Pantalla
La princesa que quería vivir
Roman Holiday es una comedia romántica muy blanca, pues así lo marcaban los cánones de producción de la época con una censura muy estricta, pero como película tuvo mucha influencia en películas posteriores y ha sido muchas veces imitada
Hace cerca de un año compré un Box Set con 5 DVDs de películas de Audrey Hepburn, una actriz cuya imagen de mujer bella, glamurosa, chic y elegante permanece impecable hasta nuestros días como un ícono de la moda. Sus fotografías clásicas circulan por los diferentes medios y es tan reconocida su imagen al mismo nivel que Marilyn Monroe, Elvis Presley o James Dean como parte de la cultura Pop. La imagen de Audrey Hepburn, nacida en Bruselas, Bélgica en 1929, es a la vez retro y vintage como actual y vigente.
Decidí ver primero la película Roman Holiday (La princesa que quería vivir, 1953), el primer rol protagónico de Audrey Hepburn, interpretación por la cual ganó el Oscar a mejor actriz y de allí en adelante tuvo una carrera ascendente, consolidándose tanto en la actuación dentro del cine de Hollywood cómo se convirtió en un referente en el mundo de la moda.
La película cuenta la historia de una joven princesa de un país ficticio, interpretada por Audrey Hepburn, que realiza una extenuante gira de “relaciones públicas” por las principales capitales europeas como Londres, Amsterdam, París y finalmente Roma, donde se desarrolla la cinta.
El viaje con una agenda extenuante resulta fatal para la princesa quien al término de un agobiante día de “trabajo” en Roma termina con una crisis nerviosa que requiere ser asistida por el médico de cabecera que le inyecta un sedante para “sentirse relajada y feliz”, tal vez le aplicó alguna clase de barbitúrico, puesto que en ese año de 1953 aún no aparecían benzodiacepinas como el Librium y el Valium.
Pero antes de que el sedante hiciera efecto, la princesa decide escapar de la embajada de su país donde se hospedaba pero pronto el sedante hace su efecto de relajación y somnolencia, y la joven se queda dormida en plena calle de la capital italiana a medianoche. Casualmente pasa por el lugar Joe Bradley, periodista norteamericano interpretado por el actor Gregory Peck que en ese tiempo ya era una estrella de Hollywood, y ve a la joven dormida y bastante drogada por el sedante. La despierta y trata infructuosamente de deshacerse de ella, pero finalmente termina ella en el modesto departamento de él donde pasa la noche profundamente dormida como la “Bella Durmiente”. Joe, a pesar de ser un sagaz reportero, no reconoce a la princesa.
Al día siguiente, en la agencia de noticias donde trabaja, se da cuenta que en su casa tiene a la princesa, y le ofrece a su editor conseguir una entrevista exclusiva, la entrevista que todos los medios están buscando. Es allí donde inicia el juego de la comedia romántica donde la princesa que no revela quien es y el periodista que tampoco lo hace, para hacer un tour turístico por Roma, ella disfrutando de una libertad que nunca había tenido, y él con engaños en busca de la entrevista sin que la joven inocente se dé cuenta.
Finalmente, después de ese día de libertad para ella, regresa a su palacio, y él se da cuenta que se enamoró de la princesa y no la puede traicionar, por lo cual no revela que estuvo con ella y no escribe la entrevista. Al final, ambos regresan al mundo al que pertenecen.
Roman Holiday es una comedia romántica muy blanca, pues así lo marcaban los cánones de producción de la época con una censura muy estricta, pero como película tuvo mucha influencia en películas posteriores y ha sido muchas veces imitada.
La película fue dirigida por William Wyler, uno de los mejores directores hollywoodenses de esa época, y el guión fue escrito por Dalton Trumbo, excelente guionista que tuvo que vender su guión usando un seudónimo pues estaba en la “lista negra” de Hollywood. No podía trabajar en la industria cinematográfica por haberse negado a declarar ante el Comité de Actividades Norteamericanas que realizó una cacería de brujas contra todo aquel que pudiera estar bajo sospecha de ser simpatizante del comunismo. Recibió el crédito y el Oscar que había ganado por su trabajo como guionista de Roman Holiday de manera póstuma hasta 1992.
La princesa que quería vivir marcó el inicio de una fructífera carrera como actriz para Audrey Hepburn. Cito al artículo de la revista ELLE que bien resume una parte de la trayectoria de vida de la actriz: “Con apenas una treintena de películas, Audrey Hepburn consiguió crear a su alrededor un aura distinguida, como de princesa de cuento hadas; algo para lo que se valió de su cuerpo delgado y su porte de bailarina. Con una sonrisa agradable y una mirada cálida consiguió redondear el mensaje y forjó la leyenda alimentándola con cada uno de los papeles que eligió. La moda le tendió la mano y ella supo aprovechar el capote, con Hubert de Givenchy como amigo, costurero y confesor. Pero fue en el último tramo de su vida, cuando ejerció como Embajadora de Buena Voluntad para Unicef, cuando realmente mostró su talante: solidario y afectuoso”.
En el Box Set de DVDs de Audrey Hepburn se incluyen además de Roman Holiday, las películas Sabrina (1954), Funny Face (1957), París, Tú y yo (1957) y Desayuno en Tiffany´s (1961). Algunas de ellas están disponibles en YouTube, pero las más famosas están disponibles en renta o en venta en la plataforma Prime Video de Amazon porque siguen siendo rentables con un público que aún disfruta de los clásicos de Hollywood.
Como extraña coincidencia, la película de Roman Holiday se estrenó en el Radio City Hall de Nueva York el 27 de agosto de 1953, y yo la vi en la comodidad de mi casa el 27 de agosto pasado (2023); es decir, exactamente 70 años después… Además, mi esposa se parece a Audrey… ¡Raro, ¿no?!