Opinión
Miercoles 15 de Octubre del 2025 18:02 hrs

Celosamente Cuidando Las Migajas


Para todo fin práctico los partidos de oposición están destrozados. Lo curioso es que los liderazgos que los condujeron durante la debacle son inamovibles.

Con mucha tristeza y, no menos asombro, comparto lo que se vivió en la asamblea municipal del PAN el pasado domingo.

Estoy convencido que México no vive sus mejores épocas. Independientemente de que, en la actualidad, no hay muchos países que se puedan preciar de tener un ambiente político sano, que el deterioro del estado de derecho, la libertad, equidad y fraternidad alrededor del mundo está seriamente cuestionada, creo en el potencial del ser humano para convivir en paz y armonía, fomentando el desarrollo común. Y no quiero dejar de creer que, como lo dijo Manuel Clouthier, “el México de mis ideales es posible y está a la mano”.

Aclaro que comulgo con los ideales y la mística panista desde muchos años atrás. Pero que no participé activamente sino hasta recientemente, cuando fui invitado a participar electoralmente, como ciudadano, en el 2018. En ese momento, accediendo a un puesto público consideré necesario inscribirme como militante. Al término del cargo, no he continuado mi participación activa.  

Tuve la oportunidad de impulsar el movimiento de Si X México, cuyo resultado fue la alianza partidista de Va X México. En ese momento la alianza partidista parecía, más que una necesidad, una obligación. Y se evitó que Morena y sus aliados obtuviera mayoría calificada en el 2021. 

Pero el triunfalismo y mala interpretación de las señales, no dejó ver que, desde el 2018, el sistema pluripartidista estaba quebrado, que la transición acelerada hacia un sistema unipartidista encabezado por un caudillo era inevitable. Durante seis años la oposición fue menguando, perdiendo espacios políticos y apoyo popular.

López Obrador no llegó solo.

Morena fue tomando el adjetivo de hegemónico aun cuando la irresponsabilidad, la negligencia y el desatino de su política pública y acción de gobierno era evidente. El descrédito de los partidos de oposición, incluyendo al PAN, y la facilidad con la que sus liderazgos fueron cooptados, no oponía resistencia alguna a quien, pregonando moralidad y ética, no conoció límites en el pragmatismo político. Nada que nos sorprenda en el sistema político mexicano.

El día de hoy la oposición cuenta con muy pocos triunfos en sus arcas; unos cuantos estados cuatro gobernados por el PAN, dos por el PRI y dos por Movimiento Ciudadano; minoría “calificada” en el Congreso y un Poder Judicial ajeno.

Para todo fin práctico los partidos de oposición están destrozados. Lo curioso es que los liderazgos que los condujeron durante la debacle son inamovibles.

Uno pensaría, tal vez inocentemente, que, ante la evidencia, habría un poco de vergüenza y autocrítica. Que donde no hay nada que perder, el cambio abre el todo que ganar. Uno pensaría que el PAN de Saltillo, que, en las pasadas elecciones para alcalde, obtuvo tan solo el 3.58% de la votación, y que la dirigencia de Coahuila, que en el estado logró tan solo el 4.35% de los votos, con dignidad, se haría a lado dando paso a una nueva generación.

Pero, como lo dijo Efraín González Luna, “Quienes están cómodamente instalados en las estructuras creadas por ellos para beneficio de los menos, no se preocuparán por cambiarlas”.

Simultáneamente se llevaron a cabo elecciones de Consejo Directivo Municipal y consejeros estatales, en los municipios de Coahuila. No hay evidencia de ilegalidades. Pero si fue notorio el manejo cupular y antidemocrático, el uso de grietas y recovecos en la regulación, fuera de los principios del propio partido. Al parecer, como lo hubiera dicho el primer candidato presidencial del PAN, los liderazgos están cómodamente instalados en las estructuras para beneficio de ellos mismos.

No es que le asuste a nadie. El PRI gobernó así por siete décadas y, evidentemente, Morena está replicando la fórmula donde la representatividad fluye de arriba, de los liderazgos, para abajo, a los militantes, obligándolos a ceñirse a sus deseos, si quieren participar.

Lo que duele es constatar lo lejos que estamos de retornar a una normalidad democrática, estado de derecho y liberal.

Por trayectoria, ideología, mística y, también, territorio gobernado, el PAN es, todavía, el segundo partido a nivel nacional. Si lo que necesita la oposición es abrir las puertas, recorrer las calles, sumar militantes y construir una base, en Coahuila, especialmente en Saltillo, con apenas poco más de 300 militantes, 0.03% de la población, parece buen lugar para comenzar.

 Al parecer los liderazgos enquistados, no opinan igual: prefieren cerrar las puertas y cuidar, celosamente, las migajas.


 






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