Esperando Mi Camión
Como la mayoría de las ciudades de México, aquí, la movilidad es un desastre; una gran colección de intereses diversos sin coordinación, intenciones legítimas e ilegítimas, comúnmente, sin un sentido social.
Soy escéptico. Lo reconozco.
¿Por qué en esta ocasión sería diferente?
Por encima de loas y vítores de los afines, no hay razón para pensar que “se comienza una nueva era de movilidad” en la ciudad.
Con bombo y platillo se inauguran dos rutas de transporte troncal gratuitas. Una que cruza, en ambos sentidos, de norte a sur y otra que cruza, también en ambos sentidos de este a oeste.
¡Si, son gratis!
Bueno, en realidad no existe nada gratis. Alguien lo está pagando y dudo mucho que sea algún gobernante o político quien exija que apliquen su dieta al servicio de la población y su transporte.
Pero, a ver; pongamos la lupa en el tema.
Como la mayoría de las ciudades de México, aquí, la movilidad es un desastre; una gran colección de intereses diversos sin coordinación, intenciones legítimas e ilegítimas, comúnmente, sin un sentido social.
Sentido social no significa que sea gratis. No. Sentido social tampoco significa que llegue a la puerta de cada casa, que pare en cualquier lugar donde se le haga la parada, ni que favorezca al transporte público sobre el privado, al peatón o ciclista, sobre el automóvil o a las cooperativas, empresas sociales u organismos públicos sobre las empresas privadas.
Sentido social significa que permita a cada persona en un área geográfica definida, maximizar su tiempo productivo disponible reduciendo el invertido en traslado, de forma tal que la relación entre costo, tiempo y esfuerzo sea aquella que le permita realizar sus actividades cotidianas; hogar, trabajo, educación, salud, despensa y esparcimiento, con la menor inversión de recursos posible.
Esto no es posible si no existe una planeación meticulosa, métodos de transporte y movilidad coordinados, inversión y una autoridad que ejerza, valga la redundancia, la autoridad, no solo por tres o seis años, sino por treinta o cincuenta.
Así, este programa de rutas troncales gratis nace con vicios que auguran, como los programas de mejora y ordenamiento de transporte público de fulanito, menganito y perenganito (¡jajaja!, eso me lo saque de la abuela), que esté condenado, en un lustro, más o menos, a que flamantes autobuses de coloridos motivos, se conviertan en calabazas.
Los mínimos indispensables para que esto no suceda no están ahí.
La planeación meticulosa no es visible. Podríamos dudar; pensar que esta por develarse el “PLAN MAESTRO DE REORDENAMIENTO Y MOVILIDAD 2025-2050; Un plan regulador, de inversión y actualización reglamentaria”. Pero parece, más bien, que esta chida la ocurrencia.
Tampoco se ve, así como, entre lo opaco del asunto, que exista coordinación con otros tipos de transporte. Algo que no se logra sin, aunque sea un poquito de análisis y planeación. Como lo dijimos, pedirle peras al olmo.
¿Cómo interactúan las dos rutas troncales con el peatón, los ciclistas, motociclistas, automovilistas, taxis, otros autobuses públicos y transporte de personal? Es una pregunta que permitiría sacarle el mayor provecho y hacer el programa valioso para la población. No basta saber que, – con redoble de tambor ¡prrrr! – ya se adhirieron cinco rutas (Lo que quiera que eso quiere decir).
Inversión. ¡Uf! Tema espinoso en tiempos de la transformación franciscana. Es falso, de toda falsedad, que la movilidad se pueda atender si grandes inversiones. Un sistema de transporte troncal que interconecte sectores de la ciudad, alimentando otros tipos de transporte intra-sector, requiere infraestructura que lo haga prioritario, continuo, predecible y eficiente. Esa es la razón por la que este tipo de sistemas van en rieles elevados o subterráneos. O, en su defecto, carriles confinados. Pero, en una ciudad que no tiene ni para tapar los baches decentemente, eso es solo la punta del iceberg. La inversión principal, los autobuses, la hace quien domina el transporte de personal, cobrándole a la administración municipal en turno. ¿Qué va a pasar, cuando llegue el próximo alcalde y decida que, por razones presupuestarias o políticas, esto no le sirve ya?
Y, de la autoridad con autoridad para garantizar que se planea, se invierte, se mejora y funciona por los próximos treinta años ni hablar. Nuestra autoridad no puede respetar el Plan Director de Desarrollo Urbano ni por lo que dura su administración.
Soy escéptico. Simplemente no lo veo. No veo cómo esta vez pueda ser diferente. Eso sí, lo camiones están muy bonitos, y todos esos que se registren van a ayudar un chorro en la próxima elección.