT mejoren -y seguramente empeoren- los intereses políticos con que la tarea técnica se ha manipulado siempre, ¿pero porqué matar al paciente para eliminar la enfermedad?

Más reprobable resulta solo pensar en que las tareas actualmente a cargo del Instituto Nacional de Acceso a la Información, el INAI, sean adscritas a la Secretaría de la Función Pública, donde Eréndira Sandoval actúa como descarada tapadera de la corrupción sexenal, que llega hasta ella misma y su esposo John Ackerman.

Peor aún, volver a poner en la estructura de la Secretaría de Gobernación a la Comisión Nacional de Derechos Humanos, ente que en el futuro habrá de ser rescatado del estado vergonzoso y deplorable de sumisión e inacción en que lo dejará Rosario Piedra.

O también darle el mismo destino al Instituto Nacional Electoral -sujeto a constantes ataques del Presidente y su grupo de poder-, que regresaría a los tiempos en que, por ejemplo, el ahora muy protegido Manuel Bartlett tiró el sistema para ocultar el supuesto triunfo de Cuauhtémoc Cárdenas.

Buena parte de la ciudadanía vive inmersa en los agravados problemas cotidianos o desorientada entre las mentiras, falsas promesas y manipulaciones que caracterizan a la actual administración, mientras a media agua se va revirtiendo aceleradamente un avance democrático construido paso a paso durante decenas de años.






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