Opinión
Viernes 26 de Abril del 2024 12:24 hrs

¡AL HUESO!

No es compló, es fracaso


Ante un gobierno que, en tres de sus responsabilidades primarias, ha demostrado malas decisiones y falta de resultados, sus funcionarios pretenden justificarse acusando una imaginaria conjura política

“Tener salud no lo es todo, pero sin ella lo demás vale nada”. Schopenhauer

 

Conforme a la teoría política moderna, en correspondencia a la entrega de facultades por parte de sus ciudadanos, el Estado -y por derivación el gobierno- asumen la obligación de dotar y/o normar tres responsabilidades principales: seguridad, educación, salud.

Como es simple deducirlo, en el momento actual de nuestro país en esos tres aspectos México está en un flagrante déficit y la ineficiencia del gobierno central es patente.

Abordar el tema de la seguridad y la procuración de justicia no es simple, porque hay multiplicidad de factores que, incluso desde la prehispania, nos llevan a una causa de fondo: la corrupción.

Injusto resultaría culpar al actual gobierno federal de un problema que tampoco lograron controlar sus antecesores, pero los índices comparativos de incidencia delictiva en todos los rangos nos muestran que el de ahora ha resultado peor.

Sobran los casos citables para ejemplificar, pero está claro que “abrazos y no balazos” ha sido una estrategia absolutamente fracasada y al margen de entidades como Coahuila, donde se mantiene un programa firme de combate -hasta con excesos-, en el país en general ha crecido la percepción de inseguridad.

No puede ser tan ecuánime el balance en educación, donde al margen de los problemas político-sindicales, la administración recibió un modelo de gestión y una estructura aceptablemente funcionales, que en el primer año operaron básicamente por inercia.

La actual crisis, que gravitará negativamente en mayor o menor medida en mínimo una generación de mexicanos, comenzó con la pandemia, en cuya vorágine naufragó todo el sistema por la incapacidad para definir un modelo de educación funcional bajo las nuevas condiciones, aparejada la decisión de no invertir para asegurar con rapidez que todos los niños y jóvenes tengan acceso a los medios electrónicos.

A tal nivel, que Esteban Moctezuma, el fracasado capitán del sector, en la mitad del naufragio optó por una graciosa huida a la diplomacia y dejó el barco en plena zozobra.

Así, en este aspecto central del desarrollo nacional, el gobierno que tiene como proclama “primero los pobres” ha ahondado la brecha educativa entre los sectores urbanos y rurales de mayor marginación y los niveles de mayores ingresos, con acceso pleno a los medios digitales y a colegios que han formulado con éxito sus propias estrategias y programas emergentes.

Hoy se suma la intención de “morenizar” los libros de texto, de lo que es posible esperar lo peor, vista la práctica presidencial de tergiversar y usar la historia según le convenga.

Dolorosa es la situación en materia de salud, área en que se prometió llegar a los niveles de Dinamarca y en la que hoy se develan las peores características del actual gobierno: incapacidad, arbitrariedad, irresponsabilidad, insensibilidad, inmoralidad política.

Sobran también los ejemplos, desde los niños con cáncer y sin medicinas, hasta el fracaso rotundo de cancelar un sistema de adquisición centralizada de fármacos -que se calificó de corrupto- para realizar una serie de intentos fracasados de reemplazo, involucrado incluso a la ONU, para terminar en un oprobioso desabasto general.

Empero, la mejor prueba de todas las dañinas conductas señaladas se ha dado en la pandemia, con una deplorable actuación gubernamental que mantiene a México en los peores índices a nivel mundial, desde la mortalidad hasta la precaria vacunación.

Patético ejemplo se tuvo la semana pasada en la esperada jornada de vacunación para adultos mayores en la capital de Coahuila.

El delegado federal, cuya vergonzosa ineptitud está fuera de toda duda, se arropó de soberbia y en plan de Juan Camaney, con su inmoralidad política buscó apropiarse de una ingente necesidad ciudadana para obtener réditos electorales.

Desde la inexistencia de los llamados telefónicos en que se basaría el orden del programa, hasta la aplicación de un cuestionario con inocultable hedor electoral, el resultado indesmentible fue un proceso caótico, desaseado y denigrante para los adultos mayores, que en las peores condiciones tuvieron que esperar horas para recibir lo que en derecho básico les corresponde.

Siguiendo el modelo de su mentor, el merolico delegado pretendió justificarse acusando una imaginaria conjura política, “un compló”, pero a nivel nacional sobran pruebas de que solo es resultado de las conductas perversas de un gobierno que, en tres de sus responsabilidades primarias, ha demostrado malas decisiones y falta de resultados.

Dado que estos fracasos ya permean en el ánimo ciudadano, hay apuro en Palacio.

 






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