Un Pequeñito Segundo Piso
En minutos…no en semanas, días, ni horas, no. En minutos se hizo evidente la incapacidad del equipo de la presidenta… Pero es criminal continuar direccionando el presupuesto hacia pozos sin fondo recortando, aún más, la poca capacidad restante en otras responsabilidades de gobierno. Sobre todo, en necesidades existenciales como seguridad, salud y educación
Sinceramente: yo sí me emocioné en la toma de posesión de Claudia Sheinbaum. Por supuesto hubo cosas de sus discursos y el espectáculo que no me gustaron y, sin duda, le precedían seis años de payasadas, berrinches y destrucción. Pero ella se veía tan presidenciable, tan “señorona”, que me revivió el optimismo. Por unos días pensé que podríamos tener una Señora Presidenta. No, no, no; no una presidenta que es mujer: ¡Una Señora Presidenta! En toda la extensión de la palabra.
La emoción duró poco, no hubo motivos para mantenerla. Aun así, deseando que a México y los mexicanos nos vaya bien, esperaba señales de que el gobierno de Claudia se (a)sentara: que las grandes figuras convocadas en los Diálogos por la Transformación se mostraran en un gobierno ordenado y generoso, consciente de los grandes retos y oportunidades, de los riesgos sin precedentes y las fortalezas que hemos construido. Tenía la esperanza de que la silla presidencial fuera, realmente, transformacional, que una vez en ella, la Científica, la Ecologista, la Mujer estructurada y analítica, la Líder que barrió con sus opositores, pusiera orden, lógica y razón a la política nacional.
En una semana, si alguna esperanza todavía tenía, se esfumó.
Tres eventos diferentes en importancia e impacto, tres momentos que desnudaron al segundo piso de la transformación: que nos enseñaron al movimiento en su pequeñez, que evidenciaron el desorden, la mediocridad y la incapacidad del equipo de la presidencia y, finalmente, que quitaron el velo de los ojos, que nos dejaron ver a Claudia como una mujer que es presidenta, muy distante de erigirse como la líder que podría ser.
Hasta antes de la reelección irregular, fraudulenta, inmoral, coyona, antipatriótica, vulgar y pequeñísima, de la presidenta de la CNDH, podríamos haber mantenido algo de esperanza: los errores de la reforma judicial y la supremacía constitucional podrían haber sido una última patada, el regalo de despedida, de quien aseguró mantenerse ausente, alejado de la política y de la vida pública en su rancho escribiendo y reflexionando.
Solo unos cuantos saben si la instrucción vino de Palenque. Pero poco importa ya. La evidencia nos demuestra que, haiga sido como haiga sido, todos los senadores no son nada si no son con él; literalmente, no son valor, no son ética, no son dignidad y no son razón. En la más pura concepción Realista de Descartes: no piensan, ergo, no existen.
Sin haber logrado superar el desconcierto del Senado, un par de días después, el equipo del multi reverenciado Rogelio Ramírez, nos da una sacudida, nos manda a la lona de la disonancia cognitiva con un sólido nocaut presupuestal.
En minutos…no en semanas, días, ni horas, no. En minutos se hizo evidente la incapacidad del equipo de la presidenta. No cuestiono al pluri admirado secretario de Hacienda, es claro que no pudo multiplicar los panes. Tampoco dudo de la necesidad de sobreestimar el crecimiento económico o ajustar algunos números para acomodarse a señales que se quieran mandar y alinearse a la retórica de la jefa. Pero es criminal continuar direccionando el presupuesto hacia pozos sin fondo recortando, aún más, la poca capacidad restante en otras responsabilidades de gobierno. Sobre todo, en necesidades existenciales como seguridad, salud y educación
Si hubo un momento para hacer gala de los Diálogos para la Transformación, darle valor a todos aquellos buenos mexicanos que se reunieron para dar sentido a un programa de gobierno, fue, justo, en la presentación del presupuesto. No puedo imaginar la frustración de todos esos intelectuales, científicos, académicos, expertos, hombres y mujeres con conocimiento y sentido común, cuando ven que solo fueron usados; que únicamente formaron parte de una campaña electoral; despreciados y desechados en el ejercicio de gobierno.
Después de eso, si quedaba cualquier migaja de fe en la Presidenta, lo que acabó de consumirla fue verla repetir las payasadas de su antecesor, intentando vender pirita, el oro de los tontos, a propios y extraños; viajando a una cumbre de líderes mundial en vuelo comercial y pararse, ahí mismo, a ofrecer un programa fallido, Sembrando Vida, como solución al mayor reto que enfrenta la humanidad.
El segundo piso, cada vez se ve más bajito, más chiquito.