Triunfalismo y Posverdad
Pero es difícil pensar que el 100% de la gente que informa, opera y crea la estrategia de comunicación de un gobernante y su gobierno es ciega ante la realidad. Los que se dan cuenta ¿No sufrirán crisis de conciencia?
No cabe duda de que vivimos épocas fascinantes.
No podía creer lo que veía, el despliegue de arrogancia: Trump, portando una gorra en el característico rojo de su movimiento MAGA. En esta ocasión, parecía tener muchas más letras y eso me llamó la atención.
De casualidad ese día, revisando las páginas de periódicos internacionales, vi que había una conferencia de prensa del presidente norteamericano en vivo. Tuve la oportunidad y entré. Tema: El Mundial.
Ahí frente a multitud de reporteros, acompañado por el vicepresidente Vance, la secretaria de seguridad nacional, Kristi Noem y, por su puesto, el presidente de la FIFA, Gianni Infantino, Trump hizo del anuncio de un evento de interés global un suceso de política local.
La gorra que anunciaba; “TRUMP WAS RIGHT ABOUT EVERYTHING!”; ¡Trump tuvo razón en todo! no fue usada por accidente o descuido, porque alguien se la acababa de regalar. Con clara intención aprovechó, animado por las preguntas de los reporteros más serios, para empujar temas de su agenda populista.
Lo grotesco de la escena se volvió cómico. Si bien la aprobación del presidente norteamericano ha caído fuertemente, el mensaje a su base dura, en un evento de interés mundial, seguramente fue celebrado como verdad incuestionable: Trump tuvo y tiene razón en todo, ¡Y que todo el mundo lo sepa!
Esta increíble muestra de propaganda del hombre más poderoso del mundo da pie a retomar uno de los debates más importantes que como ciudadanos debemos de tener: los políticos, gobernantes y líderes que crecen en la posverdad, ¿Creen lo que pregonan? o ¿Son capaces de mentir y manipular la verdad conscientemente para lograr objetivos políticos y acumular el poder?
Seguramente están rodeados de personas que creen ciegamente en las mentiras con 100% de lealtad. Pero es difícil pensar que el 100% de la gente que informa, opera y crea la estrategia de comunicación de un gobernante y su gobierno es ciega ante la realidad. Los que se dan cuenta ¿No sufrirán crisis de conciencia?
Podríamos justificarlos pensando que existen intereses, en torno a un gobernante, que encuentran la manera de bloquear alguna información, aislándolo de partes de la realidad. Pero es difícil creer que nada se filtra, que sean ciegos a todo.
Los políticos mienten, pero los niveles de información falsa o manipulada por personas con altísima responsabilidad no tiene precedente. Nos lleva a pensar que, en efecto, los gobernantes, en la época de la posverdad se creen sus mentiras completitas: las acomodan en su ideología de forma de que, aun cuando los datos las refuten, como Trump, “tienen razón en todo”.
Aquí en México no cantamos mal las rancheras.
Con el primer informe de gobierno de la presidenta Sheinbaum ya se distribuyeron a la mayoría de los hogares mexicanos – lo puedo intuir porque yo recibí uno – cuadernillos pregonando que “La transformación avanza”.
En 12 paginas tamaño carta, impresas en papel periódico a todo color, con impecable diseño propagandístico: muchas imágenes y poco y seleccionado texto, la Presidenta nos comparte la verdad que, seguramente, nos repetirá este primero de septiembre.
Nada nuevo; machaca la misma cantaleta. Lo hace, eso sí, con un estilo más refinado que su guía y predecesor. La misma propaganda triunfalista, seriamente cuestionable una vez que los cotejamos contra los datos duros: Gobierno del pueblo, salud universal, obras, empleos e infraestructura, reducción en homicidios dolosos y violencia, Pemex y CFE orgullo nacional, becas, programas del bienestar, plan México y más derechos para el pueblo.
El primer informe de gobierno de la presidenta Sheinbaum será una fiesta para los fieles a la transformación; vitorearán la fortaleza de la economía que pasa de panzazo por encima de la recesión, la llegada de un nuevo Poder Judicial con trampas y sin legitimidad, la inversión extranjera directa que rompe récords al ser mayor que en los años anteriores y, a la vez, el menor porcentaje de la historia de inversión fresca, y la reducción de la pobreza con incremento de la vulnerabilidad.
Terminará diciendo que juntos, el pueblo, venceremos las adversidades y construiremos una gran nación. No contará de la fragilidad de las finanzas públicas, el deterioro del estado de derecho, la pérdida de gobernanza en buena parte del país, la incongruencia de los liderazgos de su movimiento y todas esas nimiedades en las que se fijan los conservadores. Triunfalista, en su posverdad.