Opinión
Martes 22 de Abril del 2025 20:14 hrs

Nuevo Juego


Quienes se levantan vencedores están tan equivocados como quienes se arrastran derrotados. No fue la voluntad del candidato, sino la decisión de la sociedad, en ese delicado entramado de las piezas del rompecabezas, quien potencializó una nueva hegemonía gobernante, quien vio como algo que valía la pena empujar, con todo y lo que ello conlleva.

5/6/2024

“No tiene ni pies ni cabeza un alegato de fraude. Es una locura. Desistan. Habrá irregularidades como siempre, pero la victoria del régimen es tan holgada y aplastante que el obradorismo ya ni siquiera es sólo un fenómeno político. Esto escapa a Xóchitl y a los partidos. Es una hegemonía cultural, etnonacionalista, identitaria, con tintes de religión estatal. De veras, el juego ya es otro.”

Pablo Majluf en X, 4 de junio de 2024. https://x.com/pablo_majluf/status/1797990525607289199

“En realidad, para mí, la cuenta regresiva comenzó en 1988, a los 17, en el Ángel de la Independencia apoyando a Maquio, continuó en el 2000, celebrando la alternancia. Avanza al transitar la amenaza de retroceso de la 4T y, estoy seguro, continuará por años, muchas semanas más. Si gana Claudia, porque habrá mucho por que luchar. Si es Xóchitl porque la construcción de la nación, como la sueño, nunca concluye.”

Jorge Erdmann en Infonor, 29 de mayo de 2024. https://www.infonor.com.mx/articulo/entry/e-menos-1-el-comienzo

No fue Claudia Sheinbaum, ni Morena quien ganó, cualquiera que lo afirme está equivocado. Fue la historia que cambió de juego. Si el Siglo XX fue el de la construcción de instituciones, en su primera mitad, y la transición democrática en la segunda, el domingo se le dió cerrojo al siglo veinte, y un nuevo capítulo en la historia de México comenzó. 

López Obrador, Claudia e, inclusive, Xóchitl, son solo personajes, fichas en el tablero de la historia: protagonistas, antagonistas y personajes secundarios; piezas que, en el rompecabezas de la historia, solamente podían encajar en ese lugar: un espacio único en un rompecabezas de millones de piezas, personas anónimas, mexicanos, ciudadanos, que entrelazándose van creando, pieza a pieza, poco a poco, la realidad del momento que estamos viviendo. 

El 2 de junio de 2024, ¿La fecha que será reconocida por los historiadores como la Transformación de México? ¿O un estornudo solamente, una pequeña pausa en la transición democrática, el desarrollo nacional? o alguna fecha en algún proceso que no hemos identificado, que no tiene nombre, en espera de que la historia nos lo devele.

¿Quién sabe? De lo único que no existe duda es que el México del 3 de junio es diferente al México de un día anterior. El 2 de junio de 2024 será registrado en la historia como el fin y el comienzo de algo que no alcanzamos a ver todavía. 

Los procesos no se dan de la noche a la mañana como nos lo cuentan. La Independencia mexicana se celebra el 16 de septiembre, pero comenzó mucho antes de 1810. De la misma forma en que la Revolución la celebramos el 20 de noviembre, aun cuando no concluyó sino mucho después de 1920. 

Por eso la actitud triunfalista del carro completo, el plan “C” y la gran representación popular que presumen, es tan vana, tan inútil como gritar fraude, rasgarse las vestiduras añorando el pasado y buscar la corrección sin tratar de entender qué es lo que nos devela la elección que acabamos de vivir.

Quienes se levantan vencedores están tan equivocados como quienes se arrastran derrotados. No fue la voluntad del candidato, sino la decisión de la sociedad, en ese delicado entramado de las piezas del rompecabezas, quien potencializó una nueva hegemonía gobernante, quien vio como algo que valía la pena empujar, con todo y lo que ello conlleva. 

En lo que pareciera puro pragmatismo electoral, el voto oculto se decantó por el oficialismo, de quien no requería ocultarse, el voto útil no vio la necesidad de contrapesos y el voto por miedo eligió al sujeto de su temor.

Hasta donde se alcanza a apreciar hoy, la clase media y el voto “educado” no despreciaron la desastrosa política pública, refrendándola en las urnas. 

La actitud, aparentemente responsable, de una oposición coaligada, es menos creíble que las mentiras, evidentemente demostrables, de quien domina la discusión pública

Poco, muy poco, está claro al momento, por eso hay que esperar y reflexionar. 

En lo personal, estoy optimista; estuve optimista y continúo optimista. La oposición no tendrá opción más que reinventarse, mientras el partido hegemónico del siglo XXI se encontrará con una sociedad mucho más exigente que en el siglo XX, y no tendrá pretextos, a nadie más a quien culpar.






OPINION

Fuenteovejuna

De chile, de dulce y de manteca los papables. Por la confrontación interna de reformistas y conservadores, prevén que el péndulo vaticano termine al centro…

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