¡AL HUESO!
¿Primero los pobres?
En uno de los mayores contrasentidos entre la palabra manipuladora y los hechos, la salud pública en México entró desde 2019 en una vorágine negativa que anula la consigna de “primero los pobres” y ha ocasionado que la población gaste 55% más de sus ingresos en medicamentos y atención privada.
“Si las cosas no han cambiado, es porque siguen igual”. Filósofo de Güemes
La frase de combate de López Obrador, “primero los pobres” fue utilizada lo mismo para respaldar programas de interés electoral a través de apoyo a la población de menores recursos, como para encubrir operaciones de desvío de fondos para fines políticos -así sucedió con SEGALMEX- y de plano hasta para justificar violaciones a la ley.
El uso de dicha consigna se prolongó hasta el presente sexenio, en que el acto de propaganda oficial de cada mañana fue bautizado como “mañanera del pueblo”, aunque no tiene participación alguna y, como se ha denunciado, persiste detrás incluso un jugoso negocio de preguntas pagadas.
A diferencia de los pasados seis años, cuando contabilizó al tabasqueño un promedio de 100 mentiras o inexactitudes diarias, Luis Estrada -director de Spin Taller de Comunicación- no sube ahora a la balanza de la verdad los señalamientos que realiza la Presidenta Claudia Sheinbaum, lo que no impide dejar en evidencia falsedades y manipulaciones.
Una de esas falsedades, precisamente, se refiere a la alegórica cifra de 11 millones menos de pobres que, con datos inciertos, ha esgrimido en dos recientes presentaciones matutinas como logro de su antecesor y propio.
La medición aséptica sobre el tema realizada por el Banco Mundial muestra, en cambio, que entre 2018 y 2024 solo 9.2 millones de personas salieron del nivel conceptual de pobreza. Peor aún, precisa como entre 2024 y 2025 se ha generado una reversión y el nivel de pobres en México aumentó en 638 mil personas.
Son cifras frías y reales que desmoronan propaganda. Sin embargo, a ellas hay que sumar otros hoyos negros, en lo principal por cargas financieras no medidas con recuento directo, que gravitan sobre los ingresos familiares y derrumban otra herramienta publicitaria, el incremento nominal de ese salario mínimo que es más referente que realidad.
Uno de esos aspectos es el de la salud, tema junto a la seguridad, combate a la corrupción y crecimiento de la economía que han sido los mayores fracasos del grupo en el poder.
Cabe recordar como bajo la usual acusación de corrupción el hoy habitante de “La Chingada” canceló el Seguro Popular, creó el INSABI de vida efímera pero corrupción comprobada, y finalmente cargó la responsabilidad de atender a los no afiliados a sistemas públicos sobre el colapsado IMSS, agregando la manoseada palabra Bienestar.
En ese curso -documentó el portal Animal Político- desaparecieron más de 60 mil millones de pesos acumulados en el fondo destinado a financiar la atención de enfermedades catastróficas, principalmente cáncer y, sobre todo, el infantil.
A la patente falta de medicinas en los servicios públicos, por el reemplazo de un sistema cuestionable de compras por otros que han resultado peores, se suma la incapacidad de atención oportuna en el IMSS, ISSSTE y hospitales de las secretarías de salud federal y de los estados, lo que deriva a los pacientes a buscar atención privada.
Datos del propio gobierno, del CIDE e INEGI, muestran que el gasto de las familias en salud a partir de 2018 se incrementó en casi 55%, tanto por la adquisición de medicinas en el mercado como por atención médica en consultorios y nosocomios particulares.
En ese mismo lapso, la incapacidad de los servicios de salud en materia de atención especializada hizo aumentar en 33% el número de cirugías atendidas en el sector privado, dado que las consideradas en el público como “no urgentes” son programadas a meses.
Lo reconoce en cifras propias la Secretaría de Salud: entre los años 18 y 24, las consultas generales disminuyeron 21% (42 millones menos), en tanto en especialidades la reducción fue de 22% (10 millones menos) y se dejaron de realizar 41 millones de estudios clínicos.
A su vez, el INEGI y la Asociación Mexicana de Instituciones de Seguros (AMIS), indican que los seguros de gastos médicos se han incrementado en los años recientes entre 30 y 35%.
Un contrasentido adicional muestra que también la medicina fue circunscrita a intereses políticos. Mientras se contratan facultativos cubanos a través de un cuestionado mecanismo intergubernamental, los egresados de las universidades mexicanas y de cursos de especialidad no encuentran cupo en los organismos oficiales y, de no conseguirlo en el sector privado, deben optar por esperar una opción en los consultorios adyacentes a las farmacias, en muchos casos con ingresos sujetos a las dádivas de los pacientes.
En los fríos hechos, estas realidades muestran que lejos de “primero los pobres”, el fracaso de los dos gobiernos está generando una privatización de una salud pública en crisis, a la que todos los mexicanos tienen derecho constitucional.
En materia de salud, con humor muy negro, la triste realidad nos muestra que los pobres mueren primero.